17. Felices 18 [Parte 1]

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-¿Y ahora? -interrogó Cameron pasando su dedo lentamente sobre la espalda desnuda de Victoria.

-¿Ahora qué? -murmuró ella acurrucándose contra él un poco más, ajena a su pregunta, más bien sumergida en un océano de tranquilidad y calma.

-¿Te gusta cómo me muevo? -le preguntó entonces, ella lo golpeó en el brazo y se rió.

Él la cubrió con su cuerpo, pegando su pecho a la espalda de ella, haciéndola sentir cálida. Luego de haber compartido tanto con el otro, ellos yacían allí, sin querer moverse para nada. Aunque Victoria se sentía adolorida y no había sido precisamente la mejor primera vez de su vida, como le había dicho a Cameron, con él todo lo que hacía era especial. Él la había tratado como a la más delicada flor, incluso en algún punto llegó a creer que él tenía más miedo que ella pero ambos lo resolvieron al final y lo hicieron, ahora estaban ahí sin posibilidades de moverse pronto.

-No quiero que te vayas -murmuró Victoria volteándose para quedar frente y contra su pecho desnudo, lo cual se sentía tan íntimo en ese momento, casi como si fuera parte de ella y tal vez era por eso que ella lloraba-. No quiero, no quiero, no quiero... -repitió varias veces sujetando su espalda con las manos y envolviendo las piernas alrededor de su cintura para mantenerlo cerca.

-Yo tampoco quiero irme... -susurró él besando su frente-. Solo será un año.

-¿Tienes idea de lo que puede pasar en todo un año? ¿Y si te enamoras de alguien más?

Él la miró a los ojos y luego levantó su cuerpo, admirando el de ella debajo de las sábanas y luego de vuelta a sus ojos que parecían tenerlo encantado para entonces. Cameron negó con la cabeza, entrelazando sus manos y presionándolas contra el colchón para mantenerla quieta y no dejarla cubrirse. Había intentado cubrirse como un acto reflejo pero era un hábito que dejaría pronto, ya que él se aseguraría de eso.

-Jamás... -él la besó, capturando uno de sus labios en un resbaladizo mordisco que terminó en una risa por parte de ambos, ella cerró los ojos cuando él llevó su boca hacia su cuello y dejó besos por todo el camino hasta su pecho-. Te amo -farfulló contra su piel, ella no pudo contestar porque estaba demasiado ocupada retorciéndose entre las sábanas y no pudiendo moverse para tratar de aliviarlo, él parecía burlarse de su desesperación pero la hacía sentir mejor que nunca.

-Probablemente... tengo que... -ella gimió y soltó una risa, cuando él besó su vientre y soltó sus manos ella tiró de su cabello para alejarlo de su piel, rompiendo el hechizo bajo el que estaba, él le mostró una sonrisa traviesa que ella fulminó-. Mi abuela debe haber llegado ya, no quiero que me regañen... o peor, que me vengan a buscar, así que... déjame ir.

Él negó con la cabeza y trepó de nuevo arriba, acorralándola contra la cama, besándola para mantenerla en su sitio.

-¿No puedes quedarte? -interrogó él cuando la soltó-. Dile... emh... Eliana, que vas con Eliana. Por favor, no te vayas -suplicó él, volviendo a atacar su cuello con besos húmedos, ella negó con la cabeza.

-No creo que yo...

Alguien tocó la puerta interrumpiendo su frase. Ambos se incorporaron de golpe a la cama, cubriéndose con la sabana.

-Cameron, la abuela de Victoria está aquí, que si está aquí que ya es tarde -anunció Francisco.

Victoria se alarmó inmediatamente ¿¡Ese a qué hora había llegado!? Las preguntas y la preocupación empezaron a atacarla y mientras maldecía, se bajó de la cama y saltó por toda la habitación intentando recoger su ropa y ponérsela al mismo tiempo tan rápido como podía.

-¡Sí, estoy aquí, Fran, dile que estamos viendo una película, que ya voy! -anunció ella.

-¡Ok! -ella notó como él se alejó.

Victoria se sentó en la cama y respiró tranquila mientras se pasaba las manos por la cara.

-Dios mío, que estrés -murmuró meneando la cabeza-. Camarón, no veo la hora de que no haya nadie que nos moleste.

Él la ayudó a levantarse, tirando de sus manos y la abrazó.

-Está bien... -le dijo acariciándole el cabello-. ¿Quieres que te acompañe?

-No, está bien -ella lo soltó y caminó hacia la puerta, pero se volteó antes de llegar y sonrió-. Cameron, eso fue... maravilloso -dijo ella-. ¿Qué tal fue para ti? -preguntó ladeando la cabeza con verdadera curiosidad.

Cameron caminó hasta ella y tomó su cara entre sus manos, besándola profundamente como una respuesta concreta a esa pregunta.

-No me beses así, me dan ganas de quedarme -ella susurró cerca de sus labios.

-Te beso así siempre, entonces... -él apretó su cadera y se alejó-. Vete ahora o te quedas hasta mañana y nadie sale de aquí ¿Ok?

Ella rió y asintió.

Se despidió y salió de la habitación de Cameron, se arregló en el espejo del pasillo y saludó a Francisco antes de salir del apartamento. Aun se preguntaba en que momento había llegado Francisco. Pero ignoró su pregunta interna y con toda la naturalidad del mundo entró en su apartamento, su abuela estaba preparando la cena apenas. Suspiró tranquila porque le sonrió como normalmente lo hacía al verla entrar, lo que quería decir que no sospechaba de nada.

Victoria se fue a dormir tranquila, sobre todo porque al día siguiente era su cumpleaños.

En sus sueños, él la seguía besando, él la tocaba en cada centímetro de piel disponible para tocar en su cuerpo, la exploraba como lo había hecho en ese momento, a veces la mordía y dejaba marcas que no hacían más que reclamarla como de él. Hubo un momento en que ella tomó el control y con los ojos cerrados, se concentró en la piel de su cuello, besándolo y reclamándolo justo como él lo hacía, ella lo hizo delirar con cada pequeño toque, lo sabía porque él no dejaba de repetir obscenidades en su idioma natal, lo que la hacía a ella vibrar de emoción. Su toque se sentía tan vívido en sus sueños que ella pudo haber pensado que él estaba justo ahí.

Y fue cuando abrió los ojos, al llegar a la mejor parte de su sueño y lo vio, justo frente a ella.

-Happy birthday! (¡Feliz cumpleaños!) -expresó él sonriente y pícaro-. ¿Soñaste conmigo? -interrogó alzando una ceja.

Ella se quitó el sudor de la frente y se incorporó, parpadeando varias veces.

-Estás muy linda cuando despiertas -dijo él.

Ella volteó hacia el espejo de su puerta y rodó los ojos. Su cabeza era un nido de pájaros.

Negó con la cabeza.

-Estás loco -susurró ella, saliendo de las sábanas para sentarse a su lado-. Gracias -le dijo dándole una media sonrisa.

-Te amo -él tomó su mano y la besó.

-I love you too -dijo ella, levantó esa mano para acariciar su cabeza-. ¿Me conseguiste un regalo? -preguntó como una niña emocionada.

Él rió y asintió.

-Sí -se encogió de hombros-. Creo que te gusta...

-¡Victoria! -el grito de la voz de su madre la hizo saltar, Cameron frunció el ceño, por alguna razón la mujer se oía enojada-. ¿¡Dónde está!? -gritó de nuevo.

-¿Ella está aquí? -preguntó hacia Cameron.

Él se rascó la nuca.

-Sí, llegó esta mañana...

-¿¡Y!? -Victoria saltó sobre sus pies.

-Creo que tu abuela le contó -dijo Cameron.

-¿Sobre...?

-Que nos casamos.

Solo para bilingüesTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang