I

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—Esto no me parece justo — resoplo, totalmente molesta, mientras cruzo mis brazos en mi pecho y no dejo de observar a la mujer que se encuentra frente a mí.

—No seas tan exagerada — ella comienza a buscar la llave de su carro en su bolso — no te va a pasar nada.

—No los conozco — doy un paso al frente, dispuesta a correr al vehículo cuando ella le quite el seguro.

—Pero lo harás — sonríe mientras me observa — aparte, si conoces a uno. Cristóbal está aquí y él te va a cuidar.

—¡Lo intentare! — grita el nombrado desde la puerta de la casa que se encuentra a mi espalda.

—Ves — señala con su cabeza, como si las palabras de su hijo mayor fueran muy tranquilizadoras — todo va a estar bien.

—¿Y si mientras duermo me intentan asesinar? — exagero y doy un paso más, ella se percata de eso y esconde rápidamente la llave del carro en su bolsillo.

—Eso no pasara — me asegura.

—Podría... — gruño — uno nunca sabe.

—Bien, si es que llega a suceder — su sonrisa crece un poco más — prometo ir a verte todos los viernes por la tarde al cementerio ¿Qué te parece?

—¡Mamá! — golpeo con el pie el suelo y dejo que un lloriqueo salga de mis labios.

—Vamos Amy — me atrae a sus brazos y besa mi mejilla — ya sabes bien que esto te lo has buscado tu solita, nadie te ha obligado a comportarte como una niña pequeña de cinco años.

Tiene un punto y uno muy bueno. Yo solita me busque todo esto, si yo no hubiera... bueno, ya es demasiado tarde para arrepentimientos ¿no?

—Ten un buen viaje de regreso mamá — Cristóbal besa y abraza a la mujer que nos dio la vida.

Ella se me queda viendo, tiene una sonrisa triste en sus labios.

—Ven — me abraza por segunda vez — te quiero pequeña — susurra — y ambas sabemos que, si te quedas aquí, estarás mejor que en casa conmigo.

—También te quiero.

La despedida no dura mucho. Tan rápido como inicio el abrazo, se terminó. Ella nos lanza besos desde el interior de su vehículo y luego se marcha. Pobre mujer, tendrá que hacer un viaje largo de algunas horas hasta llegar al pueblo en donde vivimos y luego, por la noche, tomar un vuelo a otro país, pues así se lo han pedido en su trabajo.

—Bien, momento de entrar — mi hermano, el cual es solo un año mayor que yo, me codea el brazo y toma mis maletas mientras se encamina hasta la entrada de la casa.

Tal vez si Cristóbal viviera solo no me molestaría en lo absoluto en tener que quedarme con él, pero el problema es que el chico vive con otras cuatro personas más, los cuales no he visto jamás, bueno, no en persona, solo en fotos.

—Te van a caer muy bien — me asegura mientras abre la puerta, dejando a la vista el living de la casa — son muy amigables.

—¿¡Te has comido mi helado maldito perro estúpido!? — exclama un joven en alguna parte de la casa.

—¡No me llames así imbécil! — responde el otro — ¡y sí, me lo he comido! ¿algún problema con eso?

—¡Ven aquí maldito, te castrare, juro que lo hare!

Una puerta se abre y de ella salen corriendo dos jóvenes. No se percatan de nuestra presencia, de hecho, corren escaleras arriba. Uno riéndose y el otro totalmente molesto.

#1 Mis 5 Idiotas |Editando|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora