~Capitulo 32.

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—¿Cómo lo sabes? —le espeta la otra chica.

—¿Quizá porque estuvo totalmente colgado de mí el año pasado?

—¿Te pidió salir?

—No exactamente. Pero estuvo tonteando conmigo en clase de Química.

—Eso no prueba nada.

—¿Por qué iba a tontear conmigo si es gay?

—¿Hola? ¿Para que no sospecharar de él?

—Da igual. Estaba saliendo con Lani.

Contengo la respiración. ¿Quiénes son estas chicas? No reconozco sus voces. ¿Las conozco? ¿Y por qué no se mueven?

—Quizá solo eran amigos.

—Sí, claro. ¿Alguna vez los has visto juntos?

—Sí, pero...

—Créeme. Eso no es amor platónico.

La puerta se abre de nuevo. Una nueva chica dice:

—¿Dónde se habian metido, chicas?

Su voz suena más baja que la de las otras.

—Pues aquí, claramente.

—¿Blake no estaba saliendo con Lani? — dice la primera chica.

—Blake es gay — dice la que acaba de llegar.

—No, no lo es. El año pasado coqueteó conmigo.

—Qué tontería — dice la nueva chica —. Ryan dice que oyó a Lani contarle a alguien que Blake es gay.

—¿Qué Ryan?

—Ryan Campanelli.

—¿Cuándo?

—A finales del año pasado.

—Sí, claro. Seguro que se puso a hablar de eso delante de Ryan.

—No, él estaba en otra aula. ¿No sabes que se escucha todo lo que se dice en la uno diecisiete desde la sala de espera del despacho del orientador?

—Ah, es verdad. Es por no sé qué del sistema de ventilación.

—Pasa lo mismo con la dos cuarenta y dos y la dos cuarenta y cuatro.

Yo tenía Comunicación Audiovisual en la dos cuarenta y dos el año pasado y escuchábamos todo lo que pasaba en la dos cuarenta y cuatro.

—Ryan estaba yendo a ver al profesor Bradley cuando escuchó a Lani. Ella dijo que...

La puerta se abre.

—Chicas, ¿dónde se supone que deberían estar? —dice la voz de un profesor—. Largo de aquí.

Escucho que las chicas se apresuran. Me muero por saber quiénes son, pero no puedo correr el riesgo de exponerme.

Se supone que Justin tendría que estar aquí desde hace diez minutos.

Unos segundos después, la puerta vuelve a abrirse. Justin baja las escaleras corriendo. Sé que es él sin necesidad de mirar.

—Lo siento —dice Justin. Se agacha y se mete en el hueco de la escalera —. Esas chicas han tardado una eternidad en irse. Yo estaba... 

Lo beso.

Te echo de menos — me dice.

—Yo también.

—Voy a mandarle un email a Erin.

—Pero dijiste...

—Lo sé. Pero no me está dejando opción.

Vuelvo a besarlo.

—¿Cómo está Blake? — susurra.

—¡Tío! — grito en un susurro —. Acabo de averiguar quién ha contado lo de Blake. ¡Ha sido Ryan!

—¿Ryan Campanelli?

—Sí. Estaba en el despacho del orientador cuando nosotros estábamos en la uno diecisiete. Me escuchó cuando se me escapó lo de Blake.

—¿Cómo?

—En la sala de espera que hay antes de entrar al despacho del orientador se oye todo lo que pasa en la uno diecisiete a través del sistema de

ventilación.

—Ay, mierda.

—No me puedo creer que haya esperado tanto para contarlo.

—Por lo menos ya sabes quién lo hizo. Y también sabes que no fui yo.

—Ya sabía que tú no...

No me da tiempo a terminar lo que estaba diciendo. Porque Justin me está besando.

Y eso es lo único que importa.


El novio de mi mejor amiga.Onde histórias criam vida. Descubra agora