Cap 2: La primera noche.

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Quedaban 10 escasos minutos para que empezáramos a grabar.

Estábamos todos en la sala de espera con los nervios a cien. De vez en cuando alguien decía alguna tontería para animar un poco el ambiente, pero en seguida volvía en silencio.

Cuando comenzó la música del programa y se oyó la voz de Manel dando comienzo, tuve que sentarme y respirar hondo muchas veces.

Silvia, que era la primera en actuar, fue rápidamente al clonador esperando que le dieran la orden de salir. Mientras, los demás esperábamos más.

Tras Silvia y su Raffaella Carrá, le tocó el turno a Pablo con Maroon 5. Yo era la tercera.

Cuando me llamaron, fui rápidamente al extraño ascensor y salí al gran plató. Supongo que no había que decir que estaba lleno de gente que me miraba intensamente. Antes de poder pensar algo más, la música de "Walking con Sunshine" comenzó y, metiéndome en el papel, empecé a saltar y correr por todo el escenario mientras intentaba cantar sin ahogarme. Tras los dos minutos y medio más largos de mi vida, la canción acabó. Lo primero que hice fue tirarme al suelo a modo de agotamiento extremo.
Manel, que rápidamente estaba a mi lado, me ayudó a levantarme mientras pedía un vaso de agua urgentemente.

Acto seguido el jurado me valoró recomendándome aprender a cantar respirando lo antes posible y me dirigí al sofá con Silvia, Pablo y una gran Llum, que había actuado a modo de apertura con Roko y Angy.

Poco a poco fueron saliendo todos los demás hasta llegar a la última concursante, la actuación que todos esperaban ver con ansias, Ruth.
Como era de esperar, hizo una actuación brillante. Ella ya tiene un aire a Gaga, pero caracterizada era aún más parecida. Empezó la actuación sentada tocando el piano (sí, tocaba ella) para luego venirse arriba bailando con todo el elenco de bailarines que teníamos. Su voz era canto angelical para nuestros oídos.

Cuando terminó, todos los concursantes nos levantamos para irnos como si nos diéramos por vencidos al ver semejante talento. Tras la broma, volvimos a nuestros asientos para ver la valoración a la muchacha y oír un "Viva Murcia" de sus labios.

Como era de esperar, Ruth ganó tras unas valoraciones un poco competitivas por su puntuación y la de Pablo.

Era el momento de ver quién nos tocaba imitar la semana que viene y, cuando me salió Madonna, casi salgo corriendo. Así, como lo oyes.

Ruth volvió a actuar haciéndolo mejor que antes, si es que eso era posible y, antes de darme cuenta ya estábamos todos volviendo en taxi al hotel para cenar algo.

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-- Al final tenías razón, Ana, Ruth ha ganado-- comentó Adrián sentándose, al igual que todos, en la gran mesa para la cena.

-- La intuición femenina nunca falla-- dijo Vicky a su lado.

-- Pues, ya que la murciana ha ganado, que se pague una ronda-- dejó caer el Sevilla mirando a la ganadora.

Ruth, por su parte, asintió sonriendo.

-- Dicho y hecho, jefe. Pero antes hay que comer, que me muero de hambre.

Como si hubiera invocado la comida, los camareros nos trajeron inmediatamente la cena. Todos disfrutamos de la cena hablando tranquilamente de toda cosa que surgía, como siempre. Hubo un par de momentos en los que Silvia casi se atraganta de tanto reírse, pero nada serio. La mujer es feliz, dejémosla.

Yo, por mi parte, no pude evitar robarle un par de miradas a la mujer de mi izquierda, la joven murciana. ¿Cómo se puede ser tan perfecta? Canta bien, es simpática, humilde, generosa y guapísima encima de todo. Ana, deja de babear y come anda, me dije a mí misma. Me encanta tener debates en el interior de mi cabeza. Soy así, estoy muy loca.

Tras la cena, tomamos un par de rondas de alcohol y paramos; no queríamos una actuación tan lamentable como la de la semana pasada. Eran las tres cuando todos decidimos irnos a dormir, tras el largo y cansado día.

Al estar todos en la misma planta, nos montamos a lo loco en el ascensor a ver si podía con todos. Sí, podía, sorprendentemente. Nos deseamos todos buenas noches y entramos a las habitaciones.

Me dirigí al pequeño armario, donde ya tenía algunas prendas colocadas, y cogí un pijama simple de color rosa. Tras ponérmelo, fui al aseo a lavarme los dientes. No había terminado de enjuagarme cuando oí la puerta. Salí a ver quién era y, al abrir, la vi. A mi Silvia. Ya con su pijama puesto y la llave de su habitación, 46, en su mano. No me dio tiempo a hablar cuando entró como Pedro por su casa y se sentó en la cama. Cerré la puerta sonriendo levemente y me dirigí a la cama también. Ambas nos tumbamos y esperé a que hablara.

Segundas oportunidades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora