Veintiuno.

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  "Me enamoré de su coraje, su sinceridad y su llameante respeto propio. Esas son las cosas en las que creo, incluso si el mundo entero se entregara a las salvajes sospechas de que ella no es todo lo que ella debería ser. La amo y ese es el principio y fin de todo."
                                                — F. Scott Fitzgerald, Acerca de su futura esposa Zelda Sayre, en una carta a un amigo.

21

HARRY'S POV

Celebrar mi puto cumpleaños nunca había sido algo importante en mi vida.

Había escuchado la palabra cumpleaños aquí y allá en mi niñez, pero nunca había sabido el verdadero significado de esta. Conocía mi edad y como esta cambiaba cada año, pero eso era básicamente todo.

Para empezar, había crecido sin siquiera conocer la jodida fecha de mi nacimiento. No fue hasta que tenía once años, cuando comencé a involucrarme más en salir de aquella maldita pocilga que descubrí que había nacido un primero de febrero de mil novecientos noventa y tres. Y una vez que lo supe, no hizo mucha diferencia. Nadie celebraba cumpleaños en el orfanato.

En mi quinceavo cumpleaños fue la primera vez que alguien me compró un pastel y me cantó aquella estúpida canción de cumpleaños, siendo Dolf. Los tres siguientes años había hecho lo mismo, pero en mis diecinueve, veinte y veintiún años, me las había ingeniado para evitar aquello.

No me gustaban los jodidos cumpleaños, ni nada de lo que venía con ellos, así que no entendía que demonios hacia a las 12:09 de la madrugada, abriendo la puerta de mi habitación cambiado en unos vaqueros oscuros, botas cafés y playera negra de manga larga; listo para ir a donde fuera que Hunter quisiera.

Ni siquiera me había querido decir cómo demonios era que sabía que hoy era mi cumpleaños.

"Vamos." Sonrió pareciendo ansiosa y sin ningún esfuerzo pude observar que la sonrisa no llegaba a sus ojos. Sin esperarme, comenzó a trotar en dirección hacia la salida, dejándome aun jodidamente confundido. Con un bostezo pesado, cerré la puerta detrás de mí y eché a caminar detrás de ella. Observando su cabello oscuro rebotar contra sus hombros, en la luz tenue que alumbraba los pasillos del edificio.

"¿A dónde vamos?" Susurre alcanzándola. Hunter me miró velozmente y sin titubear tomó mi brazo haciéndome caminar más rápido. Flexione mis músculos en sorpresa.

"A celebrar tu cumpleaños." Susurro de regreso.

"No me gusta celebrarlo." Gruñí por lo bajo, haciendo a Hunter titubear en sus pasos levemente.

"No me importa. Lo celebraremos." Dijo un poco más fuerte frunciendo el ceño.

Ambos salimos del edificio, ganándonos una mirada sorprendida y confundida de quien fuera la chica detrás del escritorio de llegada y simplemente seguí como un cachorrito a Hunter, quien camino hacia mi auto viejo.

"Dame las llaves." Estiró una de sus manos hacia mí, la palma de su mano a la altura de mi rostro.

"¿Porque estás haciendo esto?" Suspire cruzándome de brazos. La idea de que a Hunter le importará lo suficiente mi cumpleaños como para hacer lo que fuese que estaba haciendo, hacía que una calidez extraña se adueñara del sentimiento frio y solitario al que estaba acostumbrado.

Pero no lo entendía.

No entendía cómo era posible que le importará mi cumpleaños. No entendía como era que tan sólo hacia unas pocas semanas ni siquiera la conocía y ahora era una parte aterrorizante grande de mis días. No entendía las ganas que sentía de abrazarla, al notar que a pesar de que sonreía, Hunter parecía devastadoramente triste. No entendía lo que sentía cada vez que miraba sus profundos ojos azules. No lo entendía.

high [h.s.]Where stories live. Discover now