Capítulo XXIII: El encanto de la noche

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Capítulo XXIII:

El encanto de la noche:

"El mal, para florecer, debía de ser seductor. Debía de atraer al mundo con una sonrisa ganadora y la promesa de belleza."

Yo soy Dios, por Giorgio Faletti.

El tiempo se había pasado volando, una lista imposible de recordar de melodías similares y conversaciones sin importancia. Jane no se había sentido tan ligera en años. Casi le daba la impresión de flotar entre la gente, sus pies moviéndose solos al ritmo de la música.

Entre una canción y otra, o a veces incluso durante estas, alzaba la mirada hacia el cielo, y se perdía en la danza de las estrellas, olvidándose del mundo por un momento.

─ ¿Te diviertes? –bajó la mirada, algo sobresaltada, y sonrió a Seka, de pie frente a ella con dos copas en la mano─ Pensé que tendrías sed.

─ Gracias.

─ Entonces –insistió el muchacho─ ¿Un exceso de pomposidad o un buen entretenimiento?

─ ¿Ambas? –bromeó.

El príncipe sonrió, y quitándole la copa, dejó ambas sobre la mesa, extendiendo su mano hacia ella.

─ Eso resume básicamente todas nuestras costumbres.

─ Como el hacer una dichosa reverencia cada vez que saludan a alguien –apuntó Jane, mientras volvía a la pista de baile.

─ Sí, bueno, a las chicas les encanta.

Bailar con Seka era divertido, se dio cuenta. Familiar de alguna manera, como si fueran dos amigos que se conocían de toda la vida. No pudo evitar recordar a sus amigos en Londres, y esperó que estuvieran a salvo luego del ataque de los piratas.

─ ¿Estás bien? –preguntó el muchacho, al verla distraída.

Jane asintió, disculpándose con una sonrisa.

─ Sólo pensaba.

─ ¿En tu hogar? –quiso saber, su expresión tornándose comprensiva, como si ya supiera la respuesta.

─ Algo así –queriendo cambiar el tema, lo miró, divertida, aunque dejando que su voz transmitiera el verdadero significado de la pregunta─ ¿Sigue en pie nuestra conversación?

─ Por supuesto, tan pronto terminen las celebraciones –le sorprendió un poco lo rápido que respondió, pero decidió pasarlo por alto.

De la nada, Seka suspiró con resignación, haciéndola fruncir el ceño.

─ ¿Pasa algo?

Algo aburrido, el peliazul señaló con la cabeza un punto detrás de ella. Por encima del hombro, vio que la reina, sentada junto a un grupo de personas, le indicaba al muchacho que se acercara. A pesar de su sonrisa, y la elegancia y disimulo de sus gestos, era bastante claro que no era una sugerencia.

─ Ha estado proclamando mi regreso a todos los invitados, e insiste en que debo socializar con los más distinguidos, disculparme por mi ausencia y demás tonterías de las que esperaba haber escapado al enlistarme en la piratería.

─ Exceso de pomposidad –repitió Jane, comprendiendo su frase.

─ Exceso de Laramet –corrigió el muchacho, y al dejar de bailar, consciente de que la reina lo estaba mirando, y probablemente también para molestar a Jane, hizo una reverencia─ Mis disculpas.

─ No olvides ir a verme –pidió la chica. Después de todo, tienes mucho que explicarme.

Seka asintió, alejándose entre la multitud. Sola de nuevo, Jane buscó a su tío entre las mesas, y lo encontró justo donde lo había dejado la última vez. Se había quitado el antifaz (¿Cuánto tiempo había durado siquiera con él puesto? ¿Media hora?), y vaciaba en ese momento el contenido de su copa.

Salvando Nunca Jamás (#Wattys2015)Where stories live. Discover now