Capítulo 2

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Alex y yo estábamos en mi cuarto.

Alex estaba tumbado en mi cama con las manos entrelazadas bajo la nuca. Yo estaba sentada en el suelo con el libro de química y la libreta apoyados en mi regazo. Sí, primer día y ya con tarea.

El ritmo de Discordia inundaba la habitación y me impedía concentrarme en las fórmulas.

— Alex —lo llamé, él siguió con los ojos cerrados.— Alex...

Alex alargó una mano y le dio más voz a su móvil que se encontraba sobre mi mesilla. Bufé y me levanté dejando las cosas de química sobre el suelo. Me arrodillé al borde de la cama y puse las manos sobre el estómago de Alex.

— Alex, Alex, Alex, Alex... ¡Alex! Alex, Alex, Alex, Alex, ¡Alex! —bufé. A veces él era tan... irritante.

Como seguía sin hacerme caso opté por pasar una de mis rodillas a cada lado de su cuerpo.

— Alex —le hablé una última vez más. No contestó.— Muy bien, tú mismo.

Deslicé mis manos a sus costillas y comencé a retorcer levemente trozos de piel entre mis dedos. Alex abrió los ojos y una carcajada brotó del fondo de su garganta. Sonreí y empecé a hacerle cosquillas más rápido. Él se reía compulsivamente. Llevó las manos a mi cintura intentando tirarme. Reí y pataleé cuando consiguió tirarme y atrapar mi cuerpo bajo el suyo. De un sólo movimiento me colocó las manos sobre la cabeza, agarrándolas con las suyas. Eché la cabeza hacia atrás en la almohada y reí.

— Es injusto —le miré.

— Nunca podrás ganarme en un guerra de cosquillas Bird.

Inflé las mejillas y sellé los labios. Alex rió y se acercó a mí para dejar un beso en mi frente.

— Quizá algún día te deje ganarme.

Saqué la lengua y le lamí la punta de la nariz. Alex se carcajeó y limpió su nariz en el hueco de mi cuello. Reí por las cosquillas que me causaban sus movimientos.

— Te odio, Alexander Moore —dije cuando se levantó de encima de mi cuerpo y se sentó en la esquina de la cama.

— Me amas, Bird Contray.

Rodé los ojos y me incorporé en la cama.

— Tanto como al sida, cariño.

— Entonces es mucho.

Reí y le lancé un cojín blanco con unos pájaros negros que atrapó antes de que le impactara en la cara.

— Cambiando de tema, ¿qué tal te van las cosas con Claudia?

Alex abrazó el cojín —supongo que imaginando que era Claudia— y me miró emocionado, no intentó ni reprimir la sonrisa que se expandía can rapidez por su cara.

— ¡Genial! Mañana quedamos para ir a tomar unos kebaps, y el viernes tenemos una cita más... cita.

— Ya casi puedo oír las campanas de boda —reí. Alex también lo hizo—. Esa chica... te gusta de verdad y se te nota, espero que no lo jodas, Alex.

— Sí —admitió dándome la razón en ambas cosas—, yo también espero no joderlo todo. Además vamos a ir juntos al baile de bienvenida.

— Queda un mes —achiqué los ojos divertida— ¿cómo sabes que no vais a tener otros... planes? —reí moviendo las cejas de arriba a abajo.

— Pondremos en practica esos planes en el baile...

Reímos.

Él se acomodó en mi dirección y apoyó el cojín a lo largo de su regazo.

Tinta PeligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora