Capítulo 5

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Me desperté al sentir al sentir dolor y una gran incomodidad en mi cuerpo, entonces cuando mis ojos se acostumbraron a la luz de la habitación pude ver que esta era algo grande y con paredes y suelo totalmente blancas, sin nada en absoluto salvo una puerta igualmente blanca en la esquina opuesta en donde yo me encontraba. Traté de levantarme, y observé que mis manos se encontraban atadas detrás de mi espalda y estaba vestida exactamente igual que anoche.

Como si las personas que estaban detrás de la puerta supieran que ya estaba despierta abrieron la puerta y se acercaron a mi, me tomaron de ambos codos y me levantaron sin ningún tipo de cuidado alguno. Dado a que me resistí a caminar terminaron medio cargandome y arrastrándome a través de los pasillos (de por lo que se ve es una casa), hasta llegar a una habitación que en un principio pesé que era una mini biblioteca, pero al observar detenidamente vi un escritorio y varios objetos de oficina, además de una mesa grande con un mapa sobre esta y varias figuras en el, parecidas los que usan los estrategas.

Las dos personas que me trajeron aquí me tiraron al suelo de un modo brusco y se pararon a cada lado mío.

- Retirense - ordenó una voz cerca de la entrada.

La persona dueña de esa voz era una mujer adulta de cabello castaño y con algunas canas, además de unos ojos negros iguales a los de Sebastian. Seguí observando a aquella mujer hasta que sentí algo frío y afilado en mi cuello, al girar mi vista al frente me vi una espada negra con estrellas grabadas en esta y un par de pies con botas de combate y pantalón negro ajustado.

La misma espada recorrió mi cuello y levantó mi mi mentón obligándome a alzar mi mirada y encontrar a  una de penetrantes ojos negros.

- ¿Está lista la habitación que te pedí, Amatis? - preguntó sin apartar su mirada de la mía.

- Tal como ordenó mi lord - respondió una voz que por su cercanía supuse que era la mujer de la puerta, sólo que esta vez unos cuántos pasos tras de mi. Traté de girar la cabeza para ver, pero la espada de Sebastian se colocó ahora en mi mejilla obligándome a seguir enfrentando  a sus ojos.

- Bien,  retirate entonces - respondió simplemente y escuché la unos pasos alejarse y segundos después como se cerró la puerta.

- ¿Mi lord? - el ante tal pregunta sólo sonrió.

- Al fin despiertas, te estaba esperando. Y...... respondiendo a tu pregunta, tengo mi propio ejercito al que puedo agregar tantas líneas como me plaza y serán tan leales y fieles a mi que si yo les ordeno que se suciden, lo harán. Soy alguien importante al que se le debe mostrar respeto, que mal no te haría aprender - al terminar su arrogante discurso se agachó, me rodeó la cintura y me levantó del suelo aún mirándome fijamente a los ojos. Traté de soltarme de su agarre pero me apretó más contra sí - deja de retorcerte que terminaré haciendo algo que no te gustará.

- ¿Para qué me trajiste aquí?

- Directo al grano por lo que veo - tardó unos minutos en lo que parecía pensaba lo que iba a decir - bueno... No podía dejarte libre por lo que viste esa noche por lo tanto te traje aquí, el mundo aun no está preparado para mi regreso.

- Y ¿por qué sencillamente no me asesinaste y ya? - en ese momento una mirada de confusión surco su rostro.

- No lose - me sobresalte al sentir su mano recorrer delicadamente mi mejilla y mi cabello mientras que su otra mano permanecía estática y firme en mi cintura - ¿A caso quieras que lo hiciera?

- No - su mano sostuvo mi barbilla y con su dedo pulgar delineaba mis labios.

- Bien - soltó su agarre y se separó de mi para tomar mi codo y comenzar a caminar hacia la puerta, las ataduras de mis manos comenzaban a molestarme.

SECUESTRADA POR UN MORGENSTERWhere stories live. Discover now