Capítulo 7: La fiesta de Pandora

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El día pasó rápido gracias a mi felicidad por haberme vengado de Schoomaker y las ganas que tenía de ir a la fiesta. Sí, necesitaba de veras una fiesta. Desde mi fiesta de despedida de L.A en agosto, no había ido a ninguna.

Sin darme casi cuenta estaba enfrente de mi armario escogiendo lo que iba a ponerme. Mi habitación estaba frenética. Charlie y Nat se peleaban por el espejo y Penny estaba histérica unos zapatos que le hicieran juego. Y yo sin saber que ponerme. Hasta yo me estaba poniendo histérica. Al final acabé por gritarles:

-          ¡¿PODÉIS TRANQUILIZAROS MEDIO SEGUNDO?!

-          ¡Lena, no grites! – me gritó Nat desde el baño.

-          ¡Eso, tampoco hay que ponerse histérica! – la secundó Charlie.

-          ¡Si, por eso os peleáis por el espejo del baño! – dije yo. Charlie se empezó a reír y Penny le siguió.

-          A ver Lena, ¿a ti que te pasa? – me preguntó Penny.

-          Pues que no se qué ponerme. – respondí.

-          ¡Perfecto! ¡Te escogeremos la ropa! – gritó la siempre alegre Nat.

-          ¡No! Miedo me dais. – dije yo.

-          Tu déjanos a nosotras Lena – respondieron las tres mientras vaciaban mi armario.

Las camisetas y faldas volaban de un lado a otro. De repente las tres sonrieron y sacaron un conjunto. Nat tenía un top palabra de honor de raso negro. Charlie sostenía una falda globo con estampado de colores y Penny tenía unas plataformas negras abiertas por delante. Sonreí.

-          ¿Sabíais que sois las mejores? – les dije mientras las abrazaba.

-          Lo sabemos – dijeron mientras me abrazaban.

-          Venga sentimentales, terminad de arreglaros – dije, y todas volvieron a sus puestos.

Yo me puse el conjunto que me habían escogido ellas. Me fui al baño a maquillar con  y me cepillé el pelo, dejándolo con unas suaves ondas, que sujeté con una diadema de raso morada con un lazo.

Cuando salí, vi que las chicas ya estaban listas. Nat llevaba un pantalón pitillo gris, un jersey fino rosa palo sin mangas, un collar de perlas grandes con lazos negros y unos stilettos negros, y se había dejado el pelo liso. Charlie había optado por llevar un mini vestido verde manzana y combinarlo con un cinturón ancho de cuero negro adornado con piedras verdes y unas sandalias de tacón de piedras verdes, y se había puesto una especie de moño elegantemente despeinado. Penny, en cambio, llevaba un vestido hasta la rodilla de color whisky con flecos con unas sandalias de tiras de cuero marrón chocolate, y se había recogido el pelo en una coleta a un lado con ondas.

Nat se quedó mirando nuestros conjuntos, sonriendo con aprobación. Hasta que llegó a Charlie:

-          A ver, diosa de la moda, ¿qué pasa ahora? – le replicó Charlie.

-          Charlie, ¿tú no eras la masculina del grupo? – preguntó Nat.

-          ¿La masculina del grupo? – pregunté yo.

-          Nat dice que soy la masculina del grupo porque no me gusta lo típicamente femenino.

-          Explícate – le dije.

-          Pues odio el color rosa. No me gustan las faldas. Nunca jugué con muñecas…

-          Adora el béisbol. – dijo Nat.

St. Peter CollegeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora