― Sí, señor. ― Conteste casi susurrando. Comprimiendo algo en mi estómago lleno de rabia, ejerciendo presión en mis puños. El hombre mayor se levantó de la silla, tomo su abrigo y salió del comedor sin decir nada y camine de nuevo dentro de la cocina por el plato que iba a servir. Ya servido camine fuera de la cocina y accidental pero satisfactoriamente el plato se tambaleo en mis manos y fue a caer encima de los pantalones de Wilm. Mi frente comenzó a sudar y la mandíbula me temblaba, el tipo dio un grito de dolor y le levanto con actitud brusca hacia a mí, en ese momento Kurt se levantó también de la silla golpeando la mesa con las palmas, Wilm giro a mirarlo, después a mí. Kurt tenía la mirada imponente y peligrosa, en ella se podía observar el odio hacia aquel sujeto, su mirada decía que no se acercara a mí, el rostro enrojecido de Wilm fue recuperando su tono blanco normal y soltó una carcajada irónica. ― Me voy. ― Dijo sonriente mirándolo a los ojos, después giro a mirarme con cara de pocos amigos y salió de ahí.

Di un grandioso respiro de alivio, tape mi frente con la mano, miraba al piso de madera y luego a él. Lo encare con un gesto transparente y quise dar media vuelta, no pude, pues el alcanzo a tomarme de mi brazo con toda la corpulencia y lozanía de un muchacho de veinte tantos años como lo era él. ― No me des la espalda. ― Ordenó con la voz ronca.
― A veces creo que debí de dársela hace mucho tiempo.

El rizo el ceño y me llevo hasta adentro de la cocina. Por fin me soltó.

― Te arriesgaste mucho allá afuera. No sabes quién es ese sujeto.

―¡Y no me interesa! ¡No quiero saberlo!
.

―Estas a la defensiva desde que te dije que estaba enamorado de ti.

Un nudo tembloroso en la garganta apareció, de pronto la habitación la miraba tan Pequeña que sentía que me faltaba el aire, y me sentía incómoda, como un roedor en una caja de madera sellada, quería salir de ahí, sentía calor en las mejillas y apreté los puños.
―¿No vas a decirme nada?― Manifestó en voz frágil

Pase saliva. La garganta me dolió al hacerlo.
―No tengo nada que decir.

―¿Nada? ― Pregunto ceñudo. ―¿En serio, no vas a decirme nada? ¿Ni siquiera un; "Vete al diablo" O "Solo te utilice para sobrevivir todo este tiempo"?

Es increíblemente cruel que pienses eso, sabes que no es cierto.

―¿Entonces?― pregunto esperando una respuesta rápida, con el rostro serio y una ceja arqueada.

― Es difícil sacar algo que tienes muy metido en el alma, porque temes a la respuesta que puedan darte, porque esa respuesta puede ser desgarradora, o sentir vergüenza. Da temor... ¡Decir algo! Algo que siempre estuviste segura de no decirlo nunca a nadie.

― Lo sé muy bien. ― Contesto. ― Solo dímelo.

Estaba buscando la manera correcta en decirle aquello, pero mi cabeza daba un montón de vueltas, que desorganizada todo cuando él estaba parado frente mío. Me sudaban las manos y mandíbula bailaba.

Kurt, resignado, tomo una bocanada de aire y dijo; ― Esta bien.

Titubee por un buen rato luego de parpadeos rápidos y seguidos. Bufé. ―¡Si! ― Exclame en voz alta, sentí libertad en un segundo y una lágrimas resbaló por mi mejilla ― Yo también lo estoy de ti.

En el rostro de Kurt se apreciaba una pequeña sonrisa. ― En S...

―¡Cállate, estoy hablando! Por favor, si hablas ahora vas a hacer que mi mente comience a dar vueltas, y me confundiré y no sabré que diablos decirte después. ― Exclamé haciendo ademanes con las manos.

Suspire al mirar sus ojos verdes y sus sienes palpitar. Sonreí en lágrimas.

― Sí, estoy enamorada de ti, y más que nada te odio porque confundes mi mente y mis movimientos cuando te veo y cuando no, también. Odio cuando te vas y vuelves y andas de un lado para otro. Pero te amo porque causas en mí lo que nadie más a hecho, porque eres el único hombre que me ha prestado atención en momentos tan graves como es la guerra, me has hecho volar por minutos y después hacerme caer desde muy arriba y provocarme un buen y doloroso golpe, me haces sentir que el tiempo es efímero cuando estás conmigo, no importa si es una hora o quince segundos , y en momentos, con tan solo mirarte, me haces ver lo bonito que puede llegar a ser la vida a pesar en la mierda que estoy viviendo aquí atrapada. Te amo, te odio, y a veces te temo pero sin embargo te enfrento, Eso es lo que eso es lo que siento, y supongo que lo seguiré sintiendo toda mi vida mientras estés frente mío, mirándome de esa manera tan original como lo haces tú. ¡Todas esas cosas que acabo de decirte, es lo que siento y todo al mismo tiempo!, ni siquiera puedo concentrarme para sentir cada cosa que en un momento, simplemente en un segundo siento todo eso...― Tome aire mientras que Kurt me miraba de una forma indescriptible, sus ojos miraban y no dejaba de sonreí. ―...pero si, te amo, más que a nada, y siempre lo haré... Te amo Kurt.

La Sombra Del Holocausto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora