Te entrego lo mas preciado...

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—...quiero domarte –escucho la pequeña rubia por parte de aquel "chico".
—¡¿De qué estas hablando?! –grito intentando zafarse del agarre– ¡Quizás no lo notes pero no soy un dragón! ¡Y si tengo un par de cuernos es porque soy una dragonesa pero eso no me quita el ser una persona!

La menor ya no sabia si sentirse ofendida, molesta o asustada, realmente la proposición o mas bien, la orden, era algo extraña e inusual. Miro los ojos de quien la tenia inmovilizada con una mirada suplicante, pidiéndole en silencio que la dejara ir y no le obligará a algo tan horrible.

—Bien –le soltó y volvió a sentarse bajo aquél pino nevado- No te someteré.

La pequeña chica rubia se quedó un poco impresionada, no esperaba para nada el que su petición se hiciera cumplir y fuera liberada tan pronto. La persona frente a ella no parecía de ese tipo y, de hecho, el que cumpliera su pedido le hacía parecer alguien bipolar.

—¿De verdad? –pregunto ilusionada y aún sin creerlo.
—Así es –contesto cerrando los ojos unos segundos para enseguida abrirlos y mirar a la ojiverde de una forma indescifrable– Te someteras a mí por tu propia voluntad– dijo decidida y de forma firme.
—¡¿Que?! Estas loco –ahora realmente estaba segura de que "el" pelinegro estaba loco, nadie en sus sano juicio haría eso por propia voluntad– ¿por que haría eso?
—Fácil, elegiste un mal lugar para conocerme. Aquí en las montañas del sur ya no quedan dragones, por eso decidí responder a la alerta, quería ver al dragón con mis propios ojos. Aunque me mintieron, dijeron que era un dragón de hielo no uno arco iris –menciono hablando a si misma desviándose del tema –Bueno el punto es que solo tienes un dragón...y yo tengo cuatro– su forma de hablar era cínica. Dio un silbido al aire y aparecieron sus otros tres dragones uniondose al de viento y adoptando una posición de defensa–Si yo doy la orden ellos no dudaran en luchar contra tu dragón y, quieras o no, uno de los cinco morirá –dijo con simpleza.

Se giró a ver a la niña y ésta parecía tener una cara de horror ante tal comentario, después de todo una dragonesa nunca dejaría morir a un dragón, no si podía impedirlo, de lo contrario incumpliría sus votos y la madre dragonesa le castigaría tomando su vida de la misma forma en que el dragón murió. Pero más que ello, era el amor que tenía por esas majestuosas criaturas lo que le impedía no hacer algo porque no salieran heridas.

—No lo hagas –susurro de forma audible para la mayor– te lo ruego.
—¿Entonces? –hablo insinuando– ¿Te someterás mí y estarás a mi servicio?
—Yo...¡no puedo hacer eso! –estaba desesperada por hacerle entender que no quería eso– ¡mi libertad es lo mas valioso que tengo!
—Digamos que te comprendo –dijo suavizando la mirada falsamente.
—¿D-De verdad?
—...pero me vale. No importa, tu decisión esta tomada así que...¿Que se le a de hacer? –encogiéndose de hombros luego se puso de pie, y camino al lado de sus dragones– ATAQUEN
–dio la orden.

Los dragones de Shouri se fueron contra el dragón arco iris, atacándolo sin piedad con los elementos que cada uno podía controlar. Quizás el dragón arco iris era de categoria más alta debido a su extrema rareza, pero los de la azabache eran mas. La pequeña ojiverde quedo horrorizada al ver a los dragones pelear salvajemente en el aire, y rápidamente corrió junto a la mayor.

—¡NO, DETENLOS! –le grito suplicante– ¡VAN A HERIRSE!

Pero la mayor solo dio una sonrisa ladina al espectáculo aéreo evitando la mirada llorosa de la menor.

—¿Por qué te preocupas? Tú lo provocaste.

La niña solo agacho la cabeza, apretando los puños. Se sentía entre la espada y la pared, totalmente impotente, no quería perder su preciada libertad, pero... ¿que clase de dragonesa seria si permitía que siquiera un sólo dragón muriera?

Destinada a ser mía. (Yuri) (EDITADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora