Un día endiablado

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Un señor con levita que se parece a Pushkin me abre la puerta. Yo le digo buenos días y él me responde que no quiere aspiradoras. Yo le digo imbécil, que vengo a comprar tu alma y él empieza a regatearme, el muy cretino. Por supuesto, lo mando al infierno.  



IX Edición de Relatos en CadenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora