Capítulo uno.

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—¡Amara, despierta ya! Se te hizo tarde.

Abrí los ojos de golpe, salté de la cama, corrí a la ducha y luego de darme un baño con agua fría, me vestí acorde al clima, era soleado y caluroso. En mi país no había estaciones, solo frío y calor.

Bajé las escaleras y me senté en la mesa a la espera de mi desayuno.

—Buenos días, querida. —Dijo mamá viniendo con el plato de huevos revueltos con pan tostado y un vaso de jugo de mandarina.

—Buenos días, mamá. —Sonreí y besé su mejilla.

—Come.

Miré el reloj y suspiré al ver que tenía 40 minutos de ventaja para llegar a la editorial.

—¿Por qué siempre me despiertas con eso?

Soltó una risa.

—Porque es la única forma en la que te despiertas.

Sonreí y tomé un sorbo del jugo, mientras papá aparecía por la puerta del baño.

—Buenos días, princesa. —Sonrió y me dio un beso en la cabeza.

—Buenos días, papi. —Sonreí mientras se acercaba y le daba un beso a mamá, tomándola por la cintura.

Sonreí al verlos y comencé a comer.

—¡Oh, por favor dejen de hacer eso en público! —Dijo Nick apareciendo por la puerta de su habitación, a lo que todos reímos.

—Déjalos Nick, es sólo un beso; apuesto que tu quisieras besar así a alguien.

Me miró con los ojos abiertos y bajó la cabeza sonrojándose notoriamente, a lo que sonreí con dulzura.

Mis papás rieron y papá se fue al trabajo, despidiéndose alegremente y dejando un ambiente así en la cocina.

Nick se sentó a comer y de vez en cuando me miraba apenado.

—Oh vamos Nicky, no era para tanto... —Dije mirándolo y despeiné un poco su cabello.

—Lo sé, lo siento... Es sólo que... —Sonrió como un tonto— En cierta medida tienes razón. —Sentenció agachando su cabeza.

Abrí los ojos y sonreí ampliamente.

—Nick... ¿Te gusta alguien?

Alzó a mirarme muy sonrojado, a lo que reí efusiva y él sonrió de lado.

—No... Bueno, sí... Pero...

—Cuéntame cómo es ella. —Dije cortándolo.

Sonrió ampliamente.

—Se llama Lucy, es un año menor que yo, va en mi clase de artes. Le gusta bailar y tocar el piano, ¡ah!, también canta, es una gran chica... Solo que...

—¿Qué pasa?

—... Ella no me quiere como más que un amigo.

Lo miré confundida.

—¿Y cómo lo sabes?, ¿le has dicho lo que sientes?

Me miró muy espantado.

—¡No! Dios no... No me imagino acercándome a ella para hablar de eso...

Reí.

—¿Entonces?

—Estuvo enamorada de un imbécil, cuando él se dio cuenta de eso solo la utilizó como si fuera un trofeo y la dejó abandonada, como si de un objeto se tratara. —Apretó los puños y puse mi mano en la suya.

—Nick, siempre habrán hombres estúpidos que solo querrán utilizar a las chicas para satisfacer necesidades y exhibirlas como trofeos, es la única forma que encuentran para sentirse bien con ellos mismos, son chicos a los cuales no les han enseñado a respetar en sus casas ni tampoco el valor que una persona tiene, pero aquí entran los hombres como tú: caballeros, atentos, respetuosos, divertidos y dispuestos a darle un consejo a quien lo necesite. Créeme, así como ustedes saben qué chicas son para tener sexo y qué chicas son para casarse, nosotras sabemos qué chicos serían un esposo perfecto y quién es un perfecto idiota.

Finalicé con una sonrisa sin mostrar los dientes y él me abrazó.

—Gracias Mara, pondré tu consejo en práctica y trataré de reparar su corazón.

—Y no solo eso, quiero que te lo ganes. Lucha por ella si es la chica que quieres para ti.

Sonrió y asintió.

—Bien, ahora corre que se te hace tarde para la preparatoria.

Rió.

—Y a ti para el trabajo.

Me llevé la mano a la frente, me estaba retrasando.

Le di un beso a mama y a Nick, luego de esto salí corriendo a tomar el autobús de mi ruta diaria.

Al montarme en el transporte comencé a observar a todos los pasajeros, estaban concentrados en sus asuntos, unos hablaban por teléfono, otros chateaban, etc. Me pregunto por qué la gente ha perdido la bonita costumbre de hacer contacto con el entorno físico en el que vive.

Llegué a mi parada y me bajé, agradeciendo con una sonrisa, mi lema siempre ha sido "Si quieres que todo salga bien, sonríe."

Entré a la editorial con mi libro impreso en una carpeta y todos me miraron con una expresión de alivio.

—Buenos días, Marita bonita.

Sonreí al saludo de Érika y le di un beso en la mejilla.

—Hola Érika, ¿cómo estás esta mañana?

—Bien gracias.

—Eso me alegra.

Sonrió.

—Pensé que no lo terminarías.

Reí.

—Sabes que cuando me propongo algo hago todo lo posible para cumplirlo.

Reímos y sentimos un aparatoso ruido, volteé y provenía de la oficina del señor Sky.

—¿Está de malas hoy? —Pregunté mirando a Érika, quien negaba con la cabeza.

—Su hijo lo tiene de malas.

La miré confundida. ¿Tenía un hijo?

—¿Tiene un hijo?

—Sí, acaba de volver de Suiza, y al parecer viene a pedir más capital para poder regresar allí.

La miré incrédula.

—Vaya, qué desconsiderados podemos llegar a ser como hijos.

—Tienes razón.

Terminado de decir esto, la puerta se abrió con furia dejando ver a un chico alto, de ojos grises y cabello negro vestido rudamente, mientras salía con pasos firmes de la oficina.

Volteó a mirarme por un momento y al conectar su mirada con la mía pude sentir algo... Aún no podía decir con exactitud que había sido, pero supe desde aquel momento que nada sería como antes.

***

¡¡Hola!! 

Aquí el primer capítulo, espero les esté gustando la trama. :)

Nos leemos luego, 

-Nana fuera. 

Ojos color cieloWhere stories live. Discover now