CAPITULO 2 (3/6) MINI MARATON

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Los muslos de Jenny temblaban al levantar la cabeza. Él se humedeció los labios con su malvada lengua mientras se deslizaba por su cuerpo.

-Deberíamos parar. Tengo que decirte...

- ¡No te detengas! -suplicó.

-Pero hay algunas cosas...

-Ahora no. No te detengas, se siente tan bien -le dolía demasiado para permitirle detenerse ahora. Le quería en su interior. Quería darle a él la clase de placer que él le había dado a ella. Sabía lo que él quería decirle. Él no quería un compromiso. Era una cosa de una noche. Ella sabía lo que podía esperar de él, pero no quería escucharlo, no ahora.

Sus ojos brillantes destellaban mientras la miraban.

-Mi ellinitha.

- ¿Qué? -gimió ​​ella.

-Mi mujer. Te haré mía.

-Por favor -sus labios acariciaron sus pechos mientras la pierna de él le separaba los muslos. Ella odiaba la tela entre ellos. Ella quería piel desnuda. Bajando la bragueta de los pantalones, ella tiró del material.

-Paciencia -él se rió entre dientes.

-Te deseo.

Moviéndose hacia un lado, rápidamente se quitó los zapatos y descartó los pantalones antes de retroceder hacia ella.

La respiración de Jenny quedó atrapada en su garganta en su primer vistazo a él completamente desnudo.

- ¡Buen señor! -suspiró mientras su mirada vagaba por su impresionante piel dorada. El término Dios Griego vino a su mente. Jenny no era inexperta, pero nunca...

Ella batió sus pestañas. Nunca había tenido el placer de ver tanta perfección. Sus movimientos eran poesía en acción, mientras sus abdominales ondulaban y los musculosos muslos se tensaban. Sin embargo, su polla logró eclipsar sus otros impresionantes atributos. Su polla espléndida, magnífica inclinada bajo su propio peso. La punta de la cabeza carnosa brillaba con una perla de humedad, mientras se esforzaba por llegar a ella.

Si fuera ingenua, podría haber pensado que no cabría dentro de ella, pero sabía que lo haría. Ella conseguiría que encajara. Nunca había visto un hombre o una polla tan follables, y era de ella, por ahora, de todos modos.

Él se movió por encima de ella. Ella le tomó el trasero tenso y lo exprimió. Maldita sea, era un culo apretado. Sus muslos húmedos se estremecieron, mientras la pierna dura se deslizaba entre ellos. Su empapado coño palpitaba.

-Tómame, Damon.

Sus manos sostenían firmes la cabeza de ella mientras se centraba en su cara. El estómago de ella se contrajo ante la intensa mirada en sus ojos verdes. Deseó que fuera amor no deseo lo que ardía con tanta intensidad en sus profundidades. Mientras él la miraba, bajó la cabeza. Sus labios se abrieron para el empuje de la lengua. Su corazón latía con fuerza en su pecho mientras bebía de su boca. Sus manos se apoderaron de sus hombros, sus uñas dejando cráteres de media luna en su carne.

Jadeante, él levantó la cabeza. Sus labios se perdieron en su cuello y la curva de su pecho. Le mordió un camino desde el pecho hasta el vientre, y ella temblaba mientras se anticipa al placer que sabía que vendría.

-Hueles delicioso. Tan caliente y necesitada. Quiero comer más de tu crema -bajó la cabeza y lamió con su lengua sus pliegues.

-No. Yo quiero... -sus palabras se apagaron mientras una oleada de intenso calor se propagaba a través de su cuerpo.

-Te quiero lista para mí -su aliento le abanicó sus pliegues húmedos.

Estaba lista, tenía ganas de llorar pero no podía formar las palabras. Sujetando la colcha de raso, se arqueó en su boca mientras su lengua perforó en su agujero.

-Oh, Dios mío -exclamó mientras vibraciones la sacudían de forma desenfrenada hasta la médula.

-No luches contra ello. Córrete para mí.

-Damon -gritó ella fuerte mientras el mundo se ladeaba y caía debajo de ella. Ella abrió la boca para respirar y él se desplazó entre sus muslos. La punta de su polla gruesa le dio un codazo a su apertura. Sosteniendo sus caderas con firmeza él se lanzó hacia delante separando su camino abierto.

-Relájate. Estás tan húmeda para mí que no te dolerá.

Lentamente centímetro a centímetro, extendió su canal mientras se deslizaba en ella. Ella gimió y cerró los ojos mientras su profunda posesión la dejaba sin aliento. Empujando dentro y fuera, la llenó hasta el tope de su capacidad.

-Es muy intenso -jadeó ella. Sus ojos rodaron abiertos y el espejo arriba reflejó cada centímetro de su musculoso trasero. Se estremeció viendo agruparse los músculos mientras empujaba sus caderas. Le sentía y lo veía tomándola a ella y su sentido se fue a la deriva. El placer mental y físico la abrumaron.

-Agapi mou -exclamó él con un acento fuerte.

Su griego era horrible, pero si no se equivocaba, acababa de profesarle su amor. Jenny negó con la cabeza. Tenía que estar equivocada. Él no podía haber querido decir eso. Probablemente quería decir que amaba follarla.

Él inclinó sus caderas, enterrándose a sí mismo más profundo y ella gritó:

-No puedo tomar más.

-Relájate mi ellinitha. -sus movimientos eran lentos y profundos-. No te haré daño.

Dulce Señor, ella lo deseaba. Ella quería el desgarrador placer de sus entrañas, que bailaba fuera de su alcance.

-Más rápido, más fuerte -se aferró a sus caderas y empujó contra él. Un músculo se marcó en el lado de la mandíbula de él, y supo que él se esforzaba por controlar su pasión. Quería que él se soltara. Ella deseaba el salvajismo que él se esforzaba por controlar. Si esta iba a ser su única vez juntos, quería que él lo recordara para siempre. Meneándose ella buscó una posesión más profunda-. Fóllame. Fóllame duro -flexionando sus músculos internos, apretó su polla en una caricia rítmica.

-No sabes lo que estás pidiendo -se quejó él.

-No me importa -ella rastrilló en sus caderas con las uñas y él gruñó. Echando la cabeza hacia atrás, su cuerpo se arqueó por encima de ella. Los músculos gruesos se abultaron y las venas se agitaron por debajo de su piel mientras él luchaba en su interior. Un gruñido bajo emanó de su pecho.

-Jenny -exclamó mientras se impulsaba hacia delante duro y profundo.

Los ojos de ella se giraron a blancos con el placer. Estaba tan cerca y también lo estaba él. Ella lo sentía y quería llevarlo al borde.




BAILANDO PARA EL LOBOWhere stories live. Discover now