Capítulo 1: Aivan

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Llegué a mi palacio resignado a la opción de casarme, había conocido a la chica con la que estaba obligado a contraer matrimonio su nombre “Jinohra” al observarla mi estómago dio un vuelco, no era como todas las ostentosas princesas, ella era diferente a como la imaginé.

En mi mente estaba una niña consentida y caprichosa que todo lo que haría sería despilfarrar dinero en cosas simples e inútiles, pero al verla de frente con sus jeans y ropa completamente informal quedé sorprendido. Aquella imagen de ella quedó desplazada por completo. Su único defecto: su actitud, tiene una actitud de los mil demonios, pero podré sobrellevarlo.

Algo que me preocupó en cuanto la vi fue su comportamiento, si no se controlaba arruinaría mi imagen junto con la de mi familia y yo quiero evitar eso a como dé lugar.

Al llegar a mi hogar pude acercarme a un televisor y estuve a punto de besarlo, ¡joder! Ahí no hay televisores, ni celulares, ni nada de tecnología. Ahora veo por qué estaba tan furiosa Jinohra, ahí no hay entretenimiento no hay distracción alguna más que hablar con las doncellas, bendito sea el día en que no nací “princesa”.

A la siguiente semana debía hacer oficial el compromiso que se llevaría a cabo dentro de dos meses según los padres de Jin ya que yo no quise establecer fecha alguna pues me era indiferente, podrían decir que nos casaríamos en una semana y yo no  me quejaría siempre y cuando mi imagen se mantuviera limpia, de todas formas jamás llegaría a amar a Jinohra así que no le di importancia a una fecha en específico.

Las invitaciones ya habían sido corridas y hasta mi madre tenía la suya. Yo no quería que ellos asistieran pues me ponen nervioso, ellos me criaron para este momento pero yo jamás lo deseé ni siquiera pensé que a mis veintiún años  estaría comprometido, era una fecha lejana que al final llegó antes para mí.

—Manden vestidos nuevos a casa de mi prometida—ordené a la servidumbre—hey señora Johns por favor entréguele esto de mi parte—le di una cajita con un teléfono para estar comunicados—dígale que le explicaré cómo usarlo en cuanto vuelva a verla

—Si majestad, como usted ordene—hizo la reverencia y se retiró

Salí un rato a pasear por las calles del reino, me gustaba convivir con mis “súbditos” aunque odio ese término pues son personas al igual que yo y creo que si estuviera en su posición me gustaría tener contacto con mis reyes y principado.

Tenía ciertas amistades dentro de mis reinos y creo que les agrado aunque he escuchado comentarios negativos y hago lo suficiente o al menos lo que puedo por  todos ellos.

Al regresar a casa me esperaban mi hermana y mi madre. Mi padre, el rey de Lisburn había muerto en un combate con otro reino y hace tiempo que todo se gobierna con las leyes de mi madre, por lo que cuando ella muera yo tomaré posesión debido a que soy su único hijo varón

—Madre, hermana, he regresado—musité haciendo una reverencia hacia ellas

— ¿Cómo te ha ido hijo?, ¿Pudiste ver a tu prometida? —interrogó mi madre con una mirada alegre al sacar el tema de mi compromiso

—Si…pero no es una “princesa” exactamente—respondí entrando a tientas

— ¿Cómo que no es una princesa? ¿Nos han engañado?

—No, no quise decir eso, me refiero a que de título si lo es, mas no de actitud

—Tendrás que educarla—llamó a mi hermana y la sentó frente a ella para comenzar a cepillar su cabello—no necesitamos a otra chica mal educada por aquí—dijo en tono infantil jugando con la pequeña que tenía frente a ella

—Emy, ve a tu habitación, debo hablar con mamá—advertí a la pequeña de la casa

— ¿En verdad debo hacerlo? —interrogó a mi madre poniendo aquellos ojos a los que no te podías negar

Sangre RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora