Hace seis años mi padre conoció a Rosie, se casaron, y ahora tengo una hermana de dos años y medio llamada Anne. Como vivo en Bristol prácticamente todo el curso universitario, no puedo verla mucho.

Mi madre y Rosie tienen una buena relación, no son mejores amigas, pero alguna que otra vez, han dejado a Anne quedarse aquí en casa con nosotras.

—Tú acábate el desayuno —me ordena.

Me dirijo de nuevo a la mesa y me apresuro a terminármelo. ¿Ganas de volver? No, lo siguiente. Una vez que sales de casa, cuesta acostumbrarte a tu vida de antes.

Para cuando mi padre aparca frente a mi casa, mi madre, mi maleta, y yo, estamos fuera, en el jardín. Casi lo escucho suspirar de alivio por no tener que esperar.

Me vuelvo entonces hacía mi madre y la abrazo. A pesar de que este es el cuarto año que estoy fuera, no puede evitar emocionarse.

—Venga mamá, que el tiempo pasa rápido —le digo para reconfortarla mientras se seca los ojos.—Y son mis últimos seis meses.

Tuerce la boca en un intento de sonrisa.

—Lo sé, cariño.

Saca un pañuelo del bolsillo y se suena la nariz.

—¡Molly, mujer!, ¿siempre la misma escenita? —grita mi padre metiendo mi maleta en el coche y subiéndose de nuevo.

Mi madre lo mira de mala gana. Le doy un último abrazo y me dirijo al vehículo. Antes de subirme, le digo adiós con la mano.

Mi padre resopla.

—Ahora se queda sola —le digo, saliendo en su defensa.

—Lo sé hija, pero tiene a Jhon....Ron...

—Paul —le corrijo. Él no ha conocido nunca a los novios de mi madre, sobre todo porque para mi madre eso sería dar un gran paso en sus relaciones, y nunca ha estado preparada para eso.

Mi madre empezó a salir con Paul hace casi un año, pero no le gusta comprometerse. Desde lo de mi padre creo que tiene miedo a ello, a que vuelvan a salirle las cosas mal. Después de que mi padre y ella se divorciaran ha tenido tres relaciones contando a Paul, y siempre terminan porque, según ella, quieren cosas más serias.

Paul me cae bien, la quiere; a veces él me da un poco de pena. Si ella no deja a un lado todo ese miedo, lo perderá, y ya no es una chiquilla precisamente. Pero no me echéis mucha cuenta. No soy una experta en estos temas. Hace cuatro años que en mi vida solo hay estudios, estudios y más estudios. Por lo menos sé que dedicándoles tiempo, no me traicionarán.

Unas tres horas y media después, llegamos a Bristol.

Vivo en la zona de Montpelier. Es un buen barrio, tranquilo; y la universidad queda a unos veinte minutos andando, aunque casi siempre voy en bicicleta.

Mi padre aparca en la puerta, es una de esas casas adosadas; pequeña (bueno, pequeña porque vivo con dos amigas), para vivir sola está bastante bien. La puerta de entrada está abajo, junto a una especie de trastero, y unas escaleras que conducen a la vivienda principal.

—Sigo pensando que este edificio no es seguro —refunfuña mi padre agarrando mi maleta, y mirando la casa con el ceño fruncido.

—Lo es. —Ya he perdido la cuenta de las veces que se lo he asegurado.

La fachada está un poco descuidada, pero por dentro es bonita. El propietario nos aseguró que no habría problemas, y así ha sido, salvo por un par de cosillas con el agua caliente.

Natalie viene corriendo hacia mí cuando entro, y me abraza con efusividad.

—¡Kate!

Es la más alocada de las tres. Su familia vive a menos de una hora en coche de aquí, en Throwbridge. Su padre murió hace quince años, por lo que su madre prácticamente tuvo que hacerse cargo de ella y de otros dos hermanos. Así que decidió irse de casa, pero no excesivamente lejos.

No voy a enamorarme de ti (DISPONIBLE EN AMAZON)Where stories live. Discover now