VII

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Al llegar a casa, todos estamos muy cansados como para preparar algo de comer.

—Tengo hambre — observo a mi hermano, el cual se deja caer de una forma asquerosa y torpe, en el asiento que se encuentra delante de mí.

—Yo no voy a cocinar nada — susurra y deja que sus ojos se cierren mientras su cabeza queda apoyada en la isla.

—Yo menos — bufo.

—Entonces, moriremos de hambre.

—No quiero morir.

—Así de injusta es la vida — sonríe — y no hay nada que yo pueda hacer al respecto.

—Tengo hambre — repito.

—Ya somos dos.

—Como mi hermano mayor, es tu deber cuidar de mí y de paso, alimentarme.

—Lo haría, pero no hoy. Estoy cansado.

—Tengo hambre.

Cristóbal resopla cansado, pero no se mueve, ni mucho menos dice algo. Me preparo para repetir una vez más lo mismo, cuando Dereck entra a la cocina sin camiseta y con su teléfono en mano. Me quedo viendo su perfecto abdomen. Malditos hombres, se ven tan bien cuando están marcados. A mi parecer, hay solo unas pocas mujeres que se ven bien con el abdomen marcado. Estoy segura, que yo entro en la categoría de las que no lo hacen.

—Amy — me llama el moreno — tienes un poco de baba aquí — se señala el mentón.

—Cuando tengo hambre, cualquier cosa me parece sabrosa — me encojo de hombros — asique no te creas lo muy fabuloso del mundo. Mi mente es una gran traicionera cuando mi estomago está reclamando por algo de comer.

El chico, el cual se había mantenido sin expresión alguna en el rostro, extiende una sonrisa en sus labios. Parece que mi respuesta le ha parecido bastante buena.

—Si alguien me hubiera avisado de aquello antes, no hubiera encargado tantas pizzas. Vaya, pero que estúpido soy.

Ruedo mis ojos.

—Dereck — susurra mi hermano — deja a mi niña tranquila. Admítelo, ella jamás va a caer en tus asquerosos encantos de hombre con piel morena.

El castaño sonríe y sus ojos brillan como esta mañana, con maldad, pero prefiere callar una vez más y solo se da la vuelta para beber un poco de agua.

La espalda del chico es ancha y musculosa. Sus brazos son grandes. Un golpe bien dado de su parte, seria para terminar con una buena marca. El chico se gira para guardar el vaso que ha utilizado y deja a la vista su lindo tatuaje en su costilla derecha ¿Qué significara para él aquella corona?

—¿A qué hora llegan las pizzas? — Dustin entra a la cocina con unos cuantos cuadernos en mano.

Los chicos estudian mucho. Por lo que se, Dereck y mi hermano son parte del equipo de futbol americano en el colegio, a ambos chicos les exigen unas buenas notas, además, buen comportamiento. Dustin y Bruno estudian porque quieren salir a alguna buena universidad y Alexander, bueno, él es el único que tiene una vida asegurada, pero, aun así, sus notas son bastante buenas. Todo esto me lo conto mi hermano, meses antes de que supiéramos que íbamos a tener que vivir juntos.

—No lo sé.

A mi aun no me han pasado material para estudiar. Bueno, estamos recién empezando una nueva materia en algunas asignaturas y en otras me han dicho que la prueba que se acerca, no la daré.

—Espero que pronto, muero de hambre — Bruno también entra a la cocina, el chico se ha puesto ropa más cómoda para andar por casa.

Creo que sería buena idea hacer lo mismo que él. Me pongo de pies y me marcho en dirección a la puerta de la cocina, en la escalera, me encuentro a Carol, la cual se me queda viendo de una manera extraña. La ignoro y sigo mi camino. Me quito toda mi ropa y me visto con unos pantalones cortos de buzo, esos que sirven para hacer deporte y una polera de tirantes azul. Cuanta comodidad. Si estuviera en mi casa, me habría quitado el sujetador, pero bueno, la casa está infectada de hombres. Hacer eso, sería extraño. No hay confianza y aunque la hubiera, tampoco lo haría.

#1 Mis 5 Idiotas |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora