Luces de tristeza

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Ella me miraba con fiereza, sus grandes ojos verdes trataban de retener unas lágrimas de rabia.
Pero seguía en esa pose amenazante que me transmitía tanta inseguridad en mí misma.
Pensé que me lanzaría algún puñetazo, o que al menos me insultaría, pero extrañamente bajó sus defensas.
En un instante, dejó de ser amenazadora a estar indefensa, pasó de parecer que iba a pegarme una paliza a abrazarse ella misma.
Eso, la verdad, me dejó descolocada.
Melissa era la típica matona de instituto (¡precisamente mi matona de instituto!), y jamás me hubiera esperado esa reacción de ella.
Bajó los brazos y también su mirada.
Eso provocó que su jersey rojo descendiera por su hombro.
Su pelo negro caía en cascada por el hombro desnudo.
Tuve una extraña sensación, quería abrazarla.
Y decirle que todo iba a ir bien.
Aunque no supiera qué le pasaba.
Mis pies amenazaron con dar un paso adelante, mas me giré y corrí como si el Diablo se llevara mi alma.

Jamás mencionamos lo que había pasado en ese cuarto de baño.

30 de noviembre de 2015

PapelWhere stories live. Discover now