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n/a: antes puse un edit re choto pero lo quise cambiar por una foto de Rubén, así se dan una idea de como fue.

[21:10]

Rubén jugueteaba con sus dedos, nervioso. Nunca esperó que la chica que le gusta deseaba con todas su ganas conocerlo, pero ¿y si no es lo que ella esperaba? ¿Si lo rechazaba? ¿Si le decía "oh, voy al baño, ya vuelvo" y no volvía más? Todas esas preguntas y más, estaban en la cabeza del castaño. Por un momento, prefería quedarse en casa por el miedo de ser rechazado pero no iba a ser débil y menos delante de ella.

—Rubius, tío, tranquilo —apoya su mano en su hombro derecho.

—No puedo, macho —se sienta en una banca de ahí, justo cruzaban por una plaza, estaban a metros del Instituto—. Tú ya tienes a Marina, ella gusta de ti, ¿pero yo? ¿Y sí no me quiere? Todo esto fue en vano —suspira pesadamente y su mirada, que antes estaba en los ojos de Mangel, se posiciona en el suelo.

—Joder —su amigo se pone delante de él—. Mírame —indica y Rubén lo hace sin ganas—. Yo no me puse éste jodido traje para ir a ese jodido baile, porque en un principio no íbamos a ir, ¿te acuerdas? Pero en estos momentos, lo último que tienes que hacer es arruinarlo. Sidney te está esperando en esa cárcel, está preciosa —el chico de metro noventa lo mira arqueando una ceja—. Lo siento, pero tenía que decirlo. En fin, ¡le mola tu puto piercing de la oreja! —ríe—. Le pareces lindo, la salvaste de su estúpido novio, le encanta los regalos que le haces, la hiciste reír —enumera con los dedos todas las cosas nombradas—. ¿Quieres más razones?

—No, vamos —se levanta decidido Rubén pero a los cinco pasos, vuelve a desconfiar—. ¿Pero si...?

—Pero si mis huevos, ¡vamos! —Mangel lo toma de la muñeca y siguen caminando.

Llegaron en menos de cinco minutos y Rubén seguía indeciso si entrar o no pero, gracias a Mangel otra vez, entró. Caminaban por los largos pasillos para ir donde se organizaba el baile: en el gimnasio.

—¡Eh, Rubius, Mangel! —los saluda Alex—. Si buscan a sus waifus, están en las mesas de la derecha —les informa su compañero, le agradecen y el enano sigue charlando con su novia.

Entran al gimnasio y está repleto de gente. Ya sea alumnos o profesores. Mangel al ver a Marina sola, cerca de la mesa dulce, agarra a su amigo por los hombros.

—Lo siento, pero tienes 17 años y sé que puedes con esto —le deposita un beso en la frente y se va con la chica que le gusta.

Rubén murmura groserías en español, inglés y noruego. No le queda de otra que buscar a su pareja, que se encuentra sentada en una de las mesas.

—No vendrá —susurra Sid, un poco triste.

Se levanta para dirigirse al baño y arreglar el rimel que se le corrió por algunas lágrimas que soltó mientras esperaba a su chico anónimo.

Por otro lado, el castaño busca con desesperación a Sidney. Estuvo mesa por mesa, mirando la cara de todas las chicas de vestido negro—que eran miles— que se encontraba en su camino. Como no la encontraba por ningún lado, acude a su mejor amiga que estaba con su mejor amigo.

—¿Han visto a Sidney? —pregunta directo cuando está lo suficientemente cerca de la pareja para que lo escuchen.

—¿Así que tú eres el chico misterioso? —pregunta Marina, Rubén asiente un poco tímido con la cabeza—. Te estaba esperando en algunas de esas mesas, ¿quieres qué le mande un mensaje para que se encuentren en determinado lugar?

Y así fue. El móvil de Sidney vibra, señal de que tiene una notificación y precisamente es un mensaje que dice: "Sid, encontré a tu chico. Ve a la parte trasera del instituto, del lado de la máquina de refrescos". Sonríe y casi va corriendo adónde le indicó su mejor amiga.

☁ Snapchat; rdgWhere stories live. Discover now