Capítulo 2: Sobre todo nueva vida

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-¡Santa Ravina!-. Espeté levantándome rápidamente de mi cama, cayendo encima de mis amigos, nos habíamos quedado dormidos y era tarde, quedaba 1 hora para que el vuelo saliera.

-Chicos vamos, levántense, llego tarde.

Me levante apresurada y corrí al baño con una toalla en mi mano, tuve suerte al no caer.

Una vez en el baño me despojé de mi ropa y cuando ya tenía un pie en la ducha pensé: Ni Katy ni Brus son de levantarse con un solo aviso.

Así que enrolle la toalla en mi cuerpo y salí, mis sospechas eran ciertas, mis amigos siguen dormidos.

-¡Despierten!

No era fan de la violencia, pero quería golpearlo a ambos para que abrieran sus bonitos ojos, lo razonable era tirarles un objeto- con mucha fuerza- para que despertaran. Al final como no soy tan mala, le lancé un par de almohadas grandes. Se despertaron de un brinco. ¡Ja, soy la mejor!

-Joder, Luci, podías llamar-. Se quejó Brus incorporándose en la cama, o colchoneta en el suelo rascando su cabeza y mirándome con reproche.

-Lo hice y saben que aún así no despertarían-. Me defendí-. Y ahora se dan una ducha y díganle a mi madre que les de ropa.

Mi sentencia fue rápida y entré otra vez en el baño.

Una vez me duche en tiempo récord, salí y me vestí con la ropa que planeaba usar; algo cómodo, un pantalón negro con aberturas en las rodillas, una blusa negra holgada y mis vans negras, iba toda de negro pero es un color que me gusta mucho, mi cabello seguía húmedo por lo que decidí esperar a que secara para poder recogerlo luego.

-Es tarde, Dios, ni siquiera me da tiempo de desayunar-. Hablé mientras corría de un lado a otro, fulmine con la mirada a mis amigos al darme cuenta de sus risas.

-No se rían-. Refunfuñe.

-No has cambiado nada-. Rieron-. Querida Lucí, apenas son las 10 de la mañana-. Habló Katy muy tranquila y no evite desplegar una mirada incrédula.

-Pero... ¿Cómo?

-Si, Luci, tu celular te odia, aún marca mal la hora-. Habló Brus.

Miré mi celular y luego el reloj que se encontraba en lo alto de una pared del salón, y si, era cierto, aún tenía una hora y media y tranquilamente podía volver a dormir y desayunar con mucha, mucha calma.

-Joder-. Suspiré y me caí sentada bruscamente sobre el sofá-. Traidor-. Achine los ojos mirando mi celular a lo que todos rieron y, si el apartó que tengo en mi mano pudiera hacerlo también se burlaría de mi.

-Luci Danver, tienes que tomar tu desayuno para...-. La interruumpí con antelación.

-Si mamá, para poder tener energías en este nuevo día-. Rodé los ojos, me sabía de memoria las líneas de mi madre cuando me negaba a desayunar o por falta de tiempo no podía hacerlo.

-Bueno, entonces ven, prepare tu desayuno favorito-. Dijo mi madre muy tierna.

-¡Bien, tostadas con mermelada y malteada de chocolate!

No era un secreto el que yo amara el dulce, y mis amigos no iban muy alejados de ese gusto, esa era otra de nuestras tantas cosas en común.

-Bien chicos, entonces... ¡A desayunar!

La femicidad de mi mamá era contagiosa, y a mi me gustaba mucho verla sonreír, creo que es uno de los placeres de la vida, ¿y es que para quién no es un placer ver a la señora que les dio la vida sin contar que aguanto tus patadas, revoloteos que provocan náuseas entre muchas cosas más durante nueve meses?, bueno, a mí me encanta.

Todo había sido muy difícil luego de que él señor que se hacía llamar mi padre destruyera nuestras vidas, mi madre lloró mucho durante y después de mi tormentoso sufrimiento, pero luego de eso recibimos mucho apoyo de Mary y Pau las madres de mis mejores amigos, con el paso del tiempo la vi sonreír al enterarse que tenía planes para mi vida, cosas que quería cumplir y que se que las haría. En fin, luego me propuse no ser una preocupación para ella y dar lo mejor de mí para seguir viendo esa sonrisa en su rostro.

Reprimí las ganas de llorar y trague el nudo que se había formado en mi garganta tras el recuerdo, y es que a pesar de el tiempo que ha pasado, las cicatrices en mi cuerpo y en mi memoria siguen, pero debo ser fuerte, por mi y por ella.

-Vamos-. Dije y nos dirigimos a desayunar todos.

***

-Dios, hija, no puedo creer que te marches-. Limpió una lagrima que rodaba de su mejilla.

-Mami...

-Si, lo sé, tus sueños y metas, lo entiendo-. Me dio una sonrisa débil, luego se escuchó hablar a una mujer por todo el lugar.

"Pasajeros con destino a New York, acercarse al pasillo B10"

-Bueno, al parecer te marchas-. Ahora habló Katy, si, katy y Brus me acompañaron.

-Si, los voy a extrañar a todos-. Lloriqueé y los abrace.

"Último aviso, pasajeros con destino a New York, acercarse al pasillo B10"

-¿Entonces irán en las vacaciones?-. Pregunté y ellos asintieron-. Vale, adiós entonces...

-Luci, cuando llegues me llamas a avisarme que tal te fue todo-. Dijo mi madre más calmada.

-Esta bien-. Y con esas últimas palabras y un último abrazo me encaminé hacia el pasillo que indicaba la mujer por la bocina.

Nueva ciudad, nuevas experiencias, nuevos amigos o eso espero, pero sobre todo una nueva vida. Con ese pensamiento subí, busque mi asiento y me dirigí hacia el, me senté y me dispuse a escuchar música con mis auriculares durante el resto del viaje.

Tenía la vaga esperanza de que todo fuera diferente, iniciaria con el pie derecho, seria amigable con todos, estudiaría y quizás hasta encuentre a algún chico, pero eso prefería dejarlo en segundo plano, y sí llegaba a suceder algún amorío en mi nueva vida esperaba que fuera para compensar lo que viví, no fue fácil, nada en mi vida fue fácil, y espero ahora la vida por fin me sonría.
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