Capitulo 1.

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¿Cómo podía ser posible que perdiera aquella cadenita? ¿Cómo? El no era descuidado, jamás lo había sido. Y ahora no la encontraba por ningún lado. No quería perder aquel recuerdo de los mejores años de su vida. Siendo un niño él había sido muy feliz..Ahora también lo era, pero desgraciadamente nunca iba a ser igual.

Se maldijo a si mismo... ¿Dónde podría haberla dejado? Ya la había buscado por todos lados: la caballeriza, su cuarto, el baño, el gallinero, la cocina, la casa grande...

Se detuvo a pensar un poco. Quizás la había dejado en la casa de Felicity. Aunque a decir verdad hacia como una semana que no iba a ver a su novia y la cadenita la había perdido ayer. Soltó un suspiro y se sentó con cuidos en una de las sillas de la cocina.

-¿Buscabas esto? –pregunto ella.

Al instante el levanto la vista y se puso de pie. Hacia donde estaba su madre con la mano levantada mostrándole lo que había estado buscando desde hacia tantas horas.

-¿Dónde estaba? –Quiso saber mientras se la quitaba de la mano.

-La dejaste tirada cerca del horno anoche, después de que lo arreglaste.

-No la deje tirada, seguramente se me cayó...

Se la volvió a poner, y se sintió aliviado. Sus bonito recuerdos ahora estaban de nuevo con él.

Austin Corini era un hombre de campo. Había nacido allí, se había criado allí y pensaba morir allí. El no se consideraba una persona mala, y estaba muy orgulloso de lo que había logrado en todos esos años en los campos Brooks. Siendo muy joven (con apenas 15 años) su jefe lo había nombrado encargado de aquel lugar, cuando había decidido irse a vivir a la ciudad. Y desde entonces Austin había llevado adelante los asuntos de aquella conocida estancia. Pero a pesar de dejarle toda la responsabilidad, John Brooks iba a verlos todos los años en las vacaciones de verano. Se quedaba allí unos dos meses y luego volvía a su agotada vida de negocios. Austin siempre se preguntaba cómo era que ese hombre no se había vuelto loco viviendo en la ciudad, siendo que el también había nacido y criado en aquel campo. Pero lo sabía, John era un gran hombre que se adaptaba a cualquier situación de cambio y Austin lo admiraba...lo admiraba y quería como a un padre. Por eso mismo cada vez que el jefe llegaba todo el mundo estaba como loco arreglando y preparando todo.

-Es como la decimoquinta vez que pierdes ese colgante, Austin. –lo reto ella pero sin retarlo del todo. Le beso la frente y se acerco a las hornillas para revisar la comida que estaba preparando. La cena siempre comenzaba a prepararse antes del atardecer.

-No es apropósito. –Aseguro el –Al parecer no le gusta estar en mi cuello.

Eleonora sonrió y lo miro de manera terna.

-¿Ya está todo listo? Mira que hoy llega el señor Brooks.

-Sí, ya está todo listo.

-Más te vale, Austin...

-Mama... bien sabes que me gusta que el jefe venga a encontrar todo en orden y en perfecto estado.

-Sí, lo sé. Pero solo te pregunto para que estés completamente seguro. No quiero que nada salga mal. John... -Sacudió su cabeza.- digo, el señor Brooks, se merece lo mejor.

Austin puso los ojos en blanco. Si había alguien qué se ponía quisquillosa con la llegada del jefe en aquel lugar, esa era su madre. Todos los peones huían de ella despavoridos. Se ponía insoportable, histeria y sobre todo intratable. Austin creía saber la razón de sus nervios. Aunque ella jamás llegara a admitirlo, sabía que su madre sentía algo especial por ese hombre. Y cuando volvía al campo, ella parecía perder los estribos. Los únicos que podían con ella en días así eran Levi y el.

Dark Horse [Austin Corini]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora