Capitulo II: Ramses Roditi.

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- Mariquita. - canturrea Marco mientras se acerca a mí por detrás. - No te vayas a ir, hoy toca. - susurra a mi oído, provocandome un asqueroso escalofrío.

- No quiero. - musito.

- ¿Qué? - me para en seco. - ¿Qué es lo acabas de decir? - me toma por lo hombros, clavando en ellos sus dedos.

- Que ya no quiero, por favor. - suplico mirando sus ojos.

- ¿Acaso eres imbécil? - me aventa golpeando mi espalda contra los casilleros. - Tú estás aquí por mí. - en cada palabra clava uno de sus dedos en mi pecho. - Así que, harás lo que yo diga ¿Estámos? - asenti al borde de las lágrimas. - Te espero en cinco minutos en los vestidores. - acariciando mi mejilla.

No podía faltar, no porque no quisiera, sino que me veía obligado.

Su padre, siendo rector de está institución, me dió un beca por aprovechamiento. Marco, en cuánto lo supo, fue a amenazarme diciéndome que si no "colaboraba" la beca me la revocaría. Y gracias a ésa beca, en muchas ocasiones, come mi familia. Así que no, no podía faltar.

Por más que me resistiera a su contacto, no podía dejar de disfrutar, aunque sea en un mínima parte, el rose de su piel con la mía.

- Ramses, no sabes cuánto me haces bien. - mientras besaba calidamente mi hombro.

- ¿Porqué lo haces? Me dañas. -

- Porque te odio, a ti y a todos los que son cómo tú. -

- ¿Y ésto no te hace igual? -

- ¡Cállate estupido homosexual! - salsde mi dejándome vacío, lo que es típico de él, ha prendido un cigarro. - Tengo mis necesidades. - volviendo a besar mi hombro. - Tu sólo debes obedecer. - jadea en cada palabra y termina dentro de mí, cómo era su costumbre, apaga su cigarro en mi lacerada espalda.

Odiaba que me tratara así. Que por unos minutos me tratara cómo sí me quisiera, y despues se transformara en un ser irreconocible. Pero aún así, yo lo quería.

Era mi costumbre ocultar mis problemas, pues mi familia me necesita bien.

Llego a casa con una gran sonrisa, irradiando felicidad.

- ¡Hola! - saludo en cuanto entré.

- ¡Hola, hola! ¿Cómo te fue? - pregunta mi madre un tanto atareada.

- Bien, gracias. - Miento con una sonrisa - ¿Y que tal el turno? -

- No me puedo quejar. - sonrie alegre mente revolviendome el cabello. - Ya voy tarde cariño. Hay comida en la estufa. Tus hermanos ya comieron e hicieron la tarea. Sólo al rato los llevas a sus practicas ¿Ok? -

- Si, que te vaya bien. - la despedo con un beso y desapare por la puerta principal.

Admiro a mi madre. Ella, a pesar de todo, nos ha sacado adelante, sin la necesidad de un hombre. Después de la perdida de mi padre y del padre de mis hermanos, ella sólo a se ha dedicado a las cosas que sabe hacer bien. Trabajar de enfermera y ser madre. ¿Cómo no admirarla?

Me disponía a comer cuando mis gemelos llegaron a atacarme.

- ¡Hermano! - me tumbaron y reimos como locos. - ¡Que bueno que llegas! ¡Vamos a jugar! - gritaron. ¿Como negarme a ellos?

- ¡Claro! Pero ¿Quién es Mateo y quien Tadeo? - les pellizque una mejilla.

-¡Adivina!- salieron corriendo por toda casa y yo detras de ellos.

Despues de jugar con ellos, los llevo a sus clases de Tae Kwon Do y así, regreso a casa con la panza aun vacía.

Entro directo a mi habitacion y quito la camisa para poder reflejar mi laserada espalda en el espejo. Eran en total eran 35 marcas, 35 marcas de quemaduras de él.

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⏰ Last updated: Jun 19, 2016 ⏰

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¿Mamá, me enamoré?Where stories live. Discover now