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El martes y el miércoles pasan . Jane estaba deseando que llegara el jueves, yo que me tragara la tierra y me escupiera, por ejemplo, en el Caribe.

Esa mañana, me costó hasta levantarme. Me metí en la ducha con más pereza de lo normal, incluso pensé con más detenimiento de lo habitual, en lo que iba a ponerme ese día. Una completa locura, teniendo en cuenta que no sabía el porqué.

Al final opté por lo de siempre, solo que esta vez, me calcé unas botas con un poco de tacón.

Para empeorar las cosas, el tiempo no acompañaba. Lluvia torrencial y frío, por lo que no tuve más remedio que cambiar mi bicicleta por el coche de Jane.

—Así que hoy nos hemos puesto guapa ¿no? —se burla cuando me reúno con ella y con Natalie en el salón.

Las dos me miran arqueando una ceja. ¿En serio se han dado cuenta de que me he maquillado un poco más de lo normal? Me resulta inquietante.

—Tenía muy mala cara... —me excuso.

Comparten una mirada, pero no añaden nada más.

La clase de Historia del Arte Italiano es justo antes del almuerzo, espero que no me quite el apetito.

Estos dos días atrás, he venido a la universidad con el miedo constante de volver a chocarme con él. Y llamadme loca, pero una minúscula parte de mi, parece desearlo.

Cuando llega la hora señalada, y Daniel entra en el aula, mi pulso automáticamente se acelera.

Camina con paso elegante, seguro, deja la carpeta en su mesa y se vuelve hacia nosotros. Da una rápida mirada a toda la sala, hasta que sus ojos chocan con los míos. Un escalofrío extraño me recorre de arriba abajo, y aparto la mirada al instante. ¿Qué leches ha sido eso?

—Buenas tardes —saluda con seriedad. ¿Este tipo no sonríe, o qué? Parece que tenga un palo metido por el culo.

—Su voz me pone malísima...—susurra Jane en mi oído. Tengo que reconocer que esa voz tan grave y tan masculina, me resulta atrayente.

Hoy lleva un pantalón negro, camisa blanca sin corbata y chaqueta gris. Su pelo castaño oscuro peinado hacia atrás y una incipiente barba. Las chicas y algunos chicos están embobados observándole, y no me extraña. Es un hombre que atrae, tiene un aura que te atrapa, que te deja sin respiración. Ya estás divagando mucho Kate, me reprendo.

Para mi tranquilidad, la clase va bien. Su mirada se cruza con la mía en un par de ocasiones, supongo que por el mero hecho de estar sentada en el medio de la sala; o quizás solo está buscando la manera de pillarme en plena charla para llamarme la atención. Pero me he comportado para no darle el gusto. Además, no puedo negar que su manera de dar clase me gusta. Era interesante y explica bastante bien, lo que contribuye a que, para el final, me encuentre incluso relajada.

A Jane y a mí nos parece un poco extraño que, siendo un profesor tan joven, (seguramente no tendría más de treinta), se comportara de una manera tan recta.

Hemos tenido profesores jóvenes antes, y suelen ser más comunicativos, comprensivos, y se relacionan más con nosotros. Quizá solo tenemos que darle un poco de tiempo.

—Deberíamos salir el viernes por la noche —anuncia Natalie cuando Jane y yo nos reunimos con ella a la hora del almuerzo. El día ha mejorado y ha salido el sol, así que estamos sentadas en los merenderos del campus. Me encojo en mi sitio y me dedico a comer en silencio, mientras Natalie continúa hablando.—Hace tiempo que no lo hacemos y las últimas veces, tú —me señala con el tenedor —no has querido venir con nosotras.

No voy a enamorarme de ti (DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora