Cinco segundos a cinco centímetros

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Es más o menos así como suceden las cosas importantes de la vida; la vida, por su lado, ha dejado lo importante en algún sitio lejano a mí por mucho tiempo.-

Las aceras, los cruces, las rampas y avenidas no están hechas para que las camine. ¡No, yo no! Es catastrófico sentir la inclemencia de los rayos solares que difieren tanto de los Gamma. Ojala enverdeciera, aumentara de tamaño y destruyera esta ciudad de mierda cada vez que el sol me saluda con sus pretenciosos roces, en vez de eso me quemo, adelgazo y sudo.

Las bocinas son el reflejo del odio de una sociedad que, de por sí, no me cae bien. Todo me proporciona un malhumor desmedido... es lo único que comparto con el admirable hulkie.

Ayer también caminé, menos que hoy, pero igual voy dejando mi humor botado por la esquina de Farmatodo, en las intersecciones bulliciosas, en las maldiciones entre los involucrados de la tranca en el semáforo, creo que los improperios, de alguna manera, funcionan como fiscales que zafan el enredo que varios primates con maquinarias han patrocinado: ¡No!... ¡Definitivamente no!

Hoy sigue siendo lo mismo, pero más intenso. Camino cuatro cuadras de monotonías indeseadas y me sumerjo en una efímera tranquilidad. Suelen tranquilizarme los pasillos de este Centro comercial; es el menos visitado de la ciudad, vengo con frecuencia para separarme momentáneamente del mundo, de lo que sea que ocurra fuera. Comencé a perder el tiempo entre las tiendas de ropa, maxi donas y algunos locales de tattoos en los que entro y pregunto precios para un diseño. Ausenté la mirada en camino hacia la salida, no me preocupé por la emancipación de mis piernas y me deje dirigir completamente desconectado del entorno... fue cuando sucedió.

Muchas veces las cosas malas se presentan como buenas, y de las buenas desconfías más que de un psicópata violador, es más o menos así como suceden las cosas importantes de la vida; la vida, por su lado, ha dejado lo importante en algún sitio lejano a mí por mucho tiempo, y hoy, en el momento menos imaginado, llega.

Yo me incliné para tomar el billete de 100 que había sacado del bolsillo, pretendía comprarme un cepillao antes de irme, ella volteó la esquina con la misma mirada perdida que traía yo minutos antes, y no vio al extraño hombre doblado en pleno pasillo recogiendo un billete del suelo, tropezó con mi torso y extendió los brazos de modo que recibieran el piso antes que su cabeza. Yo volteé mi cuerpo por el empujón, terminando acostado boca arriba con una chica sobre mí, la mano que debía recibir el suelo terminó en mi boca, no lograba distinguir más detalles por la cercanía que invadía todo lo personal que ambos podíamos reservar. Hubo un instante, un fragmento de tiempo, no sé si realmente se dio el lujo de frenarse allí pero la mirada nuevamente se me perdió, esta vez no en un pasillo extenso. Las piernas volvieron a olvidar que me pertenecían, durante ese instante, ese fragmento, yo me volví a desconectar, me volví a perder pero en otra mirada.

¡Coño! Discúlpame, chamo, no vi que estabas..- Dijo ella, trayendo de vuelta al mundo nuestro razonamiento –

Estaba visiblemente avergonzada como para terminar la frase, comencé a sentir lo mismo, los transeúntes no dejaban de posicionarnos sus ojos y hacer incómodo hasta el aire.

No, no te preocupes, yo... - hice una pausa de indecisión, de duda - me crucé en tu camino

Su sonrisa nerviosa la despidió de mí. Siguió su camino. La vi caminar con rapidez en los pasos, como huyendo del sitio. A mí me empezaron a atacar algunas dudas, no sabía cuál sería mi siguiente paso, cinco segundos a cinco centímetros de mí y estaba considerando buscar algún motivo sin cordura para seguirla... ¡Sonreí! ¡Qué loco estoy, marico!- Admití y fui tras ella.

Trabaja en Susy Cookies, la caja es su primera compañera, la segunda despachaba. Yo me quedé sentado en la feria de comida, escogí la mesa donde ella no pudiese verme, tengo problemas para familiarizarme con nuevas personas y aunque algo sucedía con ella que yo simplemente no pueda explicarme, tampoco estaba muy interesado que supiera que la seguía, tal vez sea hasta aterrador que un hombre te haga pasar el momento más vergonzoso del día y además comience a seguirte como si te asechara.

Ya llevaba casi media hora sentado, no lo soporté y en cuanto las noté sin clientes me acerqué, en el camino iba casi arrepintiéndome, tal vez podría quedar como un idiota, un intenso o un creepy de la vida, pero allí iba.

Le ordené 7 galletas surtidas a la vendedora, la cajera escuchó mi voz y como habiéndola reconocido, levantó la mirada y la fijó en mi, parecía incrédula, yo le sonreí, ella devolvió el gesto con cortesía y bajó de nuevo la mirada. Me acerqué a ella con mi orden y saqué mi tarjeta.

Tengo que confesarte que lo hice a propósito- Dije seriamente. -

¿De verdad? ¿Es así como tu hobbie?

¡No! es así como busco acercarme a una chica, soy medio tosco y, como si eso fuera poco, me gusta dar una -"mala primera impresión"

Definitivamente me iba a comenzar a temer, ¿qué idiota dice tal cosa?

¡Qué lindo!- Sonrió -

Ya son casi 24 horas desde aquello, volví a dejar ir mis pies hasta el centro comercial, ella estaba allí, yo crucé la feria de comida pretendiendo que no había pasado nada, sin inclinar la mirada hacia ella, miré algunas tiendas y al fin fui por mi porción de galletas. Ella sonrió al verme y esta vez fui yo quien contestó el gesto.

Dicen que envician, será cierto entonces, ¿no?- Dijo con ironía.

¡La verdad las odio, son horribles, no te ofendas!

¿Qué haces comprando?

No es lo único que hay en este local, de hecho, ayer olvidé preguntar tu nombre.

¡Qué bueno, vuélvelo a olvidar mejor

Esperaba que no te ofendieras

No lo estoy.

Entonces tendrán que comenzar a gustarme, tal vez mañana les de otra oportunidad- Sonreí tomando la factura y me fui.-

Me sentía humillado, algo torpe, pensé en olvidarme del asunto, seguir con mi rutina malhumorada y dejar de visitar el único Centro comercial que me agradaba de la ciudad. Me hice un mundo alternativo en mi mente, pero algunos días volvía, ella me tildaba de perseverante, me regalaba algunas sonrisas efímeras y seguía obviando mis pretensiones, eso no era tan humillante.

Hoy volví, pasé por otros locales antes, comprando algunas cosas, de vez en cuando desviaba la mirada y allí estaba ella, con sus hermosos ojos claros pretendiendo que no me estaba mirando. Llegué al local a pedir la misma porción.

No te venderé nada - Dijo sonriendo.

¿Hice algo malo, o... Vendiste todas mis galletas?

Sigues odiando cada gramo, probablemente las botas al salir

Bueno, no puedes negar que lo he intentado

Fue entonces cuando el paso estaba dado. Es más o menos así como suceden las cosas importantes de la vida; un día tropiezas con una chica que termina por cinco segundos a cinco centímetros de ti, y otro, un poco más tarde, acepta hacerte el segundo favor.

Me llamo Mariana

Al fin comienzo a conocerte, Mariana.- Dije siendo algo sarcástico.

No te ofendas, después de todo, tú te cruzaste en mi camino.

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