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El sol comienza a ocultarse y tengo miedo porque sé que mañana tendré que irme de aquí; encontraron una familia para mi, una familia "perfecta", pero claro, nada comparado con la vida que tenía antes. Mi verdadera familia. Odio el orfanato casi tanto como me odio a mi misma. Me siento en mi cama y veo cómo dos niñas se acercan caminando con rapidez y se acuestan en sus literas.
-Ya nos iremos de aquí. - me dice una.
-Felicidades.
-Por fin. Nos adoptaron a ambas. Estaremos juntas por siempre.
Sonrío y veo cómo los que serán los futuros padres de las niñas entran. Parecen amables.
-Prepararon sus cosas? - pregunta la monja.
-Sí. - dicen y se paran.
Las dos parejas se analizan detenidamente y cuando terminan de hacer esa cosa rara, el hombre agarra sus maletas y se van de la mano. Todo es muy raro. No entiendo nada. No entiendo cómo pueden ser capaces de tener otros padres. Pero claro, a ellas las abandonaron cuando eran bebes. No como a mi. Pero realmente no quiero pensar en eso. Me muerdo las uñas y comienzo a pensar en cualquier cosa excepto en eso. La puerta se abre con rapidez y entra Jo, riendo.
-Mira esto! Mira! - chilla y se sienta a mi lado. -Ves? Conseguí trabajo! Y no es de cuidar niños!
Sonrío y veo la carta. Es de un restaurante. Mesera. -Muy bien por ti.
-Lo sé. Por fin me iré de aquí. - susurra ella.
-Me alegro.
-Ay, Dios. Eres una melancólica.
-Lo siento. - me disculpo.
-Sí...
Nos quedamos calladas y luego de un rato, nos acostamos. Yo comienzo a jugar con mis manos y ella a cantar.
-Ya sé. - dice, después de un rato.
-Qué es? - le pregunto.
-Haz tu maleta. Y no te duermas. Vengo dentro de un rato.
Y luego se va corriendo, dejándome con las palabras en la boca. A qué diablos se refiere? Pero de todos modos, hago lo que dice. Ya sé, muy rebelde. Pero cuando no tienes nada que perder, todo se vale, no? Y si me escapo de este lugar, mucho que mejor. No tendré que ir con aquella familia.
Ya todo está muy oscuro cuando he terminado. Me siento cerca de la ventana con mi mochila de cuero, no tengo demasiadas cosas. Entonces veo en la casa de enfrente, la luz del porche encenderse. Sale Jo con una maleta y comienza a despedirse de las monjas. Luego, cuando las puertas se cierran, llega un auto negro completamente. Ella sube su maleta, y saludo a un tipo y entra al auto. Estoy apunto de gritar "ESPÉRAME!" Cuando el auto se estaciona frente a mi ventana. La ventanilla se abre y un chico muy guapo me sonríe; siento ruborizarme. Agarro mi mochila y abro la ventana, entro al auto y le sonrió con travesura a Jo.
-Gracias.
-De nada. - me dice ella.
-Sí, de nada. - habla el chico.
Me vuelvo a ruborizar pero lo ignoro. Me quedo embobada viendo las calles de Londres. Por qué Londres es lindo? Esa pregunta estúpida me ronda por la cabeza. Pero no me importa. Prefiero preguntas estúpidas que preguntas como "por qué todo tuvo que acabar así?" Me siento como una idiota melancólica todo el tiempo, y realmente lo odio. Pero... Tal vez este es el momento en el que cambio mi vida. Sí. Quizá seré una nueva persona.
El chico para en una destartalada casa rosada y me dan escalofríos. Estúpidos pensamientos. Está casa parece embrujada.
-Vamos. - me dice Jo.
Asiento y la sigo fuera. Entramos a la casa pasando una oxidada reja y un jardín con árboles esqueléticos. Primera cosa que hacer mañana, arreglar el jardín. Entramos a la casa y veo a unos chicos en la cocina hablando en susurros. Cuando nos ven, sólo se quedan en silencio, siguiéndonos con una intensa mirada. No pasa nada. No hay nada raro.
-Este es tu cuarto. - me dice el chico guapo.
Abre una puerta roja y veo un amplio cuarto con una enorme ventana y frente a esta, una litera. En la otra pared hay una cama pequeña cerca de un armario viejo y grande.
-Yo no dormiré en aquella cama. - dice Jo.
Sube su maleta a la litera y yo analizo la cama. No. Definitivamente no dormiré ahí. Es que... No sé. Se siente... Pesado. Pongo mi maleta en la cama de abajo y me acuesto en ella, analizando el candelabro.
-Buenas noches. - digo y empujó con mi bota, la otra bota para sacármelas. Ellas caen al suelo con un fuerte "BOM" y me doy cuenta que el piso es de madera. Mis ojos se vuelven pesados, muy pesados, como si tuviera piedras en ellos. Lo ultimo que escucho es al chico decirme "Me llamo Jules. Cómo te llamas tú?" Y escucho mi propia voz decirle "Agnes" antes de sumirme en un profundo sueño.

