Había pasado alrededor de media hora cuando alguien llamó a la puerta de su alcoba.
-¿Puedo pasar?
-Sabes que siempre puedes pasar sin pedir permiso-le contestó a su hermana y esta entró sigilosamente.
-A veces la puerta está cerrada con llave-le recordó.
-Y eso significa que no estoy decente y no puedes pasar-palmeó el espacio libre que quedaba de la cama para que ella se sentara a su lado.
Keren tomó asiento y se alisó el pantalón con aire frustrado.
-¿Pasa algo?
-Nada malo, no te preocupes, pero...
-¿Pero qué?-Adam se levantó de la cama y la miró preocupado y algo abrumado.
-La chica de intercambio vendrá antes de lo previsto.
-¿Y por qué te preocupa tanto?-volvió a recostarse.
-Porque temo por ella.
-¿Por ella?-ahogó una risa nasal y se dedicó a mirar el techo con las manos debajo de su cabeza.
-Adam-agregó ella con mucha seriedad-esa chica es muy inteligente y muy tranquila. Y no quiero que cuando yo me vaya, se te ocurra enamorarla o acosarla.
-¿Es guapa?-inquirió él, alzando una ceja.
-¡Adam!-lo reprendió y su hermano rompió a reír- hablo muy en serio.
-Yo también.
-¿Prometes que no la vas a acosar ni a enamorar en mi ausencia?-lo fulminó con sus petulantes ojos negros y Adam bufó.
-Lo prometo.
-Me parece bien porque tía Caroline va a vigilarte.
-¿Y cuándo vendrá o qué?
-Lo más seguro que mañana.
-¿A qué hora?
-En la tarde o en la mañana. Ella va a avisarnos para que vayamos a recogerla al aeropuerto.
-¿Por qué se le ocurre venir un sábado y no un domingo?
-No tengo idea-Keren se levantó de la cama con la intención de irse.
-¿Y cómo se llama?
-Beatrice-contestó con los ojos estrechados.
-Beatrice-repitió-tiene nombre de una chica marginada y nerd. No te preocupes, ni si quiera la voy a voltear a ver.
-Estás demente, querido hermano-farfulló su hermana gemela y abandonó la habitación.

A eso de las cinco de la tarde, Adam se dispuso a bajar a comer. Sabía de antemano que su tío le daría otro sermón acerca de sus malos modales empero él tenía hambre y estaba dispuesto a comer sin importarle los regaños.
Bostezó cansadamente y su bostezo se fue al carajo cuando se cruzó con la fría mirada de su tío Gabriel en el último escalón de la escalera.
-Ya te pedí disculpas sobre ese rato-le dijo, pasando a su lado con indiferencia. Gabriel lo siguió hasta la cocina y Adam gruñó.
-Lo de noquearme me tiene sin cuidado-le contestó.
-¿Entonces qué pasa?-preguntó Adam con la boca llena de puré de papa de la nevera. Cerró la puertecilla y buscó un plato para servirse pollo y más puré.
Pero la mirada escalofriante de su tío le hizo perder la cabeza y tiró el plato al suelo, manchando todo a su vez.
Gabriel puso los ojos en blanco y se apresuró a agarrar un pañuelo húmedo y se lo tendió a su sobrino.
Adam Peitz sintió demasiada cólera pero se contuvo. Le arrebató el pañuelo y limpió con desdén el suelo. Su dignidad y su paciencia estaban junto al puré de papas.
No pasó tanto para que su tío lo dejara solo con el pañuelo, el puré en el suelo y los nervios de punta.
Se lavó las manos y masculló entre dientes. El hambre se había marchado y estaba aburrido.
Cuando se disponía a regresar a su alcoba, se cruzó con Allen. El pequeño lo miró sonriendo y le alzó un libro titulado "Cien años de soledad" de Gabriel Garcia Marquez. Adam frunció el ceño y cargó al pequeño en sus brazos con el libro encima.
-¿Quieres que te lo lea?-le preguntó.
-Sí.
-¿Estás seguro que quieres que te lea este libro o prefieres uno de tus cuentos?
-Este. Los cuentos ya me aburrieron.
-¿De dónde lo sacaste?-Adam sacudió el libro con una mano y Allen rio.
-Lo encontré en las cosas de Keren la otra noche.
-Uhm, es de mala educación registrar las cosas de los demás.
-Ella lo dejó en el suelo y no lo agarró y yo... yo lo rescaté-dijo con seriedad. A pesar de que era un niño muy pequeño, era demasiado listo.

Así que tuvo que subir con su primo en brazos hasta su habitación y ambos se sentaron en la pequeña cama frente a frente.
Adam frunció el ceño en cuanto leyó la primera línea del libro. Continuó leyendo en su mente para darse una idea y quedó aun más confundido. El libro no tenía ni pies ni cabeza y se estresó.
Miró a Allen, quien lo miraba con sus enormes ojos azules.

Darker Beauty. Libro 2 (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora