Capítulo 23

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Paradise atacó con una guadaña que la hoja era más larga que ella pero la manejaba con maestría. Sublatti sacó una espada plateada con el mango repleto de esmeraldas, repelía los ataques de su enemiga mientras Lelahel seguía pronunciando hechizos para escapar. Ya los había usado todos los posibles, incluidos los consultores en busca de respuesta. Una vez que se entra en la dimensión oscura, no se sale.

-¡Es inútil, no hay manera!

La diablesa no contestó, continuó luchando. Cada vez Paradise hacía mejores golpes y podría vencerle en un segundo. Lelahel se miró las manos mientras tenía una respiración agitada, cerca de la desesperación. Se giró a Uzziel, quién recién había despertado y buscaba ciegamente algo a lo que agarrar. Fueron a las manos del ángel. Le abrazó, dijo unas palabras al oído consiguiendo que ella sonriera, pero su rostro cambió al ver que la diablesa había sido golpeada. 

-¡Sublatti!

-No te preocupes por mí, estoy bien. Debemos salir de aquí, aguantaré. 

Siguió peleando, esquivando. Su determinación le daba más fuerza, pero no la suficiente. Su arma reaccionó a sus sentimientos, y se convirtió en una copia exacta de la guadaña de Paradise, salvo por su hoja plateada y el mango esmeralda. También hubo un cambio en ella, su pelo creció y se lo recogió en una coleta. 

-Tú... Eres la corrupción, no me esperaba verte en este mundo -dijo Paradise, parecía fascinada. 

-Este es el poder que heredé de mis padres, y ellos lo consiguieron de sus padres... Como yo lo pasado y así seguirá siendo por siempre. 

-Entonces ese niño también lo tiene por sus ojos... 

Interrumpiendo la conversación, Sublatti le atestó un ataque a su enemiga que le costó defenderse, ambas iban a la par al tener el mismo arma. Mientras ellas luchaban, las otras dos que observaban el combate discutían. 

-¡Lelahel, no puedes hacer eso! Podrías no volver... 

-Esta pelea es mía, yo ya viví lo suficiente. 

-¡No, por favor! -gritó agarrando su camisa, y la respuesta que obtuvo fue una mirada triste que no era capaz de enfrentarse a sus ojos-. Debemos volver juntas... 

-En la magia negra siempre se necesita un sacrificio, al igual que aquí. Prométeme que serás feliz con Darkia y su familia, hazlo por mí. 

-¡Pero!

Su réplica fue chafada por la derrota de Sublatti, cayó abatida de agotamiento. 

-Quédate con ella, no te separes, ¿vale?

-Cuando pensaba que estaríamos juntas de nuevo... 

-Si tú me haces esa promesa, yo haré lo imposible para encontrarnos de nuevo. 

Uzziel fue a socorrer a la diablesa, pero antes se giró al ángel y le exclamó: 

-¡Nunca lo olvides! 

Entonces, Lelahel invocó sus espadas y pronunció su ataque más potente, así empezó su plan, el cuál le llevó a desaparecer. 

-Meiyo, Honor, dadme una vez más vuestro poder... -extendió sus brazos y las armas dieron una vuelta invocando más espadas alrededor de su portadora-. Distorsiona el tiempo, cambia el Vacío, destruye al adversario que atormenta a la vida... ¡No volverás a ver la luz del Sol, Paradise! ¡TE DESTROZARÉ AUNQUE ME CUESTE LA VIDA! 

Y con ese grito de guerra, las dagas cayeron por todos lados, pero ella lo esquivó. Su plan no era derrotarle, si no destruir el suelo del propio Vacío y todos los de allí cayeron en un pozo sin fondo. La caída distrajo a la desconocida enemiga, entonces Lelahel se reunió con Sublatti y Uzziel, ambas cogidas de la mano. Una sacudida las separó, pero volvieron a estar juntas. 

-Sublatti, llévate esto, dáselo al chico. Ha sido un honor para mí ver cómo se ha hecho tan fuerte y me alegro de haber pasado este tiempo a su lado. 

No le dieron tiempo a responder, ya había creado un portal y empujado al otro lado. La puerta siguió abierta un rato, y vieron cuando aterrizaron en el césped del bosque cómo juntaba sus manos, recitaba una oración y desaparecía en una explosión de luces. Un corte destrozó su espectáculo, dándose a ver que Paradise iba a salir también y matar a las recién salidas, pero alguien se interpuso en su camino, recibió el golpe y de un empujón devolvió a Paradise a su lugar. 

Aquel sufrimiento había acabado. Las dos no celebraron su victoria al ver quién había caído. 

-¡JOHN! 

El niño había aparecido en el último momento. Estaba tirado en el suelo, sonriendo. Se arrastró hasta ellas y cayó sobre las piernas de Sublatti. Tenía un corte en el pecho que no iba a poder curarse a tiempo. 

-John, porqué... 

-No tengo miedo de morir de nuevo, he sido muy feliz en esta vida como dios, por fin he hecho mi cometido, he podido expiar los pecados de mi padre... No lloréis por mi pérdida, dejaré mi cuerpo pero mi alma seguirá aquí -. Tras pronunciar sus últimas palabras, dejó de ser un niño y pasó a una piedra azul con un símbolo extraño. Ambas se miraron, no derramaron lágrimas, su tristeza de haber tenido dos pérdidas las dejó paralizadas. 

-Sublatti, yo... 

-No te disculpes, eso no querría ella, ¿verdad? Tú le conocías mejor que yo, o al menos le recuerdas... Regresemos con los demás, seguro que están bien. 

Se levantaron y caminaron juntas, agarrando con fuerza la mano de la otra para darse ánimos. Aquel fue el final de las todas las peleas, y el comienzo de una larga amistad. 

Lost Angel©(#3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora