Parte XI

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Desde las misteriosas regiones de lo más profundo de nuestras pesadillas, esté monstruoso ser aparece para detonar nuestros miedos y temores, ¿Cuál es su propósito? No lo sabemos del todo, pero algo es claro, sus intenciones no son humildes, tienes planes para nosotros y por lo que entendemos, así no lo queramos, los estamos acatando como buenos siervos de su causa.

Abigail corre hacia la puerta tratando de abrir la perilla, pero un inquietante e intenso calor encandece la manilla de la puerta como si recién hubiese salido del horno de un herrero, tan vaporosa que ni las manos de un gigante de piedra la hubiesen podido abrir.

–Una vagabunda ramera que disfruta del lujurioso sexo con sus desorientados pacientes, que demostración de morbosidad más sublime, te mereces un lugar acorde a tus acciones en este mundo Dra. Abigail– proseguía la aterradora voz inframunda, pero ya no venía desde mi garganta, la neblina comenzaba a manifestarse en la habitación.

Una corriente de aire me succiona de un fuerte jalón hacia mi propio cuerpo, vuelvo en mí como resucitado por un electroshock. Es molesto, la regresión indicaría cual fue el detonante de mi inconveniente, es obvio que este maligno ser es el causante, pero no pude recordar que fue exactamente lo que ocurrió.

Y ahora me encuentro en una situación el doble de riesgosa, no solo yo estoy envuelto en la decadente desesperación de los planes de este ente, sino también Abigail.

–No te preocupes Eloy, la veracidad del destino de esta mujer no es dictado por mis acciones, son las suyas propias que determinan el destino de su futuro y las cartas de su última mano ya están echadas, le ha llegado la hora– comentó la criatura manifestándose enteramente como aquella vez en la cruz de camino.

– ¿De qué estás hablando? ¡Vete de aquí!– comenzó a gritar desesperarse la pobre pecadora.

–Pregúntale a tu recién amante, él ya vio tu futuro en una premonición, acabarás aquí literalmente– declaró como una dictadura, la habitación enfocaba un ambiente más tenue y comenzaba a hacer frío.

El enmudecimiento ahorcaba mi garganta, no era capaz de producir ni el más mínimo sonido en presencia de este monstruo.

–En aquella ocasión utilicé mis influencias sobre él, un buen chico amistoso por el cual podría transmitir mis necesidades de vidas por las cual a través de sus contactos sociales podría trabajar con más confianza y comodidad– explicaba el monstruoso ser.

–No logro entenderte...– finalmente pude hablar.

–Seguramente pensabas que esas premoniciones eran visiones del futuro, una muestra del acontecer del mañana y la manera que morirían tus prójimos– manifestó sonriente, podía ver sus dientes blancos en la inmensa oscuridad de su capucha. –Pero no es así mi querido Eloy, tú mismo dabas hincapié a que yo me manifestara en las vidas de quienes tocabas, yo proporcionaba el incentivo a tu imaginación y las visiones eran producto de tu creatividad, luego de ello, me tomaba la libertad de hacerlas realidad– terminó por expresar.

En resumen soy el causante de todas esas muertes pasadas y las que vendrán, observo a Abigail atónito, no recuerdo cual fue la visión de su fin, pero ciertamente será hoy, tal como lo vi.

– ¡Esto no puede ser verdad, es un sueño!– gritaba la doctora sollozando entre sus lagrimas de desesperación.

–Cuando apague la luz todo habrá terminado, Abigail el lugar y hora exactos de tu muerte serán grabados en tu destino sin que puedas saberlo– levantó la mano apuntando a la doctora, su brazo destacaba en la habitación, una piel negra y fina con dedos y uñas largas filosas como la mano de un aye aye. –Por otro lado Eloy, estoy dispuesto a que continúes con el trabajo que te asigné la noche del accidente, borraré tu memoria para que no recuerdes nada– y me señaló con la otra mano, un brillo aterrador se asomó a través de su albornoz, sus ojos rojos destellaban llamando a sus fuerzas demoniacas.

Por un breve instante, recordé lo que ocurrió la fatídica noche, este endemoniado personaje entró en mi mente, controló mis acciones forzándome a conducir y volcó mi auto para adentrarme en una especie de desesperación viviente donde rompería los esquemas terrenales de lo común, haciéndome capaz de escuchar las voces fallecidas y dándome el maldito don de ver.

Entonces aquel ser apagó la luz de la habitación y concluyó todo.


FIN


Cruz de CaminoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora