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Sentía un fuerte dolor sobre su cabeza, que recorría su cráneo lentamente. Un zumbido inundaba sus oídos como agua extensa y tediosa, llenando los canales internos de tal forma que se sentía incómoda y agobiada. Intentó abrir los ojos pero no pudo; se sentía terriblemente cansada y su cabeza daba vueltas a causa del terrible dolor que le recorría. Su respiración era pesada, pero no tenía forma alguna de controlarla, su cuerpo entero la obligaba a mantenerse en ese estado.

Apenas era consiente de los sonidos a su alrededor: pasos lejanos, un goteo lento, el zumbido de la energía de las luces, voces acalladas más allá de donde ella se encontraba. La duda llenó su mente. Apenas tenía una extraña imagen incompleta de lo que había ocurrido previamente antes de llegar a donde estaba, y eso incluía un accidente de tránsito en donde había quedado colgando de los asientos. O al menos, eso creía, su mente no podía recordar nada más allá del impacto, y la vorágine que apenas comenzaba dentro de ella lograba que su mente se mantuviera desastrosamente fuera de lugar. Quería saber dónde se encontraba, quería descubrir aquello que la esperaba tras sus párpados cerrados, pero se mantenía en el misterio provocado en la laguna de su mente.

Con un poco de esfuerzo, comenzó a moverse, descubriendo finalmente que algo retenía sus manos y piernas contra el lugar que estaba recostada. Era capaz de desplazarse unos pocos centímetros, pero nada más allá. No podía sentir el borde del lugar, ni descubrir qué era lo que la lograba retener con tanta fuerza, pero suponía que eran unas buenas ataduras.

Se encontraba recostada sobre algo muy poco suave, y suponía que se trataba de una clase de camilla, ya que podía sentir el hierro bajo ella, rozando con sus omoplatos con cierta rudeza. Quiso quejarse ante el contacto, pero descubrió que tampoco tenía energía para lograr hacer eso.

Su mente era una inmensa nube de preguntas sin respuestas, grises y oscuras como una tormenta desastrosa. Quería saber qué era ese lugar, por qué estaba allí, quiénes la habían tomado. Pero pronto, una sola respuesta se acercó a su mente despacio, como si temiera alertarla más de lo que ya se encontraba: Hydra. Era Hydra quien la había secuestrado tras el accidente que ellos mismos habían provocado para detenerla. Podía recordar el golpe que le habían asestado, y, como si aquel recuerdo lo incitara, su cabeza comenzó a doler aún más sobre la zona donde había recibido el golpe.

Apretó los ojos con fuerza, sintiéndose aún más cansada que sólo minutos antes. Quería llevar sus manos a la zona afectada de su cabeza para medir su herida, para saber qué tan mal se encontraba, pero no podía hacerlo.

Aquello despertaba su desesperación, empeorando a cada segundo. Podía sentir el sudor comenzando a recorrer su cuerpo con pesadez, pasando por sus brazos, su rostro y su espalda, pegando las prendas que llevaba contra su piel de forma incómoda. Se movió lentamente intentado apartar la tela de la remera de su cuerpo, pero le era difícil al tener tan poca energía en su cuerpo.

Iridescent [Bucky Barnes]Where stories live. Discover now