Capítulo 1

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-KIM-

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-KIM-

La alarma del despertador sonó repetidas veces, pero la ignoré para poder dormir unos minutos de más... ¡Hasta que mi madre golpeó la puerta y me avisó de que llegaba tarde a la escuela!
Lo primero en que pensé fue en el examen de matemáticas. Había estudiado, no obstante, toda la información que mi cerebro retenía la eliminaba automáticamente, y entonces me preguntaba, ¿cómo era posible memorizar decenas de fechas de cumpleaños y en cambio unas simples fórmulas no las podía recordar? ¡Era desesperante!

Me vestí deprisa. La noche anterior había preparado la ropa que yacía en la silla al lado de la cual se amontonaban los libros que aquel día llevaría a la escuela.
Varios minutos después me di cuenta de que sí, llegaba tarde y por si fuera poco tenía el examen de matemáticas a primera hora de la mañana.
¿Qué más podía ir mal? Pensé con ironía, oh sí, ya lo sabía..., ¡era lunes! y la cabeza me dolía horrores después del fin de semana que había pasado. En ese momento me culpé a mí misma por haber cedido ante la insistencia de mi amiga Estela. ¡Quién me mandaría a mí ir a esa fiesta! 
—Mamá, ¿puedes llevarme en coche?—prácticamente le imploré que me llevara, porque sabía que si iba a ir andando aún iría a la escuela más tarde.

—Lo siento, Kim, pero tengo que acompañar a tu hermano al médico. —En ese instante me fijé que mi hermano pequeño, andaba por el pasillo y no paraba de toser.
Resoplé mientras alcancé la mochila y me fui directa a la escuela y cuando ya había salido de casa escuché una voz a lo lejos. 

—¡Espera!—gritó mi madre—, ¡te olvidas el desayuno!—no me quedó otra alternativa que retroceder una calle arriba y recoger el desayuno a toda prisa.

Esperaba no tener más interrupciones antes de llegar a la escuela, pero me equivocaba. Esa sensación de cuando algo va mal, y sabes que puede ir aún peor era la que yo en ese momento sentí. Me encontré con una calle cortada motivo por el cual tuve que desviarme por otras calles a través de las cuales logré dar más vuelta y por consecuente, llegar más tarde. 

Cuando diez minutos más tarde llegué al colegio me di cuenta de que me había dejado el libro de historia, perfecto, pensé. Pero ni se me pasó por la cabeza volver a casa, lo cual hubiera estado bien, básicamente porque mis deberes estaban dentro del libro y no en la carpeta. Así que a último momento antes de llegar a la escuela, sólo pude pensar en qué excusa me inventaría para finalmente, llegar a la conclusión de que lo mejor era decir la verdad. 

Al llegar a la entrada, me encontré con las puertas cerradas, así que llamé al timbre con insistencia esperando a que apareciera el conserje o alguien a abrir. Segundos más tarde apareció una profesora y me encaminé hacia el aula 6.
Tal y como había imaginado, la mayoría de mis compañeros se encontraban sentados en sus respectivos pupitres separados en cuatro filas, con una hoja y un bolígrafo, esperando a que les entregaran el examen que el profesor iba repartiendo.
Intenté escabullirme hacia mi lugar, en medio de los murmullos que decían mis compañeros al verme llegar, con la esperanza de que el profesor no se diera cuenta de mi reciente llegada.

Entre números y letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora