2- FINAL. El sacrificio de los vampiros.

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  Todos los ojos se posan sobre los dos vampiros que están tendidos en el medio del círculo

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  Todos los ojos se posan sobre los dos vampiros que están tendidos en el medio del círculo. Unos bultos que yacen, tapados con telas de color marfil.

  Abieno las quita, para exponerlos a la ignominia de los que participan en la ceremonia. Antes poderosos y en minutos mera turba. Nadie dice nada pero no es necesario: las miradas de los presentes reflejan el odio intenso que los embarga hacia estas criaturas.

  Un hombre y una mujer, bellos como suelen serlo estos seres bestiales. Ella es morena y con una mirada azul que finge ser tierna. Implora:

ᅳ¡Por favor, liberadnos, os estáis equivocando! Somos padres y nuestros hijos esperan por nosotros en la aldea. ¡Los dejáis a merced de las brujas!

ᅳ¡Silencio! ᅳle grita Abieno, mientras le hace un gesto a uno de sus subalternos, que le vuelve a colocar la mordaza.

  El individuo, también moreno, no suplica. Al ver lo que le han hecho a la vampiresa se remueve. Deja libre la boca y les muestra los colmillos, furioso, confirmando que las palabras eran otras de sus mentiras. Están maniatados y encadenados por los pies, con grilletes de hierro, uno contra el otro. Los custodian tres druidas altos y muy fornidos.

ᅳTraedlos aquí ᅳles pide Abieno, con calma.

  Se resisten pues son conscientes del destino que les aguarda. Los ritos vienen desde tan lejos en el tiempo, que los que van a ser sacrificados los conocen. Han oído hablar de estas historias, como episodios de leyendas más extensas. Muchas de sus víctimas, inclusive, les han gritado, antes de beberles ellos la sangre y dejarlas como tallos secos:

Te maldigo, ¡ojalá sirvas de ofrenda en Stonehenge!

Y tú eres ahora nuestro niño adobado con dulces de la noche de los muertos ᅳuna respuesta hecha que corre de vampiro en vampiro ante esa maldición: una tradición entre los bebedores de sangre.

  Dichos que hoy son realidades. Porque las criaturas del mal no pueden evitar acercarse a este lugar mágico durante estas fechas, como sería lógico. El perfume de la sangre de los niños, debido a los dulces de harina de trigo y miel que han ingerido a mansalva, es atractivo a la luz del sol, siempre caen varios en la trampa. Y más seductor bajo el reflejo de la luna, que hace que se comporten igual que las moscas antes de quedar pegadas dentro de las jarras con restos de hidromiel. Así, un año tras otro. Los pequeños son parte del festejo y también la carnada.

  Los druidas gigantescos tiran con fuerza de los vampiros y los obligan a ponerse de pie. Luego, los arrastran hasta la Piedra del Sacrificio. Ceridwen se acerca, con el cuchillo de oro en la mano. Se lo entrega a Abieno, que está hipnotizado con los movimientos de sus caderas. El vello púbico, a través de la túnica translúcida, lo atrae como un imán. Su imaginación hace el resto. Lanza un suspiro. Con un esfuerzo sobrehumano, se centra en su tarea.

  Los chupasangres, al ver el arma afilada, abren tanto los ojos que se les salen, casi, de las órbitas. Intentan zafarse las mordazas y desgarrar cuellos, moviendo con vigor las cabezas. Los druidas no lo permiten.

LA BRUJA DE STONEHENGE (terminada).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora