EL REY DEL CIELO

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Hoy es el día más feliz de mi vida, hoy por primera vez subiré a un avión junto a mi papi, ya lo he hecho otras veces, pero nunca antes de copiloto, por fin iré en ese puesto que tanto honor me hace.

Quiero hacerlo perfecto, quiero que mi papá se sienta orgulloso de mí, haré mi mejor esfuerzo por llevar el control.

Parezco un resorte brincando, mientras mi mami me sostiene de la mano para mantenerme seguro, se ríe divertida ante mi actitud tan espontánea de verme brincar y al mismo tiempo saludar con una mano a todos los que trabajan con mi papi en Ardent, aún no llegamos a las pistas de vuelos, solo veo a todos vestidos de traje y corbata.

-Hola Liam, que lindo se te ve ese gorro de piloto -me dice un señor que trabaja para mi papi, lo he visto muchas veces pero no sé su nombre.

-Me lo ha puesto mi mami -le digo sin dejar de brincar, y con las ganas de salir corriendo a encontrarme con mi papi, que seguramente ya lleva mucho tiempo esperándome en la pista de vuelo.

El señor habla con mi mami, le cuenta que va a buscar a su hija al colegio y me desea suerte en mi primera experiencia como piloto,

al tiempo que me frota la cabeza con la mano, removiéndome el gorro.

-Adiós -lo reafirmo con un gesto de mi mano. Vuelvo la mirada a mi mamá-. Vamos rápido mami -le pido casi halándola por la mano.

Ella vuelve a reír y apresura el paso, entramos a los ascensores, que nos llevaran a la pista número uno, donde prueban todos los aviones comerciales, realmente me gustaría que mi primera experiencia como piloto fuese en la pista número dos, donde están las potentes aeronaves comerciales, pero no se puede, mi papi me ha prometido que lo haré cuando cumpla quince años, tal vez por esa razón anhelo crecer tan rápido. Por el momento, me toca pilotear por primera vez un avión liviano, me toca una avioneta.

Cuando las puertas del ascensor de abren, nos recibe un pasillo por donde se cuela mucho viento y ruido, otro hombre de los tantos que trabaja para mi papi nos guía hasta una camioneta que nos llevará a la pista tres.

Empiezo a buscar algo en el bolso de mi mami, pero ella no me deja hacerlo.

-¿Qué buscas? -me pregunta al notar mi insistencia.

-Mis lentes -respondo con determinación-. Quiero parecer un piloto de verdad.

-Está bien -mi mamá no deja de reír ante mis excitantes ánimos.

Saca de su cartera mis lentes aviadores, que hacían juego con mi ropa.

-Ahora sí, eres igualito a Tom Cruise en Top Gun -asegura convencida.

El hombre que nos lleva hasta la pista número tres, mira a través del espejo y me sonríe, seguramente porque luzco muy bien. Entonces miró con anhelo, esas grandes bestias militares, esos aviones tan grandes, que surcan los cielos de todo el mundo, mi papi es el mejor, le hace aviones a todas las organizaciones militares del planeta, los hombres más importantes confían en él.

Por fin lo veo, mi papi me está esperando, sin que mi madre lograra mantenerme sentado en el asiento, me paro y lo saludó, empiezo a agitar mis manos con esa emoción que me embarga.

Cuando la camioneta se estaciona, mi papá abre la puerta y me lanzó a sus brazos, él me recibe con una carcajada.

-¿Estás listo? -me pregunta, levantándome un poco los lentes para mirarme a los ojos.

-Sí estoy muy listo.

-Está muy listo, no ha parado de hablar -le dice mi mami.

Sonrío una vez más al ver como se besan, mis pupilas siguen ese momento en que la lengua de mi papi entra en la boca de mi mamá, lo hace una y otra vez. Han sido tantas las veces que lo ha hecho, que quiero imitarlo y se lo he hecho a mi mami, pero conmigo solo se ríe, y no hace ese sonido como si se quedara sin aliento como cuando mi papá lo hace.

-Entonces no perdamos el tiempo.

Me llevó con él, mientras mi mami nos veía avanzar y sonreía. A unos metros nos esperaba una avioneta, solo con verla se me aceleraba el corazón, me aferraba con más fuerza al cuello de mi papá y reía emocionado.

Era primera vez que me sentaban en ese puesto, era grande para mí, pero no para mis aspiraciones, no podía dejar de mirar todos los

botones, mientras mi papá me ajustaba el cinturón. La emoción me dominaba por lo que aplaudí el momento en que el tablero se iluminó y los motores encendieron.

-Aprieta ese botón -me pidió, y abrí la boca con sorpresa al escucharlo hablarme por los audífonos que llevaba puestos.

Sin dejar de mirarlo, hice lo que me pidió, no quería equivocarme. Cuando mi papá me levantó el dedo pulgar indicándome que estaba bien lo que había hecho, lo imité, como siempre lo hacía porque era mi ejemplo a seguir, quería ser como ese hombre con muchos dibujos en el cuerpo, ese hombre que con muchos era muy serio, pero conmigo era el mejor de todos.

Sentí muchas cosquillas en mi estómago y reí emocionado cuando por fin nos elevamos, el me miraba de soslayo sin dejar de lado esa sonrisa, que yo interpretaba como orgullo.

Me pidió que pulsara un botón verde y así lo hice, después miré a mi alrededor y solo nos rodeaban las nubes, parecían ser algodón de azúcar, me hubiese gustado tocarlas, pero mi papá me había dicho que no se podía.

-¿Te gusta pilotear? -me preguntó guiñándome un ojo.

-Sí, algún día quiero ser como tú, algún día me gustaría ser también el rey del cielo.

-No soy el rey del cielo -aseguró con una gran sonrisa, mientras su rostro era iluminado por la luz naranjada del atardecer, seguramente ese momento, ese gesto en mi padre voy a recordarlo toda la vida.

-Para mí sí, para mí eres el rey del cielo -estiré mi mano y la puse encima de la de él.


Parabéns PaíWhere stories live. Discover now