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14 de octubre, 1943.

Realmente no supe cuantos días estuve sin tener contacto con Kurt Kretschmann. Ni siquiera sabía el año, el mes no el día en el que vivía actualmente. Lo único que sabía es que mi nombre era Norah Von Drachenberg Polansky, era judía y con toda su familia muerta, la última vez que recordaba era mi edad; dieciocho años. Pero simplemente sabia una simple frase:
»Soy Norah Von Drachenberg, soy judía y cumplo años el veinte de octubre «

— ¿Qué día es hoy? — Pregunte confundía con cuchillo en mano pelando papas.
— Catorce de octubre. — Respondo Alaric mirando por la ventana.
— ¿Qué año?
— Mil novecientos cuarenta y tres.

De pronto sonreí al darme cuenta que cumpliría diecinueve años ese mes, pasaba lentamente el filo del cuchillo en la piel de las papas entre tanto miraba a Alaric con insistencia por la ventana. — ¿Que tanto miras por ahí?
— Norah, lo es todo. — Dijo mirándome.

Sentí fría la cabeza y los cortes en mi espalda comenzaron a doler. — ¿Sabes qué? — Fingí demencia.

Camino unos pasos hasta quedar cerca de mí. — Van a escapar hoy. ¿Cierto?

El miedo y los nervios hicieron botar el cuchillo de la mesa y levantarme de La silla. Carraspee la garganta. —No...— Titubee.

—No Mientas Norah, de cualquier manera no debes temer, escapare con ustedes.

Solté aire y me acerque a él. — ¿Por qué?

— No quiero ser descubierto como un Traidor que ayudó a una judía. No sabes lo que les hacen a los traidores aquí.

— Puedo imaginarlo. — Dije con una ceja arqueada.
—Tengo que salir. — dijo sin dejar de mirar a la ventana. Beso mi frente y se fue por la puerta de adelante. Minutos después entro Fela por la puerta de atrás con Ruth de la mano.
— ¿Qué? — Pregunte nerviosa.
— Nada. Todo normal, hoy como todos los días nos van a formar afuera para pasar lista. Solamente nos toca estar al tanto de la señal que darán para poder escapar. — Susurro. — Ten el arma a la mano.
— La tengo, está en aquel cajón, allá. — Señale con el dedo.
— Bien, simplemente tenemos que disimular hasta que llegue el momento.

Asentí con la cabeza y comencé a preparar la sopa con cautela. — ¡Tengo hambre! —Gritaron desde afuera.
Fela tomo a la niña y salió de la cocina. Comencé a servir la sopa en el plato y la lleve hasta afuera, en el comedor. Wilm yacía sentado en la silla hambrienta y molesta, los nervios estaban comiéndome viva.

— ¡Mierda! — Grito. — ¿Que acaso no hay otra cosa que no sea sopa?

—No...Lo siento, solo hay eso. — dije nerviosa y tartamuda. —Wilm giro a mirarme ceñudo.
— ¿Qué? — Pregunto levantándose de la silla. —Dijiste lo siento. ¿Tu? Vaya, ¿Qué te pasa? ¿No quieres discutir conmigo, ahora?

— Ya me resulta algo aburrido. — conteste titubeante.
— Juraría que algo te pasa. ¡Dejaría que me cortarán la cabeza apostándolo!
— No, nada, solo que no estoy de humor. — Conteste rogándome a misma que cambiara de tono.
— ¡No me gusta que me mientas! — Bramó soltándome una bofetada, caí al suelo.
— ¡Eres un...!

— ¡Ah, esta si es Norah! — Dijo levantándome de un tirón. —Metete — Ordenó dándome de empujones.
— ¿Para qué?— grite

— ¡Metete a la cocina, ya! — Me dio el último empujón más fuerte que atreverse la puerta de un golpee hasta impactar mi frente contra la esquina de la estufa, comencé a sentir mojada la misma y de nuevo me levanto con una sola mano. Aturdida me colocó sobre la mesa boca abajo, se subió encima de mí, tomándome los brazos con una sola mano y con la otra subió mis ropas dejando al descubierto mi espalda desnuda. — ¿Cómo ésta tu espalda, judía? — Dijo mientras enterraba los dedos en las heridas de la espalda, sentí como estuvieran matándome, el dolor tan fuerte y ardiente me desconcentraba. — ¡Ah! — Me retorcía de dolor mientras sus dedos seguían lastimándome la espalda. Se bajó de mí y con una fuerza impactante, me giro boca arriba y se quitó el saco, dejó la fusta y la pistola por un lado
— ¿Que estás haciendo? — Pregunte desconsolada mientras se quitaba el cinturón del pantalón, camine hasta la puerta de enfrente pero me alcanzo al jalarme de un brazo, solté un grito y él lo tapo con su mano, volvió a azotarme encima de la mesa, y me dio la espalda al mirar por la ventana, y mi mirada se desvió hasta el cuchillo en el suelo, me deje caer de la mesa y lo tome, rápidamente subí de nuevo a la mesa. Mi frente sangraba al igual que mi nariz. — ¿Por qué me odias tanto Wilm? — Grite con el cuchillo escondido detrás. —ese odio que sientes hacia nosotros no es un odio propio.
— ¡Cállate!
— ¡¿Y Sabes algo?! — Grite Afónica. — ¡Aunque yo sea la prisionera y la víctima aquí, me haya quedado sin familia y sin un hogar...tu eres el me queda lástima!

— ¡Dije que te callaras! — Bramó Wilm con la mandíbula apretada y me soltó un golpe en la cara con el cinturón y caí al suelo, me pateó el costado dos veces, me estremecí de dolor y falta de aire, después dejo caer el cinturón de lado, se subió otra vez en sobre mí, y comenzó a desabrocharse el pantalón. —No...— Solloce buscando el cuchillo con la mano palpando el suelo. — Déjame...
—Cállate...— Ordenó.

Wilm subió mis ropas hasta arriba en el momento que mis manos tocaron el cuchillo, rápido y sin pensarlo lo encaje en un costado. El soltó un gemido, saque el cuchillo y mis manos comenzaban a mojarse con su sangre. Aun así Wilm pudo ponerse de pie. — ¡¿Que me hiciste!? — Grito asustado casi afónico mirando su costado. — ¡Maldita perra, me las vas a pagar!— grito mientras apretaba su herida con la mano, corrí al otro lado y abrí un cajón y saque el revolver. »Ya está cargada« Recordé las palabras de ese hombre y le apunte a lo lejos. El abrió los ojos asustado como el cobarde que siempre fue. — ¿Que estás haciendo? ¿Me vas a matar? — Dijo burlón con una sonrisa retorcida.
— ¿No crees que pueda hacerlo? — Gimotee entre lágrimas acercándome más a él.

—Ya basta...— Advirtió. — Eres demasiado cobarde.

— Eso que estas sintiendo no es ni la mitad de lo que he sentido por todo este tiempo. Me golpeaste, trataste de violarme y me hiciste sentir peor que un animal. Violaste a mi amiga quien sabe cuántas veces, Mataste de un tiro a Geraldine, golpeaste a mi familia y Mataste a la madre de una niña de cinco años.

— Tú y yo sabemos que es lo menos que te mereces, judía de porquería. — logró decir agonizante.

Sus palabras me hicieron rabiar aún más, baje el arma y apunte a su rodilla, pase el dedo por el gatillo apreté los parpados mojados.

Dispare...

Wilm dio un grito sordo y cayo de rodillas, pronto comenzaría a gritar.

— Eso fue lo que sentí cuando me dispararon en la rodilla. — Dije mirándolo desde abajo. La sangre comenzaba a inundar el suelo blanco. Apreté aún más los ojos, me solté llorar. Subí el arma.
— ¡Matándome no vas a lograr que tu asquerosa familia de judíos vuelva! — Grito adolorido
—No, pero nunca jamás volverás hacerme daño.

Se escuchó el disparo fuerte y potente, la bala se metió directo en el pecho y me dedicó una mirada más, la última y Wilm Goldschmidt cayó muerto frente mío.
—Ni a mí, ni nadie.

X24e'

La Sombra Del Holocausto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora