Capítulo 1

34K 1K 20
                                    

Síganme en Litnet como Restein, allá historias completas y maravillosas.
----------

Bien. Comencemos con lo primero. El tipo, mi jefe, Gustave Wallace, es el cliché del idiota que quieres en tu cama. Pero eso no aplica para mí. Su rostro parece moldeado en la fábrica de lindos niños ricos, de piel tonificada, labios gruesos, ojos cual café matutino, soñadores. Y mucho más importante que eso, es un déspota declarado. Físicamente, dudo que le cueste conseguir a una chica, de esas que sueñan con un veinteañero millonario hermoso toda su vida, yo desearía verlo no tan seguido, porque trata a todos como al cesto de la basura.

- No ha llegado llegado -dije, mirando mi reloj- ¿Por qué será?

Mientras hablaba se escuchó el ascensor llegar con mi jefe dentro.

- Buenos días... -carraspeó sin siquiera levantar la mirada.

- Buenos di... -No me dejo terminar, pues ya cerraba de golpe.

Esta reacción no me es extraña viniendo de "el gran Gustave Wallace" que siempre actuó como un desgraciado, desde el primer día, hasta hoy.

Al fin y al cabo era su secretaria y no tenía ganas de perder mi trabajo, porque si le decía lo mucho que odiaba sus estupideces, el tonto seguro me despediría y eso me llevaría a no tener como pagar mi departamento, o la quimioterapia de mi madre... el tarado no tenía sentimientos, y no me parece que una persona egoísta sin la suficiente decencia para mirarme llegue a tener compasión de mí.

Mientras yo organizo los papeles y atiendo sus llamadas, el tarado sólo está mirando por su gran ventana viendo quién sabe que... como si mirar las calles lo hiciese interesante.

Recibo una llamada del teléfono del que solo recibía llamadas de "mi querido jefe".

- Venga a mi despacho señorita Kiells. Ahora.

No sé por qué me sorprendía, él siempre colgaba después de hablar.

- ¡El miserable me colgó! -refunfuñé despacio.

Me dirigí a su despacho, donde estaba mirando a su ventana, como siempre.

- Señorita Kiells, necesito que me acompañe a un evento... el día de mañana... -suspiraó- como mi novia, así que mañana quiero que venga de gala.

Asentí, muy sorprendida. Aunque me encantaría romper lo que toma su vida ha sido un "nunca nadie le dice que no", debo ir. Quizá sea importante para mí.

Mi JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora