Esperando al autobús

1.8K 128 7
                                    

Esta mañana me dispuse a ir al trabajo, como todos los días. Eran las seis y todavía tenía el alma pegada a las sábanas. Por suerte, el bendito café me había activado el sistema nervioso y eso me había ayudado a llegar hasta la parada del autobús que hay cerca de la puerta de mi casa, justo para ver que el transporte se marchaba sin mí.

Como ya imaginaréis, no estaba yo para consolar a nadie, pero llegó una mujer y, después de aposentar su trasero en el pequeño banquito, me di cuenta de que estaba temblando y sollozando. No tardó en sacar un pañuelo del bolso para limpiarse las lágrimas y sonarse los abundantes mocos.

—Oiga, señorita. ¿Se encuentra bien? —pregunté con aires de zombi educado.

Ella asintió con la cabeza sin dejar de sollozar y decidí sentarme junto a ella. Parecía tan delicada e indefensa...

—Si quiere puede contarme qué le ocurre —insistí—. Tengo un buen rato de espera hasta que llegue el próximo autobús.

Me miró y sospeché, por los ojos rojos e hinchados, que había estado llorando durante horas. Sentí lástima por ella e intenté devolverle a mi cuerpo la parte de consciencia que se había quedado en la cama para prestarle toda la atención a la desconsolada y hermosa mujer.

—A veces, contarle los problemas a un desconocido ayuda —intenté parecer convincente.

—No creo que el explicarle esto a alguien pueda ayudarme —respondió antes de cubrirse la nariz con el pañuelo para volver a hacer sonar la trompetilla.

—Nunca lo sabrá si no lo intenta. ¡Vamos! —la animé.

Sacó otro Kleenex y asintió. No muy convencida, empezó a relatarme el suceso que tanto la afligía:

—Anoche tuve una discusión horrible con mi marido. Estamos recién casados, ¿sabe? Solo hace una semana que volvimos del viaje de novios en México. Un lugar precioso, por cierto. Se lo recomiendo, si no ha estado ya.

Sonreí, cómplice, y sostuve la mano que me había puesto sobre la pierna, para mi sorpresa.

—Pero ese canalla... —Le relampaguearon los ojos y se me borró la sonrisa de la cara—. Le faltó tiempo para lanzarse a los brazos de otra.

—Vaya... —intenté decir algo más, pero mi mente no funciona bien a esas horas. Además, yo nunca he tenido buena mano consolando a nadie. Soy de los que en los entierros se queda en una esquina, alejado de todo el mundo, por si a alguien se le ocurriera que mi hombro sería un buen sitio sobre el que derramar unas cuantas lágrimas.

—No... Si yo lo entiendo —prosiguió—. Es la secretaria del jefe. La vi en la foto de la cena de empresa del año pasado. ¿Sabe? Es la típica víbora que no tiene nada mejor que hacer que tirarse a todo el que le echa una ojeada. ¿Acaso no soy guapa? ¿Dígame? ¿No le parezco sexy?

Se puso en pie y se abrió el abrigo. Llevaba un camisón y solo pude fijarme en los pezones marcados en el satén debido al frío.

—Es usted muy hermosa. —Tragué saliva y crucé las piernas, intentando no parecer inquieto—. Tápese, haga el favor. Se va a helar.

—Sí. Lo siento. Es que no sabe usted por lo que he pasado. —Volvió a sentarse y a sonarse la nariz.

—Debe de ser horrible. No puedo ni imaginarlo.

—Lo es. Ya había planeado mi futuro con él, ¿sabe? Había elegido el colegio al que iban a ir nuestros hijos, cómo se iban a llamar, qué coche íbamos a comprar...

—Claro, esas cosas se planean con tiempo —afirmé sin estar del todo de acuerdo.

—¿Verdad que sí? Él no creía lo mismo, ¿sabe? Discutíamos mucho por eso, pero nunca imaginé que me fuera a poner los cuernos. —Sollozó de nuevo y le volví a coger de la mano.

—Vamos. No creo que ese haya sido el motivo. Estoy seguro.

—¿No lo cree?

—Claro que no. Sería absurdo.

—Sí... Tal vez tenga razón. —Desvió la mirada hacia el suelo—. Y pensar que hoy es mi cumpleaños. Me aseguró que iba a ser el mejor de mi vida, ¿sabe? Lo estaba esperando con tantas ganas... Y la única sorpresa que me encuentro es el mensaje de esa furcia en su móvil.

—Qué putada... Y, ¿qué decía? —indagué. A esas alturas, ya sentía verdadera curiosidad.

—Que la casa estaba preparada. Mencionaba algo de un.... ¡espere! Lo tengo aquí mismo. —Sacó un móvil del bolsillo y buscó el mensaje. Luego me lo enseñó mientras leía en voz alta—: La casa está lista. Champán, jacuzzi... Va a ser una noche inolvidable.

La miré de reojo y asentí varias veces, pensando en cómo exponer mis pensamientos.

—¿Qué le parece? —preguntó exasperada.

—¿Y dice usted que hoy es su cumpleaños?

—¡Así es! ¿Se lo puede creer?

—¿Tiene alguna otra prueba de que su marido la ha engañado?

—No, pero como verá...

—Mire —la interrumpí—. Desde mi punto de vista, puede que ella solo estuviera ayudando a su marido con la sorpresa que iba a darle a usted por su cumpleaños. Tal vez me equivoque, pero ¿no debería asegurarse?

—Oh, mierda —exclamó, llevándose las manos a la cabeza. Luego las bajó lentamente y las dejó sobre el regazo. Se quedó mirando el móvil y tocando los botoncitos, desplazando el mensaje hacia arriba y hacia abajo una y otra vez—. Ahora recuerdo que mencionó hace tiempo que una compañera de trabajo tenía una casa preciosa en el campo. ¿Usted cree que...?

—Estoy casi convencido, sí —respondí con una amplia sonrisa.

—Por Dios, ¿qué he hecho? —empezó a llorar de nuevo.

—Vamos, no se preocupe. Vaya a hablar con él y dígale que siente la confusión.

—No... No puedo.

—Claro que puede. Estoy seguro de que lo entenderá y la perdonará.

—No lo comprende —dijo mirándome fijamente a los ojos—. Es totalmente imposible. Él ya no está... aquí.

—¿Se ha marchado de la ciudad?

Durante los segundos que permaneció en silencio, bajé la mirada y observé el móvil que seguía entre sus manos. Fue cuando reparé en una pequeña mancha rojiza en una de las esquinas.

—Está dentro del armario, envuelto en una sábana. —Empezó a soltar carcajadas bajo mi aterrorizada mirada. Al mismo tiempo, lloraba y se daba golpes en la cabeza con las manos.

Por suerte, el autobús llegó en ese momento y pude subirme en él. Dejé a la mujer con sus problemas, prometiéndome a mí mismo que jamás volvería a consolar a nadie.


Insania © (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora