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-"Perder

A mí también me pasó una vez. Perdí un papá, que es como perder una casa. Perdí un papá, que es como perder las columnas de una casa, y sentir que las paredes ya no se sostienen y que el techo se te viene encima. Y que te vas a morir vos también aplastado, porque ya no hay aire para respirar ni espacio para moverse. Y porque se apagaron todos los colores.

Lo que antes era tu casa, el lugar adonde siempre podías volver, se convierte en una trampa sin aviso y sin salida. Es un muerto. Y no hay opción de mudarse, porque afuera estás a la intemperie, porque no existe otra casa de esas.

Lo peor de mirar a tu vieja y a tu hermana y desear que ojalá pudieras crecer muy rápido, que ojalá te conviertas ya mismo en columnas y pudieras sostener algo de todo lo que se derrumba frente a tus ojos, mientras vos estás ahí parado como un boludo... Porque ni para carpa te alcanza... y ya no hay a quién preguntarle cómo se hace.

Todo esto se me vino a la cabeza como un pelotazo mientras ella me contaba su mudanza. A mí también me pasó estar muy triste y hubiera querido decírselo, pero me salió el silencio. Cómo son estas cosas, que cuando quiero callarme hablo de más y la lastimo, y cuando quiero contarle hablo de menos y la dejo sola."

Esto es de un libro que leí, llamado Posición adelantada, de María Florencia Gattari. La verdad, es un muy buen libro, porque hay partes que tienen toda la razón -como esta- y otras que son sumamente graciosas.



PensamientosWhere stories live. Discover now