Abro mis ojos de golpe. Veo la hora en el reloj que está al lado de la ventana y me enojo conmigo. Son las tres treinta de la madrugada. Me doy la vuelta y cierro mis ojos. Entonces, vuelvo a ponerme boca arriba porque... Tengo el estúpido pensamiento de que alguien acaba de pararse frente a la cama. Me vuelvo a dormir.
Por la mañana, cuando me despierto, escucho a Jo reírse a carcajadas y a varias personas hablando. Me pongo mis botas y pego un brinco cuando veo a Jules frente a mi.
-Lo siento. Te venia a avisar que ya casi no queda comida.
-Parado ahí? - le pregunto incrédula.
Está pegado a la ventana, muy cómodo, como si llevara ahí gran rato.
Camino a la puerta haciéndome un moño y me veo en el espejo. Tengo un grano enorme. Salgo y veo a Jo hablar con dos chicos de cabello rubio. Cuando me acerco a ella y los veo de cerca, me doy cuenta que son gemelos idénticos.
-Está es Agnes. - dice Jo mientras me da un plato con huevo y espinaca.
Gruño un "hola" y me siento al lado de un gemelo. Comienzo a comer sin siquiera prestarle atención al sabor e ignorando la mirada del rubio.
-Te gusta? Mi hermano está estudiando gastronomía.
-Está muy bueno. - le digo.
Busco algo que beber y me levanto de la mesa, directo a la habitación.
Así más o menos se vuelven mis días. Por las noches, los chicos se vuelven extraños y no hablan a excepción de susurros. Yo, como no hablo, no me preocupo. Pero sí me parece raro, por eso, en las noches, me mantengo en mi habitación, esperando por Jo que raras veces llega. En las mañanas todos son normales, tan normales que hasta me hace pensar que el día anterior lo imaginé todo. Siempre me despierto a la misma hora. Tres y media de la madrugada. Y comienzo a encontrar más tranquilo el estar sola. A veces me da el presentimiento que hay alguien siempre a mi lado pero luego lo descarto ya que mi imaginación es capaz de muchas cosas. Jules sigue despertándome en la mañana porque siempre siento su mirada en mi.
Una semana aquí hace una diferencia. Una mañana me despierto aún cansada y molesta. Jo me está hablando. Qué hora es?
-Quisieras venir conmigo a una discoteca?
-Soy menor de edad. Y seguro me están buscando.
-No seas aburrida.
-Por favor, Agnes. Vamos. - me ruega Jules, quien se ha vuelto alguien muy cercano en los desayunos.
-No sé bailar.
-Eres una mentirosa porque estabas en ballet.
-No. Yo no hago ballet.
-Vamos. - me ruega Jules, haciéndome ojos de gatito.
Mis oídos se tapan y siento una presión en la espalda. Me sacudo, porque siento que alguien acaba de ponerse cerca, muy cerca de mi espalda. Casi encima. Vuelvo a sacudirme pero la sensación no sé va. Es como si... Quisiera mantenerme aquí.
-Qué? - me pregunta Jules.
-Nada. Es sólo que odio tu maldita casa embrujada.
-Oye, puedes irte cuando quieras.
-Esperen. Me arreglaré.
Me levanto y sigo sintiendo lo mismo. Mi corazón se acelera al igual que mi respiración pero sigo ignorándolo. Nadie está aquí. Quiero correr y en verdad lo intento pero me es imposible. Me mantiene fija.
Estúpida imaginación.

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Hola! Primer capítulo. Me dicen si les gusta. Besos!
P.K Martínez.

Mi Novio El FantasmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora