❄Nieve Roja❄

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"La nieve se acumula al final de esta historia. Justo como lo hace la última nieve de primavera [...] Porque aún con el aroma del invierno que tritura las hojas dispersas por el viento...

La nieve ya ha comenzado a caer.

En Magnolia se está en pleno apogeo del invierno. Y claro, en invierno todo el mundo lo que quiere es ver caer la hermosa y blanca nieve. Vislumbrar el hermoso paisaje de aquella hermosa ciudad cubierta por una fría capa de manto blanco, era todo un digno espectáculo de admirar. La vegetación seca y desvaída era lo único que marcaba los caminos y las carreteras.

Día con día, hay un sol débil sin mayor calor, y aquel frío invernal muerde ferozmente. Basta con que dejes un poco de piel expuesta para que la piel te arda. Por lo que es normal que termines apretando los dientes para evitar que estos te castañeen. Pero, en el bosque de Magnolia esa mañana algo era completamente diferente. De lejos podías ver algo de humo ascender entre todos los árboles secos, que ahora esperaban ansiosos ser cubiertos por la segunda nieve de estación.

Todo indicaba que un fuerte accidente había ocurrido en el lugar, ya que el olor a humo, carretera, llantas gastadas y sangre, impregnaba todo el lugar.

Se trataba de una curva pronunciada, además de ser una carretera de superficie lisa para esa época. Así que resultaba lógico el que la imprudencia y la alta velocidad hubiera llevado a ese par de chicos a caer por aquel pequeño acantilado. La caída había sido dura, pero los golpes proporcionados por las ramas de los altos árboles del bosque habían provocado series heridas en ellos.

El chico se había ganado una fractura externa en la pierna junto a serios cortes por todo el cuerpo; pero parecía ignorar su dolor con tal de alcanzar a la chica que le acompañaba. No había caído muy lejos de donde él había aterrizado. Por lo que el notar su esfuerzo al arrastrarse hasta alcanzarle era lo normal.

—G-Gajeel. La débil voz de la chica se escucha muy cerca. Ella estaba echada sobre la nieve, en una posición posiblemente incómoda. No se había movido ni un milímetro luego de la caída, y se siente incapaz de siquiera sentir las piernas. Trata de no aparentar miedo o dolor, pero la desesperación de sentir que ha cometido otra tontería le ganan. Ella quiso llorar de verdad. Había sido toda culpa suya. Había sido su imprudencia, su terquedad y su estúpido e injustificado enojo el que los había conducido a ambos a aquella terrible situación.

—Cállate, enana. Déjalo... Sabes que lo entenderá, así que preocúpate por una vez en ti. De haber estado en una mejor escena, se habría mofado de aquel irónico comentario. Sabía que él tenía el derecho de estar molesto con ella. Pero no quería cagarla más, no con él por ahora. Pero a eso a él poco le importaba. Tan sólo quería alcanzarla o, era consciente que, sería muy tarde.

—No... Por favor, no. Ella, sabía que ya nada se podía hacer. Las lágrimas recorrieron un camino por ambas mejillas hasta hacer contacto con la nieve bajo ella, la cual era coloreada con su sangre. No fue sino hasta que se percató de lo cálida que sentía la espalda que se preocupó sinceramente; y que entendió las ansias de Gajeel por llegar hasta donde ella se encontraba. La pérdida de sangre, era inevitable. No, su muerte lo era.

De ahí que la promesa de un hasta mañana resultara dolorosa. Iba a fallarle hasta el último momento y entenderlo, le partía en dos el corazón.

Levy se había animado por la promesa inherente de aquellas palabras; de la seguridad de que llegaría el momento de verse una vez más. Ella quería que fuera verdad, que le volvería a ver. Que sería capaz de decidirse y de al menos ofrecer un prometo que nos veremos mañana. El ser capaz de ofrecer un sincero compromiso. De grabar un último recuerdo.

—Aguanta, idiota. Gajeel jamás se daba por vencido, y no desistiría justo ahora. No esta vez. No podía permitirse perder a otra persona importante en su vida. Y ella tampoco.

— ¡No! La voz de Levy era cada vez más y más débil. Hablar resultaba peor para ella y su salud. El regusto a hierro incrementaba con cada palabra que pronunciaba. —Ya no sigas con esto. Ya... Ya no importa.

—¡¿Cómo puedes decirme que no importa?! ¿Tratas de decirme que tú no me importas? ¿Qué ella no importa? Gajeel no era el tipo de chicos que se enorgullecieran por llorar, así que el ver su afligido rostro terminó por confirmarle una vez lo increíblemente estúpida que había sido al haber creído que sería capaz de solucionar sus problemas escapando de ellos.

—Sólo digo que... Que esto no va a detenerse. Y tristemente así era. No había ya nada más por hacer. La impotencia de no cumplirle iba a comérsela en vida. — ¿Por qué...? ¿Por qué soy tan imbécil?

Las sirenas resuenan a lo lejos. Y Levy es lejanamente consciente de su ambiente alrededor. Deja de sentir la nieve mojando su abrigo y su cabello, deja de escuchar la voz del pelinegro. Y siente que pierde las fuerzas y los ánimos de siquiera pronunciar una palabra más. Siente que los ojos le pesan y nota que la vida se le escapa una vez más. Es ahí cuando reflexiona en lo mucho que a sus padres, en lo mucho que echará de menos a sus amigos, en lo mucho que aprecia el vínculo que han creado con Gajeel. Y sabe que si sobrevive, jamás se perdonará no haber llegado a tiempo a su lado.

Tarda su tiempo, pero aquella roja mariposa queda lentamente plasmada en la blanca nieve de aquel día, bajo el delicado y pequeño cuerpo de la chica. Aquella nieve que ambos tanto amaban. Aquella nieve que, de una u otra manera, había logrado crear sus mejores recuerdos. Esa nieve en la que habían prometido un hasta mañana.

Y es así como la mariposa de la muerte al fin revolotea, extendiendo sus largas alas en miras de un nuevo ciclo.

Así fue como comenzaron las huellas a brotar en el papel."

❄Red Snow❄ [Fairy Tail]Where stories live. Discover now