- Claro que sí.

El chico dejó la habitación a toda prisa, no sin antes darle un último vistazo a Erika, quien yacía inerte en el suelo. Al parecer aquello le dio más energía, pues reemprendió su camino con más ira aún.

Lucas se acercó a ella, cuidando que se encontrara bien. Volteó su cabeza hacia un lado por si tenía la forzosa necesidad de vomitar, y se cercioró que la manta le cubriera todo lo que la corta falda no cubría.

No había pasado mucho tiempo cuando Erika comenzó a moverse. Se levantó lentamente hasta quedar sentada y se presionó las sienes con los dedos.

- Me duele mucho la cabeza.

- ¿Te sientes mal?

- ¿Desde cuándo tener dolor de cabeza es sinónimo de estar bien? – lo miro escéptica.

- Oye, tranquila, solo intento ayudar.

- Perdón, - suspiró – tienes razón, es que... todo da vueltas, y eso me pone de mal humor.

- Creo que aún no se te baja del todo. – dijo al tiempo que le quitaba el cabello de la cara con delicadeza.

- En serio lo siento, yo no quería que esto pasara, yo solo quería... yo quería... - las lágrimas comenzaron a inundarle los ojos, mientras la voz se le volvía un débil hilo.

- Baby Doll...

- Y tú solo quieres ayudarme... ¡soy una malagradecida!

- No, está bien...

- ¡Dios, Lucas! Estoy diciendo que lo siento, ¡déjame terminar! – Lloró desconsolada.

- ¡Basta! ¡Detente ya! – gritó, deteniéndola por los hombros – Deja. De. Llorar.

- Pero... no puedo...

- Tienes que intentarlo, vamos. – las manos de Lucas temblaban sobre los hombros de Erika sacudiéndola levemente.

- Lucas, ¿te encuentras bien?

- Simplemente, deja de llorar.

- ¿Qué pasa? ¿Por qué te altera tanto?

- No lo sé, me pone nervioso. – dijo más calmado, limpiando con su pulgar una lágrima de la mejilla de Erika – Nunca me ha gustado.

- Lo siento... - sorbió por la nariz – pero no puedo dejar de llorar...

- Es increíble.

- ¿Qué cosa?... – levantó la mirada hasta encontrarse con los tímidos ojos de Lucas.

- Nada. – le dijo en una media sonrisa. – Es solo que, creo que eres hermosa incluso cuando lloras.

Se quedaron en silencio por un momento, con los sollozos de Erika de fondo, mientras Lucas se esforzaba por limpiar todas las lágrimas que caían por sus mejillas. El chico atrajo a Erika hacia sí, para recostarla sobre su pecho, acariciándole suavemente el cabello.

- No llores, no quiero que derrames lágrimas y estés triste, prefiero que seas fría e indiferente conmigo.

Erika se dejó arrullar por las caricias suaves de Lucas sobre su cabeza. Comenzó a sentir que los parpados le pesaban, mientras se relajaba.

- Lo siento...

- Deja de disculparte, está bien, todo está bien.

- De acuerdo... ¿Me puedes hacer un favor?

12 CHICOS LOBOS ©Where stories live. Discover now