~Capitulo 6.

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No sé nadar

 Sé lo que estás pensando: «¿Cómo puede ser que tengas casi diecisieteaños y no sepas nadar?». Pues resulta que nadie me ha enseñado. 

Cuandoera pequeña, nunca fui a un campamento, ni a la piscina, ni a ninguno delos lugares donde normalmente se aprende a nadar. Mis padres nunca memotivaron para que me interesara por la natación y a mí nunca se meocurrió aprender por iniciativa propia.Hasta ahora. Tenemos una reunión familiar en Hawai en verano, despuésde que me gradúe (tengo un cuarto de sangre hawaiana por parte de madre).Tengo ganas de nadar en el océano cuando estemos allí. Me encantan lospeces tropicales. En mi habitación tengo un acuario enorme con neones yarcoíris y dos peces ángel. Mi pez ángel francés se llama Wallace y mi pezángel reina se llama Gromit. Es el pez ángel reina más bonito del mundo.También es mi favorito. Ya sé que no debería tener una mascota favorita,teniendo en cuenta que tengo varias, pero no creo que los peces se dencuenta.Sería fantástico nadar con peces tropicales. Me molesta ser una inepta enuna cosa tan básica, en algo que todo el mundo sabe hacer. Así que me heapuntado a clases de natación. 

En muchos sentidos, soy una persona de agua. El agua es un elementoterrestre, así que casa bastante bien con mis tendencias tauro. Si estoy muycansada y necesito espabilarme un poco, una ducha me resulta unaexperiencia de lo más refrescante y terapéutica. Mi cuarto de baño pareceu n spa. Tengo montones de geles de ducha y de perlas de baño y meencantan los aceites esenciales, sobre todo los de ylang-ylang, lavanda olila. También me gusta mucho dejar que el pelo se me seque al aire, sobretodo en verano.Así que soy bastante acuática, es solo que me da un poco de miedo elagua cuando se trata de un mar o un océano. O un estanque. O una piscina.Me aterroriza la idea de ahogarme.Ahogarse debe de ser una de las maneras más horribles de morir. Desdeel accidente, tengo pesadillas en las que me hundo en agua, cada vez másprofundamente, y mis pulmones luchan hasta la extenuación. Espero que,cuando aprenda a nadar, las pesadillas desaparezcan.Tengo clase de natación los miércoles después del instituto, en elpolideportivo. De momento, lo único que hemos aprendido es a avanzarcon las tablas y a nadar estilo perro. Un perro un poco ladeado yperjudicado, a decir verdad.Soy la alumna mayor de la clase. Con diferencia. Hasta los niños dePrimaria nadan mejor a estilo perro que yo.Se supone que tenemos que hacer ejercicios en parejas. Mi compañero esel ayudante del profesor que, evidentemente, ya sabe nadar. Todos losdemás están emparejados con alguien de su edad. Para este ejercicio, tengoque estirar los brazos hacia atrás. En cuanto mis pies se levantan del suelode la piscina, siento como si me fuera a ahogar y empiezo a patalear.Detesto que me dé tanto miedo. Quiero experimentar la increíblesensación de deslizarme suavemente en el agua, tal ycomo me imagino que se siente la gente cuando la veo nadar. Peroparece que yo nunca voy a llegar a eso.Mi compañero no está de acuerdo.

 — Lo tienes controlado — dice —. Está todo en tu cabeza. 

Tiende las manos hacia arriba para que me tumbe encima. Apoyo la tripasobre ellas, estiro los brazos y, luego, levanto las piernas.No. Puedo. Avanzar.Mis pies patalean frenéticamente buscando el suelo de la piscina. Meincorporo, con el corazón latiéndome a mil por hora. Ni siquiera me atrevoa mirar al ayudante de la vergüenza que me da. No es que crea que vaya adejar que me ahogue. Sé que nunca lo haría. Es que... bueno, quizá estapiscina sea segura pero, ¿quién me va a salvar cuando esté nadando sola enel mar, donde podría pasar cualquier cosa? 


El novio de mi mejor amiga.Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin