-Y bueno chicos, mañana revisaré todos y cada uno de sus cuadernos con al menos una plana de historia.-Dice la maestra con voz desafiante.
-¡Está bien señorita!-responden los chicos de mala gana.
Andrew, un chico cualquiera, asiste hace ya 10 años en el mismo colegio de varones.
Llega a su casa desganado, cansado después de una larga jornada de trabajos y tareas en la escuela. Ya cursa segundo grado de secundaria pero aun así no se acostumbra al ritmo de estudiar. A pesar del cansancio, no le va para nada mal, así lo demuestra su primer lugar en cada curso que logra aprobar. Su profesora es su principal pilar y su padre ya que su madre es un dolor de cabeza constante. Sube las escaleras de casa lentamente y se acerca hasta el cuarto de sus padres, abre un poco la puerta que se encuentra entreabierta y echa un vistazo
-Qué suerte, está dormida-susurra al observar a su madre en la habitación.
Continúa su trayecto hasta su habitación al final del pasillo y una vez dentro se lanza sobre la cama. Permanece unos segundos boca abajo sobre el cubrecamas y coloca una almohada en su nuca. Resignado se gira boca arriba sin quitar el almohadón y después de unos segundos lo lanza con desgano hacia la pared de la habitación. Suspira profundo observando el techo y se incorpora sentándose en el lecho.
-A ver, ¿Qué tan difícil puede ser inventar una simple historia?-se cuestiona abriendo su mochila en dirección a su escritorio-Inspiración, ven a mí-exige decidido observando la hoja en blanco delante de sí.
Permanece con la vista fija en el papel durante casi media hora, pero la inspiración hace caso omiso a su orden y ni se presenta siquiera para un buen título.
-No puede ser- se lamenta en silencio-Soy el mejor de la clase, ¿Y no puedo inventar una simple historia?-reclama algo frustrado.
De pronto oye como la puerta de su habitación se abre suavemente y se vuelve sorprendido.
-Lo siento-dice su padre prudentemente-Te oí reclamar por accidente, ¿Vas bien con eso?-pregunta amable.
-Ah, hola papá, la verdad es que no.-tomándose la cabeza.
-A ver-replica acercando un asiento al escritorio-¿Qué tan difícil puede ser?-observando las instrucciones.
-Créeme que lo mismo dije antes de empezar-apoyándose cansado en el respaldo de su asiento.
-Creo que te puedo ayudar, pero debes guardar silencio, pues es una historia real, casi como de novela, es de amor-advierte.
-Claro-dice animado- tú solo cuéntame y luego yo lo relato-disponiéndose a oírlo.
-Bueno pues, esto le sucedió a mi mejor amigo, Estábamos en la universidad aún-comenzando a recordar-¿Puedes al menos crear nombres para no ser tan explícito?-dice algo incómodo.
-Claro, mmm, ¿Qué te parece que la chica se llame Annie y el chico Dan?-sugiere.
-Está bien-accede-Entonces, estábamos en la universidad, en el tiempo en que yo podía tener amigos-bromea sacando una sonrisa de su hijo- Y en ese tiempo nos sentíamos los mejores pues no cualquiera tiene la capacidad de estudiar medicina. Recuerdo muy bien aquel día, estábamos en la biblioteca intentando hacer un trabajo extenso y aburridísimo de solo redacción y a pesar de saber en qué consistía ninguno fue preparado, necesitábamos más cosas de las que creíamos. Estábamos muy nerviosos pues las horas avanzaban y el día de la entrega se hacía más cercano. Dan estaba aún más nervioso pues era el primero en la facultad.
-Creí que tú eras el primero-interrumpe Andrew sorprendido.
-Bueno, digamos que me subí un puesto-sonriendo inocente.
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Encontrando Tu Sonrisa
Short StoryNo esperes que eso que se te ha dado esté lejos para poder verlo, usa tus ojos del corazón antes que sea demasiado tarde...