4 meses.

4 meses: Capítulo 1

—Debemos terminar, Max. —Dijo Maya, la última novia de Maxwell, apenas había llegado a su casa pero no pudo retener esas palabras tanto tiempo—

—¿...qué? —Se limitó a decir Maxwell. Acababa de llegar de un concierto de música de sus artistas favoritos y venía muy emocionado. Esa oración fue muy chocante para él—

—Siéntate...

—¿Sentarme? ¿Cómo fregados? ¿Por qué quieres terminar conmigo?

—Tranquilízate. —Maxwell había elevado mucho la voz—

—Pero Maya...

—Es lo mejor para ambos, Max.

—Pero... ¿Qué hice mal?

—Es que siento que no estamos haciendo lo correcto. No quiero lastimarte.

—¿Lastimarme? ¿Acaso hay algo que quieras decirme?

—¿Y qué tal tú, Max? ¿No hay nada que quieras decirme? —Maya lo había encarado, ahora ambos estaban a la defensiva—

—Yo nunca te he engañado, Maya.

—Eso dices, pero ¿cómo podría saberlo?

—Si confiaras en mi de vez en cuando, lo sabrías.

—Vamos, Maxwell, esa es tu naturaleza, sales con muchas chicas, igual que tu padre.

—¿Mi padre? ¿De eso se trata todo esto?

—No, se trata de ti. ¿Crees que no sé cuantas novias has tenido? ¿Crees que no sé lo que haces con ellas? ¿Crees que no sé o que no me doy cuenta cómo ves a otras chicas? Es tu naturaleza, Max, y si eres así, yo no puedo amarte.

Esa fue la última palabra. La gota que colmó el vaso. Maxwell se sentó finalmente para procesar todo lo que escuchó. Maya lo miraba con los ojos llorosos.

—Max, yo...

—Sal de mi casa.

Maya dudó un momento, pero finalmente se fue. Maxwell tenía la mirada perdida. Las palabras de Maya "no puedo amarte" retumbaban en su cabeza.

Tenía el corazón roto. No paraba de pensar en eso todo el día. Se acostaba en el sofá, caminaba por toda la casa, tocaba la batería para "desquitarse" pero le dolía muchísimo. Para él se sentía como el primer amor. Como cuando eres un niño y terminas con tu primera novia...

Él se sentía devastado; pero no por el hecho de haber terminado con Maya, si no por la manera que pasó. Nadie nunca le había dicho a Maxwell que no podía amarlo por el tipo de persona que es.

De hecho, él creía que esas palabras eran ciertas. Los padres de Maxwell están divorciados y al ver que su padre se comportaba de cierta manera con las mujeres, parece que él había adoptado esa cultura.

Pero las cosas empezaban a ponerse serias entre él y Maya. Se estaba cansando de estar con una chica y salir con otra al día siguiente, y terminar y volver a comprometerse a cada rato. Antes era divertido pero ya va siendo tiempo de encontrar una relación seria, de confianza mutua.

A veces los hombres tienen que lidiar con el estigma de que las mujeres digan que son los hombres que las forzan a las cosas sexuales, o que los hombres son los que rompen corazones, o que los hombres son los que pervierten a las mujeres, o el peor, que todos los hombres son iguales. A veces los hombres también son forzados a cosas sexuales. A los hombres también les rompen el corazón. Los hombres también son pervertidos por mujeres, y sobre todo: no todos los hombres son iguales. Los hombres que son diferentes a la bola de pendejos común siempre son los mejores amigos, y nunca la pareja.

Los mejores amigos... Los mejores amigos... "La única persona que de verdad valdría la pena sería Lisbeth" pensó. Lisbeth es la mejor amiga de Maxwell. 16 años (un año más que Maxwell), morena, chaparra, lentes, pelo curvado y largo... Pero el detalle que la hace destacar de las demás chicas es su inocencia, su fragilidad, su ternura...

Habían sido mejores amigos desde hace 3 años, pero fue hasta ahora que Maxwell se dio cuenta de que la única persona con la que él podría tener una relación durarera y estable es con ella.

Pero necesitaba una coartada para verla... Desde que salieron de vacaciones se ven menos de lo usual...

Maxwell se quedó pensando... "Debo reunirme con ella en la casa de Arturo para contarles qué pasó con mi novia; o más bien, mi ex-novia". Arturo es el otro mejor amigo de Maxwell y el mejor amigo en común de él y Lisbeth. Caucásico, alto (en exceso), pelo crespudo... Mejor amigo de Maxwell desde hace 7 años. Los tres se contaban todo, y era la excusa perfecta.

"Debemos reunirnos mañana" pensó. "Ahora mismo llamaré a Arturo para coordinar".