Atrapados

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-¿Te... atacarán...? ¿Qué...? –Nozomi intentó preguntar pero las palabras no querían salir de su garganta.

Ryu la miraba fijamente, inclinado sobre sus rodillas y con su cabeza ligeramente más baja que la de la diosa para poder mirarla a los ojos, pero en ese momento se irguió, reclinó contra el respaldo del asiento y cruzó sus brazos sobre su pecho.

-Creí que te lo había mencionado; ya los conocía, o al menos, a Tomoe. Tiempo atrás, mucho antes de ser tu familiar, me lo crucé... mejor dicho, busqué encontrarlo.

Ambas chicas se quedaron en silencio, esperando que continuara, pero él permanecía callado y mirándolas.

-¿Y? ¿Por qué lo buscabas? ¿Qué ocurrió? ¿Qué hacías en ese entonces? Dinos más –lo instó Nozomi, ansiosa por oírlo. Nanami, por su lado, no hablaba para no perderse un sonido del otro.

-Mmm... -el youkai parecía dudoso, pero ante la mirada de su diosa, simplemente negó con la cabeza y empezó a contar- En ese tiempo, trabajaba para un grupo de deidades que usaban a youkais "sueltos" y codiciosos para deshacerse de aquello que los molestase; yo era uno de esos demonios sedientos de poder. Un día, una de las diosas del grupo me acogió y prometió todo tipo de cosas si la ayudaba con ciertos asuntos, y así empezó el siglo en que fui cazador.

>>Cierto año a mitad de esta época o así, la diosa me pidió, junto con todos los demás, que hallase a Tomoe y Akura-ou y los advirtiese. Al parecer los habían estado molestando, impidiendo que cumpliesen sus deseos, en realidad nunca me dijeron qué les hicieron...

-¿Cuál era la amenaza? –lo cortó Nozomi, con los ojos brillantes de curiosidad.

-Ya llegaré a ello –Ryu suspiró ante su impaciencia- En fin, tardé un par de semanas pues no dejaban de moverse y no tenía muchas pistas ni ayuda para encontrarlos, pero finalmente lo hice en la cima de una montaña en pleno invierno, donde todo el lugar se hallaba nevado y el frío me impedía mover tan fácilmente como hubiese querido. Sin embargo, ambos estaban tirados en el suelo, recostados como si nada importase y me miraban con superioridad, como si me esperasen. Me detuve frente a ellos y les grité:...

-¿¡Qué gritaste!? –volvió a detenerlo su diosa, sonriendo emocionada. Él la fulminó con la mirada.

-...les grité: "Si aprecian sus vidas lo suficiente como para desafiar al Panteón de los Siete entonces deben creerse muy poderosos, ¿cierto?". Antes de que continuara, los vi mirarse y sonreír antes de volver sus ojos a mí, aún con mayor soberbia. Sentí algo extraño, pero mi misión era hablar, así que no me callé y seguí: "Pero no lo son, y no pueden contra ellos. Esta es una advertencia que deben tomar muy en serio: dejen sus juegos y desaparezcan del radar de las deidades. Si vuelven a interferir con sus deseos o molestarlos, se encargarán de hacer sus vidas miserables antes de asesinarlos sin piedad con sus propias manos". Entonces me di vuelta e intenté alejarme, pero algo me lo impidió...

-¿¡Qué, qué, qué!?

Nanami gruñó en la mente de Nozomi. << ¡Quédate callada de una buena vez o te juro que hallaré la manera de abofetearte!>>, le dijo, irritada, y Ryu parecía estar muy de acuerdo con ella. La diosa rió por lo bajo.

-Lo siento, continúa.

-Bien, Akura-ou había aparecido frente a mí, sobrepasando mi altura por casi una cabeza. Para cuando lo miré a los ojos, sonreía con crueldad, y todo el hielo y nieve a nuestro alrededor desapareció entre la cortina de llamas que creó para encerrarme dentro. Desde fuera del círculo, me veía y me dijo unas palabras...

-¿¡Qu–¡?

Antes de que Nozomi terminara de hablar, Ryu le colocó la mano en la boca y cerró sus ojos con fuerza.

¿Perderlo todo se siente así?Where stories live. Discover now