[TRECE]

94K 7.3K 1.9K
                                    

Y al final todos éramos solo humanos borrachos en la idea de que el amor, solo el amor, podía curar nuestro interior quebrantado.


CHRISTOPHER POINDEXTER

.

FIDEL

—Pensé que vendrías con tu amiga—dice Marisa a mi lado.

Va vestida de... algo sexy. No lo sé. Las mujeres en esta fiesta han usado el pretexto de que es de disfraces para usar ropa con la que las criticarían en cualquier otro lugar.

No me quejo, es una buena vista.

Le sonrío y doy otro trago del vaso rojo que tengo en la mano. Necesito aclarar mi mente y a veces el alcohol me ayuda. Espero que esta sea una de esas veces.

—Yo también —admito—, pero hubo un cambio de planes en el último minuto.

Hago una mueca casi imperceptible al recordar el mensaje de Kea diciendo que no quería salir esta noche.

Pensé en responderle que si quería que hiciéramos algo juntos entonces estaba bien, pero si ella hubiera querido estar solo conmigo en vez de ir a la fiesta me lo habría hecho saber, ¿no?

Tal vez estaba enojada por la manera tan extraña en que actué con ella anoche. Hasta yo me sorprendí. Había estado todo bien y entonces fui y me comporté así.

Bufo al darme cuenta de lo idiota que fui.

Siento el cuerpo de Marisa acercarse un poco más a mí, pero no me alejo. Es raro. A pesar de sentir como si estuviera engañando a Kea de alguna manera, me quedo ahí. Dejo que se presione contra mi costado y rodee mi cintura con sus brazos. De todos manera Kea y yo no somos nada.

Soy despreciable, ¿no?

—¿Entonces era cierto que no es tan importante? —cuestiona con un toque de picardía.

Debería sacarla de su error. Debería decirle que Kea sí es importante; que no es solo una amiga para mí. Pero, ¿qué es entonces? ¿Qué somos? Nada. Eso es lo que somos.

¿Por qué me importa tanto entonces? ¿Cómo es posible que ya la extrañe?

La bebida ya está logrando enredarme la lengua y los pensamientos. Lo único que viene a mi mente una y otra vez es Kea.

Sacudo la cabeza y me encojo de hombros.

—Te lo dije —me escucho decir—, es solo una amiga.

La música pulsa en mis oídos. Veo a la gente alrededor riendo, bebiendo, bailando como siempre lo hace, y nunca me he sentido más fuera de lugar.

Y molesto. Me siento increíblemente molesto conmigo mismo también.

Dios, ni siquiera yo me entiendo. Kea me gusta... pero no tanto. ¿O sí?

Miro a Marisa sonriente frente a mí y observo que también es muy bonita. Si Kea me gustara lo suficiente no notaría a Marisa, ¿cierto? Y si ella me quisiera, si le gustara, entonces habría dicho algo. Me habría dado alguna señal.

Habría terminado lo que sea que tiene con Alex, pero no lo ha hecho.

Resoplo frustrado y me paso una mano por el rostro.

Las fiestas siempre han sido mi escape, pero hoy más que nunca me siento atrapado, no importa qué tan alto sea el ruido ni cuanta cerveza beba. Todo está en mi mente. Me siento mal por cómo dejé las cosas con Kea, por no haberle hablado para disculparme, por no haber ido a ver si se encontraba bien.

Besos que curan [ADL #2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora