Continuación. One-shot.

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Eran los primeros días de invierno. Las mantas escasas y cuartos blancos pulcros se volvieron parte de una necesidad que cada vez volvía más loco al adulto joven.
Sentando sobre una almohada a un costado de la simple habitación, con una vela presumiendo su tenue fuego, danzando con la dirección del viento e iluminando así la mitad del rostro blanco.
El chico se llevó a sus labios el dedo pulgar con la uña apenas sobrepasándola, arrancó esta con sus dientes y la hizo a un lado sacándola de su boca. Así continuó con cada uno de sus dedos, con la ansiedad abriéndose paso por alguna razón que Kyungsoo no entendía.

O tal vez sí.

Se hizo un ovillo en una esquina del frío suelo. Decepcionado de todo lo que lo rodeaba. Decepcionado de él mismo. Asqueado de su falta de madurez.

Él se había hecho un juramento, un juramento en forma de dolor y lagrimas, porque el solo hecho de volver ahí le creaba más depresión que el mundo real, y sólo era la primera semana encerrado en las paredes blancas. Todavía sin alguna consulta. Únicamente con comida de enfermos y trabajadoras con sonrisas amables.

Solo, otra vez rodeado de las mismas cuatro paredes blancas que él mismo decidió llamar pasado.

Kyungsoo no tenía ningún desorden mental. A los ojos de él claro que no. Sólo era un persona con mucha ira acumulada. A él le gustaba describirse como una bolsa de basura, que fue llenada poco a poco a lo largos de los años y un día fue incapaz de aguantar tantos desechos que lo soltó en forma de un fallido asesinato, hacía su padre. Claro que sí.
Pero a los ojos de los profesionales, algo estaba mal con él.
Nunca los entendería. Sería mejor si se deshiciera de todo ser humano que lo llevó a esas circunstancias y listo. Pero a los ojos de la sociedad es totalmente moralmente incorrecto. 
Y a los ojos de los religiosos se iría al infierno.

Pero qué importaba, ¿acaso existía la moral en su vocabulario?

Así que la definición correcta de Kyungsoo, la cual se había autodominado los días que tanto asco le daba su nombre y apellido era homosexual inmoral. Perfecto para él.

Y ahora por falta de "ética", los hechos de la vida lo llevaron de nuevo al pasado. Y con hechos de la vida se refiere a un jodido prostituto contratado por su primo.
Chico-prostituto-hijo-de-perra el cuál le había hecho perder -con sexo barato- la poca cordura la cual le había costado conseguir de nuevo. Y a causa de aquella experiencia se dio cuenta que en verdad nunca la tuvo. Gracias Jongin.

Pero dejando de lado la estupidez humana, la decepción venía de él mismo al creer que aquel encuentro que tuvo con ese hombre fue real, sincera, pura. ¿Desde cuándo Do Kyungsoo se volvió tal iluso?
Eso era lo en en verdad lo tenía jodido. Admitir que la culpa en realidad había sido suya, no de los demás.
Pero cuando sucedió eso obviamente no pensaba así, la bolsa de basura se había roto nuevamente. Golpeó a Jongin hasta matarlo.

Él debería estar en la carcel, no en el jodido manicomio.

Pero se lo buscó, arruinó su intento de conseguir una vida medianamente normal matando a un ser humano, después de estar encerrado anteriormente en ese lugar con tratar de asesinar a su progenitor.

Puso de pie su delgado cuerpo, caminó hacia la sabana que lucía su perfecta blancura y se echó en ella sin ningun cuidado, creando un sonido agudo proveniente de la camilla. Cansado de esperar a su tía que tenía que llegar en cualquier momento con los libros que le pidió, alzó su manó a hacia el techo también blanco, con un poco de moho en las esquinas, y admiró como sus venas eran iluminadas por la vela que no paraba de danzar.

De repente voces desesperadas proveniente del pasillo tomaron atención de sus sentidos. Frases como "No es hora de visitas, por favor regrese" eran todavía lejanas y vagas, pero un poco de curiosidad le hizo levantar de su cama y caminar hacía la puerta. "Me importa una mierda" escuchó poco después para hacerse a un lado al momento que aquella voz tomó forma de un Baekhyun desesperado. Su querido primo. Éste lo abrazó y Kyungsoo no pudo hacerlo a un lado ya que los medicamentos de la noche todavía lo tenían un poco sedado. No volvería a hacer una rabieta, sino sería inyectado. El castaño lo soltó y volteó para ver a los trabajadores, rogándoles por sólo 5 minutos.

Amor por necesidad. (KaiSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora