Capítulo V

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Kiara no fumaba, pero eso León no lo sabía. Había dejado de hacerlo desde su llegada a Estados Unidos; no quería más problemas con el asma. También había intentado convencer a Hell de que lo hiciese sin resultado alguno. Él fumaba y esnifaba lo que le pusieran delante. A Kiara nadie le quitaba de la cabeza que esto era por las compañías de Hell. Se juntaba con Logan, Paul, Robb, Karl y Trevor y juntos dinamitaban cualquier club que encontrasen. No les echaba la culpa a sus amigos, no. Se la echaba al grupo en conjunto. Por primera vez comprendió el significado de "Dios nos hizo amigos porque nuestra madre no nos habría aguantado como hermanos".

Entre humo y risas de la gente que frecuentaba el bar, Kiara continuó centrada en los ojos de León. Llevaban un par de horas hablando, no podía recordar exactamente de qué, si de Rhett Capaldi, de Wendy Wolf, de Hell o del tiempo. Todo era muy confuso, una nube vertiginosa cargada de electricidad desmedida.

-¿No piensas visitarlo? - preguntó León con respecto a su padre adoptivo.

-¿Para qué? ¿Qué importan un par de huesos ahora? - contestó Kiara con frialdad.

León dio una calada a su cigarrillo y lo depositó sobre el cenicero.

-Te alimentó, cuidó y educó durante dieciocho años. Llevar un par de flores a su tumba no te supondría un gran trabajo, peque.

-No pienso hacer eso. No puedo verlo de esa forma, lo siento.

-No te disculpes conmigo. Es él el que está bajo tierra. Yo sigo sentado enfrente tuya.

Kiara miró el paquete de tabaco con nerviosismo. No podía, no debía. Había resistido la tentación durante bastante tiempo, el suficiente para creer empezar a superarlo. Pero ahora quería preguntar una cosa, y el ansiedad la corroía.

Su hermano hizo un ademán de acercárselo y Kiara se echó para atrás, luchando consigo misma.

-Es irónico porque hace unos minutos criticabas a Hell por incitarme a consumir, y tú ahora estás haciendo lo mismo – murmuró con dificultad.

-Capobianco y sus drogas de diseño son algo más peligroso que un par de cigarrillos.

¿Por qué todo lo que salía de boca de León caía con tanta fuerza? Era como si sus indirectas intentasen derribarla a base de remordimientos. Sí, había probado cosas que no eran precisamente beneficiosas. Unas le habían gustado, otras no tanto. Algunas las había probado antes del regreso de Hell, en su etapa tormentosa. "Lo único que te pido es que si te vas a colocar, lo hagas conmigo", había dicho Hell, "Yo sé lo que te estoy dando".

-¿Por qué no viniste a buscarme antes? - soltó Kiara al fin.

León soltó una bocanada de humo, espeso, cargado de nicotina. Miró a Kiara tras apoyar el codo sobre la mesa y la barbilla en la mano.

-Sí lo hice, peque. En cierto modo, yo he pasado más tiempo contigo que tú conmigo. Porque yo ya sabía quién eras al ir juntos al instituto.

-Todas mis amigas estaban locas por ti – rio Kiara con nostalgia -. Incluso yo lo estuve una temporada, pero no me va el incesto.

León sonrió y miró por la ventana. Estrujó la colilla contra el cenicero.

-La que me gustaba era tu amiga, Lola. Lástima que saliese corriendo cada vez que me acercaba.

-¿Te le acercabas? - Kiara abrió mucho los ojos.

León asintió varias veces al ver que su hermana no cambiaba la expresión y seguía callada.

-Es enserio, peque. Intenté acercarme varias veces pero se ponía roja y comenzaba a temblar. No soy tan egoísta como para suplir mis deseos en el sufrimiento ajeno.

Heroína (Saga Adrenalina III)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora