Una nueva misión

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STEVE

Como todos los días el Capitán salió a correr desde muy temprano.

Unas veinte vueltas al vecindario y él apenas sentía el cansancio. Mientras hacía su recorrido se encontró con muchas escenas dignas de recordar. Como parejas y familias felices, todos iniciando con ánimo el nuevo día.
Por un momento pensó en Peggy y se imaginó la vida que siempre deseó.

¿Nos hubiéramos casado?

¿La habría hecho feliz?

¿Tendríamos hijos?

Miles de preguntas se formulaban en la mente del Capitán.

—Nunca lograré entender la razón por la que sigo vivo.—paró en seco recuperando la respiración.

Él estaba seguro de que esa razón eran los vengadores, el estar ahí para las personas y poder seguir brindando paz y seguridad al país. Pero había de esas veces en que eso simplemente no parecía suficiente.

En el bolsillo del soldado su celular comenzó a vibrar y a sonar de manera insistente. Al pobre de Steve aún le costaba saber como funcionaba ese aparato tecnológico, que para él no era necesario pero tanto Fury como Natasha le obligaban a usar.

—¿Sí? —dijo una vez que logró contestar.

—¡Vaya!, creí que jamas responderías.—pudo escuchar la risa de su amiga al otro lado.

—Sabes que no me acostumbro, en fin ¿qué pasa?

—Sólo llamaba para recordarte que paso por ti en media hora.

—Gracias, lo había olvidado.—¿Cómo se me fue a olvidar?

—Date prisa no querrás dejar a Stark plantado.—bromeó.

Steve rodó los ojos.

—Qué graciosa, te dejo porque entonces sí no llegaré.

—Ya sabes que te quiero—la pelirroja mandó un beso.—Te veo en un rato.—colgó.

El Cap guardó el celular y corrió de vuelta a su apartamento.

En serio que si no me habla Nat yo ni en cuenta.

La noche anterior estuvo pensando en lo que habló con ella sobre Stark.

—Espero Tony y yo podamos llevarnos bien de una buena vez.
No sólo por nosotros sino para bien de todos.

A la vez él quería poner fin a esa enferma rivalidad, pero cada vez que quería arreglarlo Stark terminaba por empeorarlo. O al menos así lo veía él.

Se dio un baño lo más rápido  que pudo y también le alcanzó el tiempo para comer algo.

Cuando estaba recogiendo la mesa el timbre sonó una par de veces.

—Siempre tan puntual.—dijo al abrir y ver a Natasha.

—¿Nos vamos, Capitán?—ésta se recargó en el marco de la puerta.

Steve asintió entre queriendo y no.

Se fueron en el auto de la pelirroja.

Durante el trayecto Natasha le fue proponiendo al Cap algunas citas. Ella insistía en que debía encontrar a alguien con quien compartir su tiempo.

I Hate You, I Love You (En Edición) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora