Capitulo 1

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Hola hermosas!!! SI, esta es fanfic también es nueva, espero que la apoyen y voten como siempre ha sido! De verdad les agradezco por todo, por cada comentario y voto, me alegran mucho y las adoro a morir <3 

Esta fanfic no es tan larga, y quise poner a Harry porque no me imaginaba a otro en este papel jajaja así que espero que la disfruten. 

LAS ADORO

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Harry Edwards, de pie frente a la ventana de su oficina en Nueva York, observaba el paisaje de Manhattan, sin verlo.

Sonriendo, se pasó una mano por el cabello oscuro, con un brillo de triunfo en los ojos. ¡Lo había conseguido! Su padre, Theo Edwards, y el presidente de la multinacional Aristides, Alex Aristides, estaban a punto de firmar un acuerdo que convertiría a la empresa Edwards en una de las cadenas hoteleras más importantes del mundo.

Alex Aristides no estaba bien de salud y, al contrario que Theo, su padre, no tenía un hijo que pudiera encargarse del negocio familiar cuando él muriese. Por eso iba a firmar el acuerdo. Y al día siguiente lo celebrarían por todo lo alto con una fiesta.

Harry se volvió hacia su escritorio y miró el teléfono con el ceño fruncido.Tenía que hacer una llamada. Pensativo, miró su Rólex de oro... podría llegar a Londres a las doce. A Selena no le importaría que llegara a medianoche.

Selena Jackson era una mujer presa de sus sentidos. Nunca había conocido un ser más sensual. Con la melena de color castaño, los ojos de color chocolate, los pechos firmes... Harry notó un cosquilleo entre las piernas y, por un momento, sintió remordimientos.

Pero en la vida hay cosas más importantes que el sexo. Sobre todo, con una mujer tan ocupada como Selena. La última vez que fue a Londres sin avisar, ella estaba en la oficina y cuando por fin volvió al apartamento solo pudo dedicarle media hora porque tenía que asistir a una cena de trabajo.

Después habían compensado el tiempo perdido, pero Harry Edwards no era el tipo de hombre que espera a una mujer. Varias veces había sugerido que dejara su trabajo, pero Selena se negaba.

No, estaba decidido. De hecho, la decisión había sido tomada semanas antes. Harry estaba en medio de las negociaciones con Aristides cuando este le presentó a su hija Bella. La dulce e inocente joven era todo lo que él deseaba en una esposa. Todo lo contrario que Selena Jackson. Bella no tenía ningún deseo de trabajar porque su única ilusión era casarse y tener hijos. Era una tradicional chica inglesa y tenía los mismos valores que él, de modo que sería una esposa perfecta.

Además, era el mejor momento. Tampoco su padre se encontraba bien de salud y tras el último infarto le había confesado su deseo de verlo casado y con hijos cuanto antes.

Su madre, que murió cuando Harry tenía trece años, había dejado una carta a los abogados de Edwards con pruebas que demostraban que él era hijo de Theo y este le había dado inmediatamente su apellido. Siempre lo trató con cariño, como a un hijo más, y por eso le estaría eternamente agradecido.

Su hermanastro, mucho mayor que él, había muerto en un accidente de avión seis años antes y, sin dudarlo, Theo Edwards le ofreció el puesto de director de la empresa cuando terminó la carrera de Económicas. Y él le devolvió el favor ampliándola y aumentando los beneficios.

Por eso tenía que hacer aquella llamada. Harry tomó el teléfono y marcó un número que se sabía de memoria. 

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Selena Jackson entró en su oficina con una sonrisa en los labios. Había comido con David Janson, el presidente del banco Janson, y seguía atónita por lo que él le había revelado. Pero el sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos. Debía ser Harry, pensó, corriendo hacia el escritorio.

—Selena, me alegro de que estés en tu despacho.

—Hola, cariño. ¿Nos vemos mañana?

—Lo siento, pero no vamos a poder vernos hasta el sábado. Tengo cosas que hacer en Nueva York.

La sonrisa desapareció del rostro de Selena. ¿Qué podía decir? Harry era el director de la empresa Edwards y viajaba constantemente a Nueva York y Atenas. Llevaban un año viviendo juntos, pero había aceptado que no podían verse todos los días. Ni siquiera todas las semanas. Ella misma tenía un puesto de dedicación exclusiva como corredora de bolsa en una importante firma londinense y entendía bien las presiones del trabajo.

—De acuerdo, pero no me hace mucha gracia. Ha pasado un mes desde la última vez que nos vimos y mañana es nuestro primer aniversario. Además, tengo una noticia estupenda que darte. 

—Yo también tengo que darte una noticia, pero lo haré el sábado.

No era la respuesta que había esperado y su confianza en él empezó a resquebrajarse. Pero se dijo a sí misma que era una bobada. ¿Harry la quería? no, el la amaba, estaba segura. Aunque la última vez que se vieron él se enfadó muchísimo porque no podía salir corriendo de la oficina.

Por la noche, había sugerido de nuevo que dejara su trabajo, insistiendo en que un hombre tan rico como él no necesitaba una novia trabajadora.

«Dejaré de trabajar cuando tenga hijos, pero no antes», le había dicho Selena.

Esperaba que Harry le dijera entonces: «cásate conmigo», pero no lo hizo. Y no habían vuelto a verse en un mes.

—De acuerdo, pero te echaré de menos. Y espero que me compenses —intentó bromear.

—Lo siento, cariño. Hasta el sábado.

Selena colgó con una expresión más sonriente. Total, solo era un día más.

Pero cuando salía del histórico edificio donde estaban situadas las oficinas de la empresa Brentford, no pudo evitar un suspiro. Ella pensaba que la sorpresa era maravillosa, pero... ¿se lo parecería a Harry?

Harry Edwards había aparecido en su vida como un vendaval y ella había pasado de ser una alegre chica de veintitrés años, que no se había puesto un vestido de diseño en su vida, a la mujer sofisticada y elegante que era.

Pero a veces cuando se miraba al espejo, no se reconocía... 




Best Mistake |h.s • s.g|  #TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora