Capítulo 1

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Layla se limpiaba con su antebrazo la sangre seca de su labio inferior, saboreándose al recordar el delicioso banquete que se había dado con el dulce líquido carmesí de mortales inocentes y puros

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Layla se limpiaba con su antebrazo la sangre seca de su labio inferior, saboreándose al recordar el delicioso banquete que se había dado con el dulce líquido carmesí de mortales inocentes y puros. Pero su festín no terminaba ahí.

Su hermana, Killari, ingresaba con su vestido blanco manchado de sangre, como si se tratase de un pintoresco cuadro abstracto. Le gustaba simular, a través de la blancura, la pureza de la que carecía. Aquella que le había sido arrebatada hacía varios siglos atrás.

—Hay que continuar —anunciaba con entusiasmo.

—Lo sé. Hay que seguir mezclándonos entre los tontos mortales —comentaba Layla con una gran sed de sangre humana que parecía ser insaciable.

Se prepararon para salir a recorrer las calles de uno de los tranquilos vecindarios de San Francisco. Aún estaban a un par de horas para que la festividad de Noche de Brujas encontrara su fin en un nuevo amanecer.

Las hermanas Bohan se adentraron a las oscuras calles plagadas de niños correteando de un lado a otro, disfrazados de toda clase de ser oscuro que Hollywood les había enseñado. Aprovechándose de tal ocasión, Layla y Killari simulaban ser simples mundanas disfrazadas para tal celebración.

Killari se detuvo bruscamente y olfateó en el aire, un aroma exquisito inundaba el lugar. Sonrió maliciosa y tomó del brazo a su hermana para conducirla hasta una sencilla casa de clase media.

—¿Truco o trato? —preguntó Layla con cierta ironía luego de haber golpeado la puerta. Del otro lado, un joven muy apuesto sonreía con ojos vivaces.

—Buenos disfraces, hasta parecen reales —acotó mientras se dirigía al interior de la casa en busca de una canasta con dulces—. Aunque debo ser honesto, ya están grandes para esto.

Las hermanas Bohan aprovecharon su distracción para ingresar y esconderse, así después sorprender a su víctima.

En cuanto el hombre regresó con la canasta, se llevó la sorpresa de no encontrar a nadie del otro lado del umbral. Salió al porche para ver qué había sido de las mujeres, pero al no verlas desistió y regresó al interior de la casa, cerrando la puerta detrás de él.

Una brisa lo envolvió y sintió cómo su cuerpo permanecía rígido, a la espera de alguna orden. Killari soplaba suavemente, provocando que el joven cayera en un estado de trance. Por su parte, Layla apareció  y de manera sensual caminó hasta él. Parecía danzar excitada ante la vena palpitante del muchacho.

Embelesado ante la belleza de la joven, dejó caer con brusquedad la canasta, haciendo que todos los dulces quedaran desparramados sobre el alfombrado.  El joven se limitó a cerrar los ojos y dejarse llevar por el placer que la morena provocaba con sus caricias. Pronto, Killari se unía a la danza de la seducción y envolvió al muchacho con sus brazos.

Belleza Nocturna ✔️Where stories live. Discover now