El gran Draco Malfoy, el arrogante, egocéntrico y narcisista rubio de la casa de Slytherin esconde un secreto que ni sus mejores amigos saben. Está enamorado de la única Slytherin que no le da ni la hora, para empeorar la situación de Draco ella es...
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April retocó su maquillaje por última vez, los nervios se esparcían por cada fibra de su ser provocando una sensación no tan agradable, era la primera vez que iría a casa de Draco como su novia. Tomó un cepillo y comenzó a cepillar su largo y lacio cabello negro hasta que unos golpes en la puerta la sobresaltaron, de reojo vio que era su madre y la ignoró. Estaba demasiado molesta con su madre por mentirle de esa manera y aunque no quisiera admitirlo no quería ser una Black, eso le impediría ser la novia de Draco.
― Estás hermosa hija ―dijo Emma tratando de romper el hielo pero su hija solo la ignoró ― Sé que estás molesta conmigo por ocultarte sobre Sirius ―su tono era cauteloso pero recibió una fulminante mirada de su hija
― ¿Molesta? ―preguntó irónicamente ― ¡Estoy furiosa mamá! ―exclamó ― Quince años creyendo que fuiste novia de mi padre durante Hogwarts que al salir se casaron y de ahí nací yo ―contuvo un sollozo ― Ahora lo único que sé es que en Hogwarts fuiste novia de un Gryffindor delincuente y que estando con mi padre tuviste un idilio con él ―la miró con asco ― Y que probablemente yo sea fruto de ese idilio ―estaba indignada
― Tú eres la hija de John ―afirmó y la azabache sintió que volvía a vivir ― No te pases de lista April ―la regañó ― Cuando termines baja, ya nos tenemos que marchar ―masculló antes de marcharse dando un portazo
― Y ahora la ofendida es ella ―puso sus ojos en blanco antes de acomodar su vestido negro
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― Bienvenidos, Emma, John y April ― los saludó Narcissa sonriente ― La cena estará muy pronto, April, Draco está en su cuarto ve con él si quieres ―le sonrió y la Slytherin asintió tímida.
Comenzó a subir las escaleras provocando que el sonido de sus tacones resonaran, al llegar a la puerta la golpeó suavemente y segundos después aquel muchacho rubio que tanto amaba le abría la puerta. Draco al verla quedó impresionado por cómo se veía, pensamientos poco decentes retumbaban su mente provocando que un leve color rojo se hiciera presente en sus pálidas mejillas.
― Cariño, estás deslumbrante ―dijo completamente anonadado
― Tú igual ―dijo mirando al rubio de arriba abajo ― Ese traje te queda perfecto ―lo halagó con las mejillas enrojecidas
― Ven ―tomó la mano de su novia y la adentró a su cuarto ― ¿Hablaste con tu madre? ―preguntó mientras se colocaba una corbata negra
― Si, y está ofendida conmigo ―puso sus ojos en blanco ― No me interesa, soy feliz al saber que soy Gallagher ―sonrió
El rubio sonriente se acercó a su novia.
― No sabes lo feliz que me pone esa noticia, señorita Gallagher ―murmuró sobre los labios de la azabache y luego los unió a los suyos.
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