Capitulo 3

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¡Idiota! No lo dudó ni por un segundo, ni siquiera se ha despegado de mí y aunque tengo los ojos cerrados solo para sentir la intensidad del estúpido beso siento como todos nos miran asombrados.

Me despegue por falta de oxigeno y el tonto se me quedo mirando... si mi madre quien es la única familia que me queda no tuviera cáncer estoy segura que me iría por esa puerta gritando por todos lados: ¡HIJOS DE....! ustedes me entienden.

Pero no puedo darme el lujo de perder mi trabajo, me costaría mucho conseguir otro así que tengo que soportar sus estupideces por el tiempo necesario.

- Vámonos. Me halo la mano y se levanto de su asiento.

Asentí y lo seguí hasta la salida.

- ¡Gustave! Era su padre muy enojado. Te he dicho que es de mala educación huir.

- No estoy huyendo, me estoy arrepintiendo de venir.

Su padre esta muy molesto, demasiado.

- ¡Gustave! Si quieres tu parte de la herencia... tendrás que casarte. Sonríe.

Gustave queda impactado con la noticia y sale corriendo con ganas de acabar con el mundo según lo estoy notando.

Entra al auto sin dirigirme una palabra y cierra la puerta de golpe, arranca el auto mientras que frunce el ceño, no aparta ni por un segundo la mirada de la calle por la que conduce.

El tarado no piensa decir nada sobre lo que paso ¡vete al infierno! ¿Ni le importa compartir un beso con su secretaria? ¡Hipócrita!

Cuando llegamos a mi departamento era de noche, le pone el seguro al auto y me mira con tristeza.

- Su salario será el triple del original... mañana cuando llegue la quiero en mi oficina.

- D-De acuerdo señor Wallace.

Que buena vida, estoy conteniendo mi felicidad pero tengo ganas de saltar de alegría.

Llego a mi departamento y saludo a Max, mi perro, con una caricia en su cabeza, me ducho y me acuesto a la cama a dormir cosa que no esta resultando pues la imagen de el beso entre Gustave y yo me vuelve a la cabeza una y otra vez.


Mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